"Le rebotó la cabeza contra el suelo y se oyó un crujido, pero yo no volví a pegarle"

El detenido por el crimen de la plaza de Forqué mantiene que fue una muerte accidental y que no remató a la víctima.

No fue una brutal paliza sino una muerte desgraciada y completamente accidental. Eso es lo que ha declarado Eric Luis L. N., presunto responsable de la muerte de Enrique Guillén Álvarez, en relación a los hechos acontecidos el pasado 19 de junio en la plaza de José María Forqué de Zaragoza. Ambos hombres se enzarzaron en una pelea que acabó con el de menor envergadura en el hospital, donde ingresó en coma y falleció cinco días después. Una persona que presenció la disputa aseguró a la Policía que vio cómo el agresor derribaba a la víctima de un puñetazo y la remataba después en el suelo. Pero el primero lo niega y lo cierto es que tampoco los otros dos testigos que han comparecido en el juzgado dan la misma versión.


Según la declaración del presunto homicida, a la que ha tenido acceso HERALDO, era "la primera vez" que veía al ahora fallecido y se peleó con él porque se estaba metiendo con una tercera persona. Tras un intercambio de golpes, Eric Luis L. N. lanzó un derechazo directo a la barbilla de su oponente, quien perdió el equilibrio y se venció hacia adelante. "Puso la mano y no llegó a caer al suelo, de hecho intentó incorporarse y lo consiguió", manifestó el presunto autor del crimen, para el que la juez decretó prisión provisional. Sin embargo, parece que la víctima cayó a continuación sobre sus espaldas, quedó tendida sobre la calzada y ya no volvió a levantarse.

Salió corriendo "por miedo"

"Yo no volví a pegarle cuando estaba tumbado en el suelo", aseguró el agresor, negando la versión del testigo protegido. Según el encausado, el traumatismo craneal que terminó causando la muerte de Enrique Guillén fue consecuencia del fuerte golpe que este se produjo al impactar contra el asfalto. "Cayó el cuerpo y luego le rebotó la cabeza, oyéndose un crujido", añadió. El presunto homicida, de cuya defensa se ha hecho cargo el letrado Óscar Espinosa, reconoció a la juez que salió corriendo "porque se asustó mucho" y que no se entregó a la Policía "por miedo".


Cuando se produjeron los hechos, sobre las 20.30 del pasado 19 de junio, en la plaza de José María Forqué había una veintena de personas. Dos de ellas presenciaron el incidente entre agresor y víctima de principio a fin, ya que incluso llegaron a mediar para evitar que llegasen a las manos. Según declaró uno de estos hombres en el juzgado, Eric Luis le pegó a su contrincante un fuerte golpe con el puño "en la mandíbula o en el pómulo". "Lo que llamamos un K. O. en el boxeo", precisó. El testigo vio caer a la víctima y golpearse la cabeza "contra el suelo y no contra el bordillo. Sin embargo, este no observó al presunto homicida volver a golpear al herido cuando se hallaba inmóvil en la calzada.


Una versión muy similar ofreció el segundo testigo, quien explicó que todo sucedió "muy rápido" y pudo presenciarlo "a tres o cuatro metros". "Al golpearse la cabeza contra el suelo se oyó un crujido y Enrique Guillén se quedó con los ojos muy abiertos y mirando al vacío", indicó. Añadió que la víctima cayó "grogui" y ya no se intentó levantar.


Lo cierto es que el encausado sabía de la gravedad de la lesión de su oponente y, pese a ello, se marchó de la plaza sin prestarle ningún tipo de auxilio. Según las pesquisas de la Policía, que llegó a pinchar varios teléfonos, incluido el de su pareja, el agresor tampoco tenía ninguna intención de acudir a entregarse a comisaría. De hecho, fue el Grupo de Homicidios el que descubrió que se escondía en casa de un primo hermano, identificado como Félix N. S., quien quedó en libertad tras prestar declaración por encubrimiento asistido por la letrada Inmaculada Pérez.

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