Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

FRANCIA

La imagen del ridículo

Francia, referente en huelgas por antonomasia, no se explica ni acierta a entender lo sucedido en nuestro país durante el fin de semana pasado.

Francia, referente en huelgas por antonomasia, no se explica ni acierta a entender lo sucedido en nuestro país durante el fin de semana pasado. Lo cierto, es que la información que llegó a los medios franceses de lo sucedido aquellos dos días, no fue para nada densa, ni excesivamente notable, pero lo poco que salpicó en el país vecino, dejó a España del todo en evidencia.


Así que ese lunes, en el café de primera hora de la mañana, la pregunta al compañero español era obligada, para dar al menos el beneficio a la duda, e intentar filtrar de algún modo una imagen del todo rocambolesca y tercermundista que llegaba en pequeñas y prudentes dosis a radios y televisiones francesas a lo largo de aquel sábado que bordó lo grotesco.

Y en esas, me tocaba lidiar, intentando explicar lo sucedido. Les empecé contando que el gremio de los controladores aéreos, era un colectivo un tanto oscuro y del que poco se conoce, salvando las abundantes veces que decide saltar a la palestra con reivindicaciones varias, y pretensiones desmedidas a ojos de toda la opinión pública. Y es que, supongo que ellos andarán movidos por convicciones sociales y laborales (por decir algo vamos), pero de veras, cuesta lo suyo dar sentido a algo tan contradictorio que raya el egoísmo y la controversia de una aristocracia obrera. Y así esta vez, en su último desfile por la pasarela del escaparate nacional, decidieron traspasar sobradamente la línea del sentido común, para facilitar las cosas, y los juicios de moral, si es que a alguien le quedaba alguna duda, y decantarlos por completo.

De esta manera, rozando lo inverosímil, consiguieron desencadenar uno de los mayores caos logístico y de orden público de la democracia española, sintiéndose del todo poderosos y dueños por unas horas del destino de mucha gente inocente, que sin más pasaba por allí. Fue entonces, cuando entramos en debate con mis compañeros, de si por la cabeza de los controladores, llegaría a haber una mínima idea del perjuicio provocado a tantísima gente, porque si realmente la había, lo cual no es para nada descabellado, vista la enorme repercusión de su “fabulosa” puesta en escena, las sanciones económicas y laborales se quedan bien cortas.


Para acabar, comentamos la fragilidad evidente que demuestra un Estado, cuando 100 personas con inestabilidad mental y afán de protagonismo, ya puestos en evidencia en ocasiones anteriores, son capaces de poner a un país patas arriba durante dos días.


Veremos pues al menos, que las sanciones impuestas al apreciado gremio de los controladores, y todos sus sensatos trabajadores que a conciencia se negaron a trabajar aquel día, estén a la altura de las circunstancias, aunque sea como un mal menor, visto que el daño a mucha gente ya está hecho.