Heraldo del Campo

Calidad y garantía certificada

Ahorro de costes, mayor calidad de la cosecha o ausencia de enfermedades son algunas de las ventajas que ofrecen las semillas certificadas.

Las semillas certificadas superan unos rigurosos controles y unas estrictas normas de producción.
Las semillas certificadas superan unos rigurosos controles y unas estrictas normas de producción.
Heraldo

Aragón produjo en 2016 algo más de 59 millones de kilos de semilla certificada de diversas variedades en algo más de 30.000 hectáreas de cultivo destinadas a este fin. De esta cantidad fueron las semillas dedicadas a variedades de cereales las de mayor producción. De hecho, casi 30 millones de kilos de semillas fueron de cebada, cerca de 13 millones de kilos correspondieron a semillas de trigo blando y otros 8,5 millones de kilos son de semillas de trigo duro. Las de oleaginosas y algunos tipos de leguminosas completan la producción de semillas certificadas de la Comunidad.

Según datos del Centro de Sanidad y Certificación Vegetal, dependiente de la Consejería de Desarrollo Rural del Gobierno de Aragón, en 2017 se prevé que la producción de semilla certificada ascienda a los 73 millones de kilogramos, una cifra que hace que Aragón esté entre las tres primeras comunidades del conjunto del país en producción de semilla certificada.

Como no puede ser de otro modo y en aras de la calidad de los productos y de la máxima trazabilidad, las semillas que se emplean en la siembra de los diversos productos han de encontrarse dentro de un sistema de certificación en el que se hayan adscritos todos los Estados miembros de la Unión Europea. En el caso de España, son las comunidades autónomas las encargadas de otorgar la certificación a las semillas, después de un proceso que puede prolongarse durante más de una década.

Este proceso, además, conlleva estrictos controles no solo a la hora de obtener la certificación, sino después de conseguirla, porque las semillas tienen que superar una serie de postcontroles ya que muestras de cada uno de los lotes se siembran en microparcelas para garantizar que mantengan sus propiedades.

La semilla certificada es, pues, un producto de calidad, estandarizado y sujeto a unas estrictas normas de producción. La certificación garantiza, entre otras cosas, el origen y la trazabilidad, la homogeneidad, la pureza específica y la pureza varietal, así como el poder germinativo de dicha semilla, su sanidad y el adecuado porcentaje de humedad.

Además de semillas certificadas, los agricultores pueden emplear grano acondicionado en sus siembras. En este caso se trata de un grano producido por el propio agricultor en su explotación que, posteriormente, se acondiciona en centros autorizados para este fin. Este grano garantiza tanto el origen de la semilla (la propia explotación de cada agricultor) como su trazabilidad. Este grano no puede ser comercializado. Y la siembra con cualquier semilla no certificada o grano no acondicionado se considera "ilegal".

El proceso de certificación de una variedad de semilla es largo y complejo. Entre otras razones porque la semilla que aspira a obtener un certificado tiene que pasar una serie de exhaustos controles tanto para conseguirlo como una vez conseguido. El proceso de obtención de los certificados se extiende durante más de una década. Durante los dos primeros años se seleccionan las variedades parentales, es decir, aquellas que se van a cruzar. Tras llevar a cabo los cruzamientos, las plantas obtenidas se plantarán tanto en una maceta como en un invernadero para su aclimatación hasta el momento de la cosecha de la semilla.

Durante el tercer año, las semillas obtenidas de esos cruzamientos se siembran en surcos de un metro. Para el inicio de la selección de cada seis espigas, una se conserva y las otras cinco se siembran en surcos. En el cuarto y quinto año de este proceso, se lleva a cabo la primera selección de espigas. Se eliminan, en primer lugar, las que visualmente no se adaptan a los parámetros requeridos. De forma paralela se inician los ensayos de valor agronómico con el fin de eliminar las líneas que resulten poco productivas.

