Heraldo del Campo

La granja más tecnificada de España está en Huesca

Granja San José posee una sala de ordeño única en Europa, con laboratorios individuales que controlan la lactancia de las vacas o un brazo robotizado para desinfección de las ubres.

José María Pont, que dirige la empresa con su hermano Jaume, junto a su nuevo tractor.
José María Pont, que dirige la empresa con su hermano Jaume, junto a su nuevo tractor.
Rubén Coll

Granja San José, situada en la localidad oscense de Tamarite de Litera, es una de las dos explotaciones de vacuno más grandes de España, pues cuenta actualmente con más de 3.000 vacas disponibles para la producción. La otra granja está situada en Caparroso, un pueblo de Navarra, y aunque atesoran más de 4.000 vacas productivas no alcanza el grado de tecnificación de la explotación literana.

"Nuestro sistema de ordeño se basa en una sala rotativa de 80 plazas que nos permite extraer leche de 400 vacas por hora", explica José María Pont, propietario de la granja junto a su hermano Jaume Pont. Ellos conforman la tercera generación familiar que dirige la empresa. "En cada plaza de ordeño contamos con un minilaboratorio que refleja cuánto produce cada vaca y qué calidad tiene esa leche", comenta José María Pont. A través de ellos queda registrada la cantidad de grasa, las proteínas y las células somáticas que contiene la leche de cada vaca.

"Disponemos del único brazo robotizado de Europa dedicado a la desinfección de las ubres de las vacas", reconoce. Programado con un software americano, este brazo mecánico localiza la posición de los pezones a través de dos cámaras de visión artificial y expulsa el yodo para garantizar el saneamiento de los animales.

En la granja se controla al mínimo detalle la salud del ganado. Cada vaca porta un chip magnético de identificación, el cual permite averiguar si las vacas están en celo o tienen algún tipo de infección. "Si tienen algún problema, se quedan en observación con los veterinarios durante 16 horas", afirma Jaume Pont.

La producción en San José no para ni un instante durante los 365 años. En tres turnos de día, tarde y noche, los trabajadores se encargan de continuar con el proceso. "Además de la maquinaria, la tecnificación se encuentra en el personal, que es quien programa los equipos, quien los maneja e interpreta los datos", admite Jaume Pont. Antes de comenzar en la empresa, los empleados se especializan en un curso de formación propio de la granja.

La clave está en la alimentación

La alimentación de los animales se considera base para conseguir una alta calidad en la leche. "Elaboramos forrajes muy tiernos y de alta digestibilidad, lo que permite al animal comer más y generar más", revelan los propietarios. Trabajan de forma autosuficiente, ya que disponen de tierras propias en las que cultivan estos forrajes. En 2017, la producción agrícola alcanzó las 70.000 toneladas.

Fundada en 1951, no fue hasta diez años después cuando se compraron las primeras vacas. Desde entonces la producción lechera fue aumentando y actualmente es la dedicación exclusiva de la empresa. Junto a otros siete socios, comercializan la mayor parte de la leche a la marca catalana Ato, de la cual son los mayores accionistas. El resto la venden en el mercado, especialmente en la comunidad vecina. Ato exporta un 20% de su producción a China, pero también se comercializa en otros mercados exteriores como Libia.

La empresa, que emplea a 56 trabajadores y factura 12,5 millones de euros, tiene previsto para este año una inversión de más de 4,2 millones de euros con la que pretende aumentar la plantilla, fabricar nuevas naves y adquirir maquinaria. En este ejercicio, Granja San José ya realizó una fuerte inversión en la compra de un vehículo John Deere de 600 caballos y con un sistema de tracción con orugas de goma.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo.

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