Heraldo del Campo

Volver al valle de Gistaín y trabajar con colmenas trashumantes

La firma de apicultura La Abella Chistabina, ubicada en San Juan de Plan (Huesca), es un proyecto emprendedor que surgió en plena crisis y se ha consolidado.

Gonzalo Ferrer y su mujer, Isabel, en una de las últimas ferias a las que han acudido.
Gonzalo Ferrer y su mujer, Isabel, en una de las últimas ferias a las que han acudido.
A.C.

En el año 2012, las palabras paro, inestabilidad o incertidumbre económica eran una constante habitual en las conversaciones de miles de españoles. La crisis había golpeado duro en muchos hogares, entre otros en el de Gonzalo Ferrer, responsable de la empresa de apicultura La Abella Chistabina.

Este joven de San Juan de Plan, que salió del pueblo para estudiar Ingeniería Técnica, se dio cuenta de que trabajar en su sector era cada vez más complicado y las condiciones laborales que encontraba a su paso no eran ni mucho menos lo que él esperaba. Esta situación le hizo replantearse su vida y mirar hacia el Pirineo, al valle de Gistaín, que conocía palmo a palmo. En su casa siempre habían trabajado con animales, porque su padre y sus hermanos se habían dedicado a la ganadería, y pensó que no era una mala salida empezar a probar con cuatro colmenas, de hobby, para ver cómo funcionaba.

"Durante toda mi vida yo había estado rodeado de animales, pero mamíferos. Trabajar con insectos es mucho más complicado, porque sus comportamientos no son previsibles para la lógica humana. Hay que estudiar mucho para poder ponerse al frente de este negocio. Hay que tener mucha capacidad de análisis para saber qué les pasa o les puede pasar en un momento determinado y también para interpretar la naturaleza".

Casi un lustro después, y a pesar de los duros años que ha tenido que soportar como consecuencia de la sequía, las abejas de Gonzalo le proporcionan la suficiente miel como para poder vivir de esta actividad. "Tengo colmenas trashumantes, de manera que en invierno están en zonas más al sur de Aragón para aprovechar que hace mejor tiempo y en verano volvemos a San Juan de Plan. Esto nos permite contar con diferentes variedades de miel de tomillo o de romero, que se recoge en marzo y abril, o de mil flores que se envasa a finales de verano", recuerda.

El envasado se lleva a cabo en las instalaciones que Gonzalo tiene en San Juan de Plan, un lugar donde también es posible comprar directamente la miel. El resto de la producción se comercializa en diferentes establecimientos del valle de Gistaín y en otros rincones de la comarca de Sobrarbe, así como en restaurantes y otros lugares dedicados a la restauración, donde se ofrece como postre o complemento de otros platos. "Es muy importante apoyarnos los unos a los otros y crear sinergias entre productores de la zona, restauradores y comercializadores, y todo ello con la finalidad de dar a conocer nuestros productos a los miles de turistas que nos visitan año tras año buscando el encanto de este valle", concluye.

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