Heraldo del Campo

Discriminación sin fronteras

Una encuesta realizada a agricultoras de todo el mundo ratifica que, aunque se han dado pasos, serán necesarias décadas para eliminar las barreras con las que chocan las mujeres. Aún se percibe discriminación por razón de género y se percibe tanto en una avanzada explotación como en una granja de subsistencia.

Mujeres africanas realizan labores de recolección.
Mujeres africanas realizan labores de recolección.
S. E.

No es lo mismo ser agricultora de una explotación de cereal en el medio oeste norteamericano que recoger mijo en el África subsahariana. No se utilizan las mismas herramientas en unos invernaderos automáticos y controlados por sensores en Japón que en la recolección de la patata en la Sudamérica andina. Y el tamaño de las explotaciones españolas poco tiene que ver con los viñedos australianos o con los que se extienden por las cálidas tierras de California. Pero una misma realidad recorre toda la superficie agraria del mundo, donde la mujer se siente orgullosa de dedicarse a esta actividad, pero continúa sintiendo la discriminación de un sector todavía muy masculinizado.

Lo dicen las propias agricultoras en una encuesta realizada por la multinacional DowDuPont entre profesionales del sector de 17 países de los cinco continentes. Un estudio con el que se pretende identificar las barreras que impiden a la mujer realizar su participación completa y con éxito en el sector. Y España no sale precisamente muy bien parada.

En el imaginario colectivo, el sector agrario es masculino. Se piensa en agricultores y se tiene el convencimiento de que el colectivo femenino solo desempeña un papel secundario en esta actividad productiva. Sin embargo, la fotografía es muy distinta. Las mujeres representan casi la mitad de los agricultores del mundo, pero como constantemente se denuncia, continúan siendo invisibles y su labor escasamente reconocida. El motivo, las muchas barreras que la discriminación por género continúan lastrando su éxito y que este se conozca y reconozca.

Una discriminación que no conoce fronteras, porque ya sea desde las grandes explotaciones en las economías más avanzadas o en las pequeñas granjas de subsistencia en el mundo en desarrollo, las mujeres manifiestan un sí unánime si se les pregunta si están orgullosas de ser agricultoras o ganaderas. Pero todas ellas y en todas partes coinciden con el mismo sí cuando la cuestión es si se sienten más discriminadas por razón de género.

Es una de las contundentes conclusiones de un estudio realizado por Corteva Agrisciencie, la división de Agricultura del grupo químico DowDuPont, con las respuestas obtenidas por mujeres de 17 países de todo el mundo, en concreto, China, la India, Indonesia, y Australia (Asia-Pacífico), Estados Unidos y Canadá (América del Norte), Brasil, México y Argentina (Latinoamérica), Francia, Alemania, España y el Reino Unido (Europa), y Kenia, Nigeria, Sudáfrica (África).

Realizado entre agosto y septiembre pasados, la multinacional estadounidense encuestó a mujeres con una edad media de 34 años, propietarias, directoras o empleadas de muy diferentes explotaciones, desde grandes cultivos y empresas que emplean a más de 300 empleados a pequeñas granjas cuyas producciones tienen como destino el autoconsumo. Quería «comprender mejor la situación actual de estas profesionales de todo el mundo y crear una línea de base desde la cual podamos medir el progreso», señala la firma. Y lo que encontró es que aunque ha habido avances, estos han sido muy lentos y que en «todas las partes, las mujeres agricultoras se sienten poco escuchadas y nada valoradas o empoderadas», recoge el estudio.

Más en detalle, los datos relevan realidades que incluso sorprenden. El porcentaje más alto de mujeres que se sienten discriminadas se encuentra en la India, con un 78% del total. Pero es también el mismo porcentaje que arroja la encuesta realizada entre las mujeres agricultoras de España. El índice más bajo se sitúa en Estados Unidos, donde la mitad de las encuestadas asegura no percibir dicha discriminación.

El estudio señala que solo el 50% de las profesionales encuestadas dice tener el mismo éxito que sus compañeros. Un porcentaje que se reduce cerca de diez puntos porcentuales cuando tienen que considerar si cuentan con las mismas oportunidades que los hombres y es aún menor, un 38%, las que afirman estar empoderadas para tomar decisiones sobre cómo se invierte en agricultura y ganadería.

Ingresos y financiación

La encuesta desvela que el 40% de las encuestadas asegura tener ingresos más bajos que los hombres y un menor acceso a la financiación. Unas respuestas que explican también que las principales preocupaciones de este colectivo en todo el mundo sean la estabilidad financiera, el bienestar de sus familias y lograr un equilibrio entre el trabajo y la vida personal.

De nuevo España no sale bien parada porque, como destacan los responsables del estudio, solo el 22% de las encuestadas en nuestro país reconoce estar satisfecha con aspectos como la conciliación y las necesidades familiares en el lugar del trabajo. Un porcentaje muy inferior a la media, que se sitúa en el 33%.

Hay otro detalle. La tercera parte de las agricultoras españolas considera que su salario no es suficiente, «lo que nos sitúa también en la escala alta de la tabla», destacan desde la división de la compañía para Iberia.

Las mujeres no son ajenas a los nuevos tiempos y menos en un sector que ya utiliza como herramienta de trabajo las más avanzadas tecnologías. Pero saben que necesitan más formación -así lo destacan en sus respuestas- para sacar un provecho mayor a los nuevos equipamientos y maquinarias agrícolas, que además se han convertido en elementos esenciales para el éxito económico y la gestión medioambiental de las explotaciones.

Dice el estudio que este deseo de las mujeres por dotarse de una mayor formación es compartido por toda la mano de obra agrícola femenina, sea cual sea el país en el que se encuentra. Porque este colectivo considera que este factor es el principal entre las acciones a tomar para eliminar los obstáculos que continúan manteniendo, e incluso ampliando, la brecha de género en el campo. Dicho en cifras, más del 50% de las encuestadas así lo señalan, un porcentaje que se repite significativamente en los 17 países y que se supera en Brasil, Nigeria, Kenia, México y Sudáfrica.

Pero no es la única medida que conseguiría ir derribando barreras. Es cierto que la mayoría de las mujeres, señala el estudio, reconocen que se constata cierto progreso en el camino para alcanzar la igualdad de género en el sector. Y así, el 62% manifiesta que cree que hay menos discriminación que hace 10 años, aunque un tercio de las encuestadas asegura sin bagajes que en todo este tiempo no ha habido ningún cambio que encamine hacia la igualdad. Y todas ellas consideran que quedan mucho pasos por dar y que la meta parece todavía muy lejana. De hecho, el estudio evidencia que un 72% de las mujeres agricultoras consultadas reconoce que «llevaría de una a tres décadas o más conseguir la igualdad completa».

Pese a ello, no se conforman con lamentarse. Tienen claro que son necesarias actuaciones. Algunas dependen de ellas. Otras las reclaman a la administraciones. Y las hay que ponen el foco en la sociedad.

Formación

Por eso, y además de una mayor formación en tecnología, el 79% de las mujeres que han participado en este estudio considera que necesitan aumentar su formación académica.

Es también significativo el porcentaje (un 76%) de las profesionales que exigen más apoyo (especialmente legal, pero también económico y social) para ayudar a las mujeres agricultoras que experimentan discriminación por género.

Este colectivo considera además -así lo responde alrededor del 75% de las mujeres que han participado en la encuesta- que hay obstáculos que podrían derribarse si se incrementara el conocimiento público de los éxitos de las mujeres en la agricultura y se aumentara también la conciencia social sobre la discriminación por género en el sector agroalimentario.

«Este estudio confirma que los retos siguen existiendo, lastrando no solo a las mujeres agricultoras, sino a las personas que dependen de ellas: sus familias, sus comunidades y sus sociedades», señalan desde la multinacional, que destaca que la posibilidad de identificar la existencia de estos retos es el primer paso para eliminar obstáculos para que las mujeres rurales desarrollen todo su potencial.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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