La visita que el año pasado hicimos los miembros de la Delegación del Gobierno de Aragón a Yiwu, respondiendo a la invitación directa que nos hicieron sus autoridades, puso ante nuestros ojos una realidad desbordante de lo que esa nación representa en un mundo cada vez más interrelacionado.

Cuando te enfrentas a los números de su comercio, a los destinos con los que se conectan sus centros de distribución, al desarrollo de sus planes de formación o investigación, empiezas a comprender, en toda su extensión, la potencia en que se ha convertido en los últimos veinticinco años y el imperio comercial que están dispuestos a seguir desarrollando frente al mundo.

Pero una de las cosas más relevantes para la Delegación fue, sin duda, comprobar la determinación que mostraban en alcanzar unos niveles de conectividad con Europa que les permitiera minimizar los tiempos de tránsito y, por tanto, acercar Europa a sus centros de producción y consumo, planificando unas infraestructuras o consiguiendo unos puntos de apoyo a sus grandes corporaciones marítimas, tanto navieras como terminales portuarias, que canalizarán, en ambos sentidos, los flujos de mercancías del gran continente euroasiático.

Esta realidad nos llevó a poner entre nuestros objetivos prioritarios incluir Aragón, y en concreto Zaragoza, entre los destinos de las líneas ferroviarias que conectan China y Europa y ofrecer Aragón como la plataforma logística de distribución y exportación de la Península. Un interés mutuo nos une porque no se trata solo de hacer llegar las rentables e imparables importaciones asiáticas a nuestro país, sino de que nuestras empresas de servicios participen activamente en este comercio, ofreciendo una distribución a escala europea, y de que nuevas empresas inviertan en Aragón para hacer frente a esta demanda.

Pero, además, ese tránsito entre los mayores centros de distribución mundiales y Aragón nos ofrece una oportunidad que de otro modo sería muy difícil de encontrar, un recorrido por decenas de países de gran interés para el crecimiento de nuestras empresas –destinos tradicionales europeos y otros de importancia creciente en Asia-, una nueva Ruta de la Seda en ambos sentidos que nos permitirá llevar nuestros productos a cientos de millones de consumidores potenciales de un modo rentable y sostenible, el tren. Un medio que cada día mejora sus prestaciones y recursos y que ya dispone de medios para trasladar casi cualquier tipo de mercancía, incluyendo la perecedera.

Si nuestras empresas se suben al tren se logrará la masa crítica suficiente para hacer más que rentables estas nuevas infraestructuras que nos conectarán directamente con Extremo Oriente, una necesaria apertura que será la columna vertebral de los trabajos del nuevo grupo de trabajo de exportación a China que el propio presidente Lambán ha impulsado y que ahora se pone en marcha.

Conectarnos. En esa dirección trabajamos desde entonces y ya se empiezan a ver los primeros frutos de esta labor. Nos queda un largo trecho por recorrer, pero tenemos claras las metas para participar activamente en el gran mercado continental, desde Algeciras a Shanghái.

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