Heraldo del Campo

Una buena cosecha a un precio incierto

Aragón espera una buena cosecha de maíz, que podría haber sido mejor si el granizo y las intensas lluvias lo hubieran permitido. Pero hay inquietud. El sector teme que las cotizaciones vayan a la baja.

Las zonas más tempranas de recolección de maíz en Aragón ya tienen la cosecha en sus almacenes. En otras comarcas, la recolección aún no ha empezado.
Las zonas más tempranas de recolección de maíz en Aragón ya tienen la cosecha en sus almacenes. En otras comarcas, la recolección aún no ha empezado.
Rafael Gobantes

Las cosechadoras han comenzado a entrar en los campos aragoneses de maíz, aunque el grueso de la recolección no ha llegado todavía. Porque este año han aumentado de forma notable las segundas cosechas, ya que la preocupación por falta de agua embalsada hizo temer dificultades para el riego y los agricultores se decidieron en su primera cosecha por otras producciones, entre ellas la cebada. El clima dio un cambio radical y las lluvias primaverales permitieron unas segundas siembras. Y esa producción llega más tarde.

Las máquinas recorrerán una superficie cercana a las 82.000 hectáreas, según los datos del Gobierno de Aragón en base a las declaraciones PAC. La cifra supone un destacado incremento respecto al pasado año, gracias al impulso del cultivo en Huesca, donde la superficie ha pasado de los 51.656 hectáreas cultivadas en 2017 a las 64.438 que este cereal ocupa en el presente ejercicio, según las previsiones de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, que destacan un descenso de superficie en Zaragoza -de 16.243 hectáreas el pasado año a las 15.447 en el actual- y mucho más acusado en Teruel, donde el cultivo ha retrocedido hasta las 1.673 hectáreas, cuando hace un año ocupaba 2.402.

Las previsiones son optimistas. Habrá cantidad y calidad. Ha habido agua abundante para el riego y sol y calor en verano como le gusta a este cultivo. Por eso, las estimaciones realizadas a comienzos de octubre por la organización cooperativa hablan de una producción superior a las 900.000 toneladas, lo que supone un incremento del 17,58% respecto al pasado año. A ello contribuye unos rendimientos superiores en hasta 1.000 kilos por hectárea de media, a lo que se suma un grano con buena humedad. Un escenario halagüeño en el que no hay que olvidar, sin embargo, los efectos que han provocado las intensas lluvias, las tormentas de granizo y los desbocados vendavales que recorrieron la práctica totalidad de las zonas productoras de maíz de la Comunidad. Prueba de ello es que hay cooperativas, en Monegros o Las Cinco Villas, por ejemplo, en las que la producción se ha visto afectada hasta el 40% y de esta cantidad hasta un 15% se da por perdido.

Pero pese a las buenas expectativas, los maiceros encaran la campaña con incertidumbre. Están preocupados por los precios y los temores llegan especialmente desde el exterior.

Aunque actualmente la cotización del maíz, en estos arranques de campaña, se sitúa en un precio superior al del pasado año, los agricultores miran con preocupación las previsiones de cosecha en todo el mundo. Se espera una producción récord y con ella una presión a la baja en los precios.

No es, sin embargo, la única incertidumbre. El sector mira hacia el otro lado del Atlántico, y no precisamente para saber cómo van las cotizaciones en el mercados de futuros de la bolsa de Chicago, sino esperando entender qué efecto tendrá en el mercado maicero la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

«Seguro que se notará», explican tanto los productores, como las cooperativas o los responsables de las lonjas. Lo que está por ver es si será para bien o para mal. Pero la inestabilidad ahí queda.

En la cooperativa de Candasnos, en la comarca del Bajo Cinca, ya se ha terminado la recolección del maíz de primera cosecha y eso que las lluvias de la pasada semana hicieron parar máquinas. Pero el trabajo no ha finalizado todavía porque aún quedan unas 700 hectáreas de maíz de segunda cosecha. El grano, en general, tiene buena calidad, pero resulta complicado ponerle un calificativo a la cosecha media. «Ha sido un año muy atípico en la zona. Tuvimos dos tormentas de piedra que en algunas explotaciones han provocado mermas de producción de hasta el 20%, provocando además que el maíz llegara excesivamente seco», señala José Luis Ballabriga, presidente de la cooperativa de esta localidad oscense, que detalla que, además, algunos cultivos han estado afectados por araña. Eso sí, en aquellas explotaciones en las que no han tenido que soportar ni la adversidad del clima ni la plaga, Ballabriga reconoce que se ha cosechado una producción «media-alta».

En Zuera, en el corazón del valle del Ebro, las cosechadoras han dejado también de faenar. En esta zona, que se libró de los violentos efectos de las granizadas veraniegas, no se han salvado de algún que otro ataque de araña, pero la campaña será «normal, tirando a buena», como la califica Toño Romé, agricultor y miembro de la ejecutiva de UAGA.

