El hechizo de Valerón

El grancanario llega a La Romareda dosificado, en un buen momento de forma, y constituye otro peligro más a tener en cuenta por Ranko Popovic.

Asdrúbal baja del autobús en su llegada a Zaragoza. asier aLCORTA
Asdrúbal baja del autobús en su llegada a Zaragoza. asier aLCORTA
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Esta tarde pisa La Romareda, por decimotercera vez en su carrera, Juan Carlos Valerón. No lo hace en un día cualquiera. El encuentro de ida de la final por el ascenso, caprichos del calendario, coincide con su 40 cumpleaños, una cifra a la que ya ha llegado el bermellón José Luis Martí, único jugador de Primera y Segunda mayor que él.


Valerón vive su vigésima temporada en el fútbol profesional con un protagonismo principal en el devenir de la Unión Deportiva Las Palmas. Llega a su ocaso, pero sigue ofreciendo minutos de calidad al equipo que le vio florecer. Aunque ha reconocido que lleva tiempo pensando en la retirada, encuentra cada verano la excusa para seguir haciendo magia sobre su baldosa en el césped. Será un peligro a tener en cuenta por Ranko Popovic. La lesión de Vicente Gómez podría dar minutos al de Arguineguín y Paco Herrera ya sorprendió alineándole en el once de la ida de la eliminatoria ante el Valladolid.


Valerón es sinónimo de buen gusto por el fútbol. Y eso lo saben muchas aficiones. Cuando toca el balón se para el tiempo. Sus movimientos parecen toscos y siempre lo han parecido, pero esa impresión dura hasta el momento en el que la pelota parte de su bota dirigida con precisión milimétrica al objetivo. Entonces ese movimiento, esa media vuelta, ese escorzo para dar el último pase, toma sentido. El isleño se ha enfrentado al Real Zaragoza en 23 ocasiones, con cuatro equipos distintos: Mallorca, Atlético de Madrid, Deportivo de la Coruña y Las Palmas. El balance de esas citas es de siete victorias zaragocistas, ocho empates y nueve derrotas. La primera vez que el imberbe Juan Carlos se enfrentó a los blanquillos fue el 30 de noviembre de 1997. Su Mallorca cayó por 0-2 ante el Real Zaragoza de Luis Costa. El estreno del grancanario en La Romareda llegó el 12 de abril del año siguiente. Desde aquel día, han pasado sobre el verde del estadio municipal generaciones de futbolistas. Pero él vuelve, quizás para dirimir su último gran reto como futbolista: llevar al equipo de su tierra a la élite.


La valía del canario llamó la atención de la selección española, donde se convirtió en maestro de la caricia a la pelota antes de que llegaran Xavi, Iniesta y compañía. En enero de 2005, en pleno esplendor, se lesionó de gravedad y empezó un calvario con su rodilla izquierda que le mantuvo prácticamente fuera de la competición durante tres años. En ese periodo, las promesas de regreso al césped se alternaban con malas noticias: una rotura de menisco externo y un ligamento cruzado mal curado. Quizás aquello resaltó su apariencia frágil, por otro lado siempre existente: por eso lo llaman el Flaco. Volvió a ser regular a principios de 2008 y sus frecuentes periodos aciagos no han sido tan severos. Desde aquella fecha recibe y distribuye el balón con más cuidado, como si su única intención fuera huir cuando es apresado con ansiedad por dos o tres rivales. Pero lo hace con clase y elegancia, dejando quizás un balón determinante a la espalda de la defensa o un desahogo a la presión que pocos como él saben ver. Hoy, con 40 años a las espaldas, Valerón es más ligero que nunca y muestra su perfil escapista con más asiduidad. Es frágil, lo sabe y lo aprovecha.


No es el más indicado cuