Los golpes de Pelegrín nunca pasan de moda

La barraca montada en la plaza de los Sitios no para de recibir gente durante todas las sesiones programadas.

Entrada a la barraca de los títeres de cachiporra
Los golpes de Pelegrín nunca pasan de moda
M. Sádaba

Después de veinte años en la plaza de los Sitios y más de treinta de vida, Pelegrín sigue haciendo las delicias tanto de niños como de mayores. “Venimos por la nieta porque le gusta mucho, especialmente cuando aparecen las ratas, que le hacen mucha gracia”, afirma Pilar. Sin embargo, en el momento en el que aparece Pelegrín en escena, ni el abuelo ni la abuela pueden parar de reír, igual que lo hace Alba, la pequeña de la casa.


De hecho este es el espíritu con el que nació este títere de cachiporra. “Lo decidimos instalar aquí porque queríamos hacer unas fiestas populares”, explica Esteban Villarrocha, director de la compañía de Teatro Arbolé. Por ello, media hora antes de que comience la primera actuación de la tarde ya se puede observar una larga fila tanto en la puerta de la barraca como en la taquilla en la que se compran las entradas (3,75 euros).


Lo mismo ocurre en el momento en el que empieza cada obra puesto que los pequeños se aglutinan en la entrada para ver un poco más de su personaje favorito. “Ese punto gamberro que tiene de resolver las cosas a garrotazos conecta mucho con los niños”, asegura. Esto provoca que para celebrar este veinte aniversario no hayan decidido cambiar el estilo de las obras. “Lo estuvimos pensando, pero hay cosas que no hay que cambiar en la vida y esta es una de ellas”.


“En estos últimos años están empezando a venir padres y madres que en su día acudieron con el colegio y ahora traen a sus hijos”, señala Villarrocha. Ejemplo de ello es Carlos, que ha acudido con su hija Carla. “Vine hace muchos años y ahora le toca a ella”, sentencia. Al mismo tiempo señala que es la primera vez. “Ahora que ya tiene cuatro años y ya es más mayor, seguro que lo va a entender”.


Y es que Pelegrín nunca defrauda. Nada más empezar la actuación de 'El paseo de Pelegrín', los niños han comenzado a interactuar con los personajes. “¿Sabéis a dónde ha ido la Pilara?” Preguntaba Pelegrín para acudir a su encuentro. “¡A la cocina!”, contestaban los presentes. “¿A las piscinas? Ahora voy”, continuaba el títere. Y así durante un buen rato, puesto que el personaje de cachiporra tiene pequeños problemas de audición, que llegaron a desesperar a más de un niño. “¡Pero si ya te lo he dicho!”, chillaba una pequeña después de que Pelegrín hubiera preguntado y no entendido durante más de cinco veces.


Esta situación se repitió en más de una ocasión a lo largo de la obra y como prueba de la desesperación de los presentes, empezaban a levantarse y echarse las manos a la cabeza cada vez que veían que los títeres les hacían caso omiso. Otra de las situaciones que más les gustaba era cada vez que Pelegrín o alguno de los personajes que lo acompañaban se daban golpes con las cosas o entre ellos. Y es que los garrotazos de este títere nunca pasan de moda.


Durante todos estos días habrá entre tres y cuatro sesiones por la tarde y dos por la mañana a partir del jueves, día en el que los niños dejan de ir al colegio. Además, en cada sesión van cambiando de obra, por lo que los verdaderos 'fans' de los títeres pueden disfrutarlos durante todas las Fiestas del Pilar.