Zaragoza se rinde a la maestría de Ponce

López Simón arrancó una oreja en una tarde en la que el de Chiva fue el gran protagonista.

Ponce firmó una de las faenas más destacadas de la pasada Feria del Pilar.
Ponce da un derechazo al buen toro de Juan Pedro Domecq
Toni Galán

Alberto López Simón salió triunfador numérico de la cuarta de abono de la Feria del Pilar, pero lo que realmente trascendió y se recordará es la maestría de Enrique Ponce. El de Chiva topó con un magnífico ejemplar de Juan Pedro Domecq para firmar una faena de puerta grande que marró con los aceros. Su despacioso saludo capotero fue el preludio de lo que vendría después. Una exhibición de poderío y elegancia. Desde los doblones iniciales, hasta los adornos con que puso en pie a Zaragoza antes de tomar la maldita espada.


'Fabricante' fue una perita en dulce que entendió a las mil maravillas. La cocinó a fuego lento a base de templadísimos derechazos y, cuando su embestida se descompuso, supo frenar y reinventarse. Se cruzó al natural, y esculpió muletazos de sentimiento y desmayo. De vuelta al soberbio pitón derecho, llegaron la poncina e infinidad de recursos. Quiso y supo alargar la labor, hasta conocer si había posibilidad de indulto. Pocos lo reclamaron. El juampedro no se entregó en exceso en el caballo. Los tres pinchazos previos a la estocada alejaron el triunfo; ni mucho menos el reconocimiento de una Misericordia repleta. Falta hacía.


Con su primero, flojo, deslucido y parado, Ponce había quedado inédito. No perdió el tiempo ni en probar los distintos terrenos. Sí lo hizo -aunque sin tino- Cayetano, que tropezó con el peor lote. Arrancó con un brindis al pequeño Adrián, enfermo de cáncer que sueña con ser torero y ha sufrido los ataques del movimiento antitaurino, y se fue a portagayola para recibir con una larga cambiada a 'Mariposillo'. A la verónica, anduvo acelerado, sobrexcitado. Y así prosiguió en una labor de muleta que se empeño en firmar en los medios. Allí dibujó algunos pases con gusto pero aislados. La emoción inicial pudo haber traído una oreja que perdió con la espada. Después, con su segundo, repitió buenas intenciones con la capa.


López Simón arrancó la única oreja de la tarde a un toro descastado que apenas cobró en varas. El de Barajas lo tomó en corto, y clavó los pies en el suelo para robarle lo poco que tuvo. Su fijeza -acompañada de poder y mando- en el final de faena fue lo más destacado. Por ahí hilvanó un par de series de circulares acompasados. Una gran estocada le valió el premio. La gente tenía ganas de fiesta. Con el que cerró plaza, 'Frutero', un mansurrón de cara muy alta, repitió en las proximidades. Trató de tapar sus defectos, que eran muchos, y resolvió la papeleta a base de oficio. El que esta vez no tuvo a la hora de matar.

Ficha

Enrique Ponce, de tabaco y oro. Estocada caída, descabello (silencio); tres pinchazos, estocada, aviso (vuelta al ruedo).

Cayetano, de grosella y azabache. Dos pinchazos, estocada (saludos); dos pinchazos, estocada, dos descabellos (saludos).

López Simón, de fucsia y oro. Estocada (oreja); estocada tendida, aviso, media, descabello (silencio).

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