Zaragoza no es Múnich, pero lo parece. Al menos cuando uno entra en la carpa de la Oktoberfest, donde mandan las normas bávaras, aunque se vean más cachirulos que banderas germanas. En territorio alemán el tamaño mínimo de una cerveza es el de la jarra de litro y las salchichas son más grandes que una longaniza de Graus, pero el aragonés siempre se ha caracterizado por su capacidad de adaptación al medio. Y más en esta fiesta, en la que los objetivos son beber, comer, cantar y brindar, no necesariamente en este orden.

Para disfrutar de la Oktoberfest no hace falta ponerse tirantes ni pantalón corto, sino seguir tres normas básicas: tener siempre una jarra de cerveza fría en la mano, intentar cantar con acento de alumno del Colegio Alemán y brindar como si a uno le fuera la vida en ello cada vez que suene el 'Ein Prosit', como si las jarras fueran de acero valyrio. El resto es disfrutar de la fiesta sin sorprenderse cuando entre las canciones alemanas suenan el 'We Are The Champions' de Queen, Amaral o 'La Gozadera'. La globalización también afecta a esta tradicional fiesta.

Antes de empezar a brindar, un poco de Historia. La Oktoberfest nació en 1810 para celebrar el matrimonio del príncipe Luis I de Baviera con la princesa Teresa de Sajonia-Hildburghausen, pero a Zaragoza llegó hace ya más de dos décadas. En el Parque de Atracciones se celebra desde el pasado viernes la XXII edición de la Oktoberfest zaragozana, que ya se ha convertido en un acto imprescindible de las Fiestas del Pilar. Cada año, la capital aragonesa coge el testigo de la celebración de Múnich, que acaba el primer fin de semana de octubre, y se convierte en la capital de la cerveza.

“Es un acto que ya se ha convertido en tradición para miles de zaragozanos. Es una forma de viajar a la Oktoberfest sin moverse de Zaragoza y una fiesta para todos los públicos que se puede disfrutar en familia o con los amigos”, aseguran Javier Mateo, director general del Grupo Parque de Atracciones de Zaragoza, y Alfonso González, subdirector general. Cada año, entre 40.000 y 45.000 personas pasan por su carpa para degustar diferentes tipos de cerveza (de trigo, cebada, negra o natural), además de una variada carta de comida típica alemana (codillo, salchicha roja o blanca, lomo al estilo Sajonia, queso Rottaler...). Y, por supuesto, para disfrutar de la orquesta, que todos los años viene a la capital aragonesa directamente desde Múnich.

Algunos de sus miembros, como el trompetista y cantante, Frank, ya son personajes muy populares en Zaragoza. Después de dos décadas animando la fiesta, este alemán ya cuenta con numerosos admiradores que incluso quieren salir con él de fiesta y le agasajan con productos de la tierra. Este año, sin ir más lejos, le han regalado una garrafa de cinco litros de vino de Borja.

También en Valdespartera

A falta de una fiesta de la cerveza, en Zaragoza hay dos. La alternativa a la del Parque de Atracciones es la Oktoberfest Olé!, situada en Valdespartera, junto a las ferias e Interpeñas. Aquí no solo se puede disfrutar de un excepcional ambiente muniqués, sino también degustar diferentes tipos de cervezas típicas alemanas y de su gastronomía más típica. Además, han organizado diferentes fiestas temáticas, como la de los años 80 que se celebra este jueves o la fiesta Vikinga del viernes. Aquellos que, después de las Fiestas, se hayan quedado con ganas de Oktoberfest, podrán seguir disfrutándola en Valdespartera una semana más, hasta el domingo 25 de octubre, con diferentes promociones.

Oktoberfest del Parque de Atracciones

Entrada libre. Jarra de cerveza de un litro: 9,5 euros.

Oktoberfest Olé! (Valdespartera)

Entrada: entre 10 y 15 euros, dependiendo del día (incluye una jarra de cerveza de un litro). A partir del lunes 19, entre 5 y 10 euros, también con una jarra. Precio de las jarras: 9 euros, aunque a partir del día 19 hay promociones.