No es hasta el sexto año, momento en el que se dispone de un grado suficiente de homocigosis cuando se siembran los surcos con las semillas que se destinarán al registro para obtener la certificación. Aún debe transcurrir un año más y será en el séptimo año de este largo periodo cuando se inicia el proceso de registro oficial. Durante dos años, la Oficina Española de Variedades Vegetales (OEVV) realiza ensayos de identificación y de valor agronómico, tras los que la Comisión Nacional de Estimación de Cereales evalúa cada variedad y decide su inclusión o no en el Registro Español de Variedades Comerciales.

Durante los años noveno y décimo se desarrollan tareas de conservación del material parental empleado en la obtención de las variedades registradas. Finalmente, es once años después del inicio de este proceso cuando se puede realizar la producción y comercialización de semilla certificada.

Mayor calidad y trazabilidad

El agricultor puede encontrar la presentación de la semilla certificada mediante una etiqueta oficial y otra del productor, colocadas de manera que aseguren la inviolabilidad del contenido.

Pero, ¿por qué utilizar semilla certificada pese a este largo y complejo proceso hasta que se obtiene dicha certificación? Si hay un argumento que no requeriría más contestación es que, tal y como han afirmado desde diversas entidades del sector es que cualquier otro elemento que no sea semilla certificada o grano acondicionado (que sale de las propias explotaciones agrarias, se prepara para la siembra y que no puede ser comercializado) es "ilegal". Es decir, está "fuera de los controles del sector".

Además, la semilla certificada tiene una serie de ventajas sobre cualquier otra. "En primer lugar, garantiza la calidad y pureza varietal de la propia semilla (que no haya ni un solo grano de una variedad diferente en cada saco), asegura que esa semilla no va a sufrir enfermedades transmisibles entre semillas, y por supuesto, asegura la completa trazabilidad de la semilla", explica Elisa Bagüés, responsable de comunicación de Agromonegros, empresa dedicada desde hace más de 35 años a la multiplicación de semillas y, desde 2010, a la obtención de variedades para certificar. "En un momento en el que los consumidores buscan cada vez más información sobre los productos que consumen, esa trazabilidad es fundamental y el objetivo es ofrecerla desde el mismo origen de la cadena", añade. Además, incide Bagüés, "la obtención y producción de semillas certificadas supone un alto componente de investigación que es esencial para la evolución del sector".

Sin embargo, el uso de semilla certificada en España sigue siendo inferior a la media europea. Si en el continente es de aproximadamente un 50%, en España no pasa del 30%. El director comercial de Servicios Cooperativos de Arento, Serafín Sebastián, explica que este porcentaje de uso puede tener su razón en el diferencial "aparente" de precio de este tipo de semilla. "Es una cuestión que parece de costes ya que no se considera la mejora y calidad en la producción, aunque poniéndonos en el papel del agricultor es comprensible". Sin embargo, Sebastián se muestra optimista en este aspecto. "Los agricultores saben lo que tienen que hacer y cada vez más compra semilla certificada, en ciclos de unos dos a tres años, que es cuando las semillas pueden sufrir alteraciones por cambios de tipo qué hacen que vuelva a salir aspectos no deseables en la planta y que son eliminados en la certificación por la selección continua en pureza varietal que se realiza".

Desde Agromonegros ofrecen una visión diferente sobre la cuestión del precio de la semilla certificada. "Por supuesto, hay diferencia de precio, pero el empleo de semilla certificada permite la siembra de dosis inferiores para obtener mayores producciones y un cereal de mejor calidad que puede venderse a mayor precio, por lo tanto, el uso de semilla certificada supone un ahorro de costes", indica Elisa Bagüés.

En Aragón existen medio centenar de empresas dedicadas a la obtención creación o multiplicación de semillas, de las que un total de 37 producen semilla de cereal. Algunas de ellas son líderes en el conjunto de España.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo.

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