Las reinas del 'best-seller'
Autores, editores y libreros hablan de normalización al referirse al ascenso de las
escritoras españolas y coinciden en que no es un fenómeno pasajero.
Los datos están muy claros. En 2014, si se dejan a un lado las traducciones, los libros más vendidos fueron Dispara, yo ya estoy muerto, de Julia Navarro; Las tres bodas de Manolita, de Almudena Grandes; El juego de Ripper, de Isabel Allende, y, pese a haberse publicado en noviembre, Ofrenda a la tormenta, de Dolores Redondo. El año anterior, tres mujeres estaban también en los puestos de cabeza (Navarro, Redondo y María Dueñas); en 2012, Misión Olvido (Dueñas) ocupó el segundo puesto, entre Ruiz Zafón y Eduardo Mendoza, y en 2011 El tiempo entre costuras (también de Dueñas) arrasó.
A medida que se retrocede en el tiempo, las autoras van desapareciendo, hasta el extremo de que su presencia en el primer puesto es excepcional. Por ejemplo: entre 1996 y 2005, una verdadera época de oro de ventas para el sector editorial, hubo seis años en los que un libro escrito en español encabezó la clasificación, frente a cuatro traducciones. En tres ejercicios fue Pérez-Reverte; en dos, Javier Cercas, y el último, Carlos Ruiz Zafón. No hacen falta más datos para ver el cambio.
De los hombres que las escribían y leían, porque el género tenía pocas lectoras. "Era el género más masculino de todos, también en cuanto a los personajes. Eso ha cambiado y se ve en el acercamiento a las figuras protagonistas de los relatos. Dolores Redondo, por ejemplo, ha conseguido un personaje muy rico, con una vida personal tan interesante o más que la investigación". Es Emili Rosales, director editorial de Destino, quien lo explica.
Las lectoras reaccionaron pronto ante los cambios. "A mí me lo han dicho: hasta ahora no se interesaban por la novela negra explica Giménez Bartlett porque era muy sórdida. En las que escribimos las mujeres hay menos sordidez y más humor". Eso es lo que ha llevado hacia la novela policial a un número muy elevado de mujeres que antes no la frecuentaban. Pero el fenómeno tiene muchas facetas y una de ellas está relacionada con la lectura social, con la capacidad de crear y seguir modas. "Los personajes femeninos mueven mucha lectura por imitación", asegura Pablo Álvarez, director literario de Suma de Letras.
En ello juegan un gran papel las redes sociales, a las que las autoras dedican más tiempo y en las que se muestran más próximas.
Los editores, por supuesto, no son ajenos a esto. Ya no se trata solo de que lleguen a sus despachos más manuscritos firmados por mujeres. En las sedes de los grandes sellos se hila muy fino porque, como dice David Trías, director literario de Plaza & Janés, todos anhelan encontrar la nueva Isabel Allende o Julia Navarro. "Cuando un premio literario recae en un escritor, la competencia respira más aliviada que si se trata de una mujer". Aún hay más: si una escritora de éxito elige como protagonista a un hombre, "el editor, preocupado, es capaz de poner un título y una portada con elementos femeninos" para tener más gancho.
Ellas dominan la novela histórica, la romántica y desde hace un tiempo la negra y la de aventuras, siempre con un punto de exotismo en los escenarios y la dosis justa de amor y pasión. "Quizá tenemos menos prejuicios y escribimos lo que nos apetece, sin ningún remilgo. Quizá ha habido durante tanto tiempo un dominio excesivo de los hombres y ahora tan solo se está dando un giro", dice María Dueñas, uno de los valores más seguros para el sector.