Una entrega de medallas en clave institucional

Santisteve subrayó los lazos y la historia común de Zaragoza con Cambrils y Barcelona, mientras que Ada Colau, que no esperó al pregón, agradeció el cariño tras los atentados.

Foto de grupo de los ediles y los distinguidos ayer por el Ayuntamiento de Zaragoza.
Foto de grupo de los ediles y los distinguidos ayer por el Ayuntamiento de Zaragoza.
Guillermo Mestre

El Ayuntamiento de Zaragoza concedió ayer las máximas distinciones de la ciudad en un salón de plenos en el que hubo constantes referencias al respeto y la convivencia. Apenas se escucharon tímidos silbidos que llegaban desde la plaza, tras la polémica por la invitación a Ada Colau, a quien se ha reprochado su participación en el referéndum ilegal y sus palabras relativas a la actuación policial. Dado que la alcadesa catalana no se quedó al pregón, algunas personas con banderas de España esperaron que saliera su coche del garaje del Ayuntamiento para abuchearla mostrando su disconformidad con la visita.

El alcalde Santisteve recordó que la medalla de oro se concede a Barcelona y Cambrils tras sufrir la barbarie terrorista del 17 de agosto porque "ambas dieron ejemplo, con su grito unánime, de cómo hay que sobreponerse a hechos terribles. ‘No tinc por’ se convirtió en un lema mundialmente repetido", dijo el alcalde, subrayando los "lazos de hermandad y nuestra historia común como territorios vecinos y hermanos". "La razón, la justicia y el respeto a los derechos humanos deben estar por encima de las disputas políticas coyunturales", concluyó.

Colau, a quien Santisteve puso un cachirulo, dio las gracias en castellano y catalán y dijo que entendía la medalla como "un abrazo". "Ya nos lo distéis en los momentos difíciles y ese cariño fue esencial para superar las horas más duras tras los atentados". Colau apuntó que Zaragoza y Barcelona comparten "la memoria del terrorismo" porque pocos meses después del atentado de Hipercor se produjo el de la Casa Cuartel. "Pasan las décadas pero no el dolor ni la indignación", dijo, antes de añadir que la barbarie saca lo peor de la condición humana, pero también lo mejor de quienes se vuelcan ayudando a las víctimas.

Prefirió Colau no meterse en berenjenales políticos y no hizo mención a la actual coyuntura catalana. Simplemente concluyó su discurso diciendo: "Pase lo que pase, la ciudad de Barcelona será siempre vuestra casa". Por parte del Ayuntamiento de Barcelona también estuvieron presentes Alberto Fernández Díaz, portavoz del PP, y Carina Mejías, de C’s, entre otros. Lo mismo sucedió con la delegación de Cambrils que integraron ediles de todos los partidos. La alcaldesa, Camí Mendoza, recordó a Ana María Suárez, la zaragozana asesinada en la madrugada del día 18, y aseguró que la suya es una "tierra de paz, acogida y solidaridad".

Bunbury, desde México

También protagonistas de la solemne cita fueron los hijos predilectos nombrados ayer por el Consistorio. Leticia Crespo (CHA) presentó al investigador Alberto Jiménez, director del laboratorio de Oncología Molecular, que pidió que "se cuide a las personas más vulnerables y que no se haga vulnerable el talento". A sus 37 años, Jiménez, que se ocupa de la detección precoz de los tumores cerebrales, dedicó el premio a sus compañeros de laboratorio, sus docentes y su familia.

Sara Fernández (C’s) leyó la loa a Bunbury, que hoy actúa en México y no acudió a recoger la distinción –lo hizo su representante, Nacho Royo–. Sí envió un vídeo de agradecimiento y, tras unos pequeños problemas técnicos, se le escuchó decir que "de ninguna manera la ciudad me debe algo a mí, sino que soy yo el que está en deuda con Zaragoza".

El siguiente en recoger su diploma fue Miguel Ángel Berna, a quien Carlos Pérez (PSOE) dedicó unas palabras e hizo una referencia a las populares castañuelas transparentes, con las que el bailarín concluiría después su intervención. El coreógrafo dijo que se expresa mejor con los pies y los brazos que con las palabras pero aseguró que la distinción le hacía sentir "grande como el sol". Mencionó Berna la identidad aragonesa que "no debe ser soberbia ni rocosa ni fundamentalista porque ya hay demasiadas banderas".

Después llegó el turno del Teatro Arbolé, de cuya presentación se encargó Pablo Muñoz (ZEC), quien recordó que el grupo ha creado "una cantera de titiriteros". Como la compañía "no es nada sin sus muñecos", sacaron a Pelegrín, que ha sido invitado para celebrar el 200 aniversario de la cita de guiñoles de París. "La función debe continuar por lo que... hablemos", pidió Pelegrín.

Por último, el jurista Pedro Ramón y Cajal, a quien presentó Jorge Azcón (PP), bromeó diciendo que él era la oveja negra de la familia (todos científicos y él letrado) y atribuyó el premio a su linaje: una familia aragonesa "que ha sido la estirpe intelectual de la nación durante muchos años".

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