Sin embargo, en la Hoya de Huesca la recolección aún no se ha iniciado. No es que vaya más retrasada, sino que en esta zona abunda el maíz de segunda cosecha, ese que se siembra en junio después de haber recogido un primer cultivo de cebada o guisante. No es una casualidad. Cuando llegó el momento de echar el grano en abril o mayo la sequía había dejado los embalses en una situación tan crítica que se temía la falta de agua para riego. «Desde las comunidades de regantes nos metieron miedo y fueron muchos los que se decidieron por la cebada», explica Joaquín Labarta, agricultor de Almudévar y responsable comarcal de UAGA. Pero la primavera trajo lluvias abundantes y los productores decidieron hacer una segunda cosecha en junio, esta vez sí, de maíz. «Es más riesgo, porque da menos rentabilidad, pero era la mejor opción», explica Labarta.

Ahora, a punto de comenzar la recolección -la iniciarán a finales de este mes de octubre- en esta comarca también cunde cierto optimismo. Al menos en lo que a producción se refiere. «No ha faltado agua y la temperatura ha sido buena», señala este agricultor, que reconoce que en principio se espera una «buena cosecha», aunque advierte que habrá que esperar a ver cuáles son los rendimientos porque «hay zonas con grandes afecciones por pedrisco».

El representante de Asaja de Huesca, Fernando Luna, añade un matiz. Explica que las lluvias de los últimos días «han retrasado la cosecha en aquellas zonas en las que iba a comenzar ahora», pero destaca también que «como los precios no tiran, los agricultores no tenían prisa por recoger el cereal». Así, lo cosechan llega más seco, lo que le añade calidad y rentabilidad, explica.

Son las distintas realidades de la variopinta campaña de maíz en Aragón, donde la diversa climatología, las características del cultivo y de los sistema de riego utilizados determinan la producción y sus rendimientos. Lo demuestran los datos de Cooperativas Agroalimentarias. Mientras en los regadíos a pie (riego a manta) de alto rendimiento se están alcanzando este año medias de 10,5 a 11 toneladas por hectárea, en aquellos menos productivos el promedio ronda las 8,5 a 9,5 tm/Ha. Una cifras superiores a las del pasado año. En las aspersiones (los riegos más modernizados) la situación es similar, destacan desde la organización cooperativa y los rendimientos «son mejores respecto a lo que se considera normal». Así, en las aspersiones de alto rendimiento (por ejemplo, tierra de saso) están alcanzando los 15,5 a 16 toneladas por hectárea, y en el regadío menos productivo las medias se aproximan a los 14-14,5 tm/Ha.

Eso sí, «en general, se puede hablar de unos rendimientos que superan entre 500 a 1.000 kg/Ha los obtenidos el pasado año».

Un misma incertidumbre

Pero, sea cual sea la zona productiva en la que se sitúan los maizales, los agricultores comparten una misma preocupación: el precio con los que los mercados esperan su producción. Es cierto que a pesar de estar al comienzo de la campaña (precisamente cuando suele producirse cierta caída de las cotizaciones a la espera del nuevo grano) el precio del maíz alcanza los 180 euros por tonelada, una cifra que, sin ser elevada, se encuentra por encima de los valores del pasado año por las mismas fechas.

El temor del sector será lo que venga después. Se espera una producción mundial récord. La bolsa de Chicago y sus negociaciones de futuros es impredecible. Y en un mercado tan globalizado como el de las materias primas cualquier situación -la sequía en Francia, la cosecha de Brasil o Argentina, la guerra comercial entre Estados Unidos y China- se deja notar (para bien o casi siempre para mal) en los bolsillos de los agricultores.

«Hay mucha preocupación por los precios. Prueba de ello es que cada año se siembra menos porque el coste de los insumos no deja de crecer y las cotizaciones siguen cayendo», señala Toño Romé, que explica que el mercado de futuros está haciendo operaciones a un año con el precio actual, «lo que significa que no hay expectativas de que vaya a subir». Y la situación es tan incierta, señala el representante de UAGA, que si este cultivo se mantiene es «porque hay que hacer rotación». Se refiere especialmente a las explotaciones de Zaragoza y Teruel, donde, según los datos de Cooperativas Agroalimentarias, la superficie ha retrocedido notablemente. «Así está sucediendo en zonas de regadíos tradicionales como el Valle del Ebro, el Gállego o el Jiloca», señala Romé, que reconoce que la situación es muy distinta en los riegos por aspersión de Huesca -donde la superficie cultivada avanza buen ritmo- porque son mucho más rentables. «Allí el maíz alcanza un 20% y hasta un 30% más su producción».

Joaquín Labarta también reconoce que en el Bajo Cinca, y aun cuando no han salido las cosechadoras, la incertidumbre cunde en el sector. «No se hacen prácticamente operaciones y no sabemos por qué. Antes todo estaba más claro, si había buena cosecha los precios eran más bajos y viceversa. Ahora influye todo y como es además muy psicológico genera mucha inestabilidad», señala. Una preocupación de la que no se libran los agricultores del Bajo Cinca, aunque en la cooperativa de Candasnos tienen «una ventaja», señala su presidente. Todo su maíz es isogénico y tiene como destino la planta de Tereos en Zaragoza, «lo que nos asegura tener toda la producción vendida», explica José Luis Ballabriga, que reconoce que, de momento, el precio está mejor que el año pasado, pero señala es difícil prever que pasará porque en el mercado mundial del maíz hay «mucha especulación».

Las cotización de este cereal es también uno de los temores de Asaja, aunque como reconoce su representante, Fernando Luna, «hay una gran estabilidad de cultivo aunque no hay un gran precio». Para Luna, «la gran oferta de maíz brasileño y ucraniano», unido a la buena previsión de cosecha que se espera en Estados Unidos añade inquietud, que aumenta con los efectos de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, si bien todavía «nadie puede decir si afectará para bien o para mal».

Todos estos argumentos vuelven a repetirse desde Cooperativas Agroalimentarias de Aragón, cuyos representantes explican que ahora «hay muy poca demanda», ya que posiblemente la industria está esperando «un descenso de las cotizaciones» cuando llegue el grueso de una campaña en la que se prevé una importante oferta.

Difícil previsión

Manteniendo la cautela, el presidente de la Lonja de Binéfar, Alberto Gracia, insiste en que «es prematuro decir si la campaña será buena o mala (en precios)», pero reitera que actualmente la cotización ronda los 180 euros y que esa cantidad «es superior al del pasado año».

En su opinión, parece lógico que el precio se mantenga, más teniendo en cuenta que las cotizaciones de la cebada son elevadas, con lo que cual se ha invertido el diferencial que hasta este año siempre mantenía con la producción maicera. «Hay que tener en cuenta además que el maíz es el último cereal que llega al mercado. Tras él no hay nada, lo que hace pensar que su precio no tendría que tener mucho recorrido a la baja», destaca Gracia.

Es cierto también, señala, que es un año de producción récord por lo que habrá que esperar a ver cómo se comportan el maíz exterior, ya que España es un país deficitario e importa un volumen destacado. Y no tiene duda de que la guerra comercial entre China y EE. UU. tendrá su efecto, «aunque es difícil determinar cuál». Un escenario inestable en el que se explica, reconoce Gracia, la precaución con la que se opera.

El transgénico vuelve a ganar terreno impulsado por las segundas cosechas

Desde que está autorizada en Europa la siembra de maíces modificados genéticamente, la Comunidad aragonesa ha estado en los puestos de cabeza y en lo alto del podio de las autonomías con mayor superficie de cultivos transgénicos. Hay un motivo esencial que explica por qué los agricultores aragoneses han sido tan proclives a estas semillas. Y es que este grano está modificado para plantar cara al taladro, una plaga del cereal, endémica en Aragón, que puede llegar a provocar considerables descensos en la producción.

Parecía que en los últimos años, las producciones de maíz transgénico comenzaban a retroceder. Estos cultivos perdieron fuerza en 2015 y 2016, pero el pasado año volvieron a ganar terreno. Y lo han hecho esta campaña también. Según los datos facilitados por los servicios técnicos de la consejería de Desarrollo Rural y Sostenibilidad, atendiendo a las declaraciones de la PAC, el maíz ocupa este año en Aragón un total de 81.852 hectáreas, que se han repartido casi a partes iguales entre la primera cosecha (41.093 hectáreas) y el maíz sembrado en segunda cosecha (40.759 Ha), un cultivo de rotación en el que el cereal se siembra una vez que se ha recogido -en esa misma superficie- una primera producción de cebada, guisantes o forrajes.

Pero las cifras cambian cuándo se analizan las hectáreas ocupadas por maíz isogénico (tradicional) y aquellas sobre las que ha crecido transgénico. El primero ocupa este año 33.810 Ha., en su mayoría, mientras que el cereal modificado genéticamente se extendió por 48.042 hectáreas, nada menos que el 58,7% de la superficie total, cuando en 2017, según las cifras oficiales este porcentaje se situaba en el 51%.

Hay una explicación, antes apuntada. La falta de lluvias al comienzo de año hizo temer una difícil campaña de riegos por lo que las siembras de primera cosecha fuera menores. Luego llegaron las lluvias que llenaron los embalses y los agricultores ocuparon se lanzaron a sembrar maíz de segunda cosecha, una semilla más cara, señala el sector, pero con la que hay más garantía de producción frente a plagas.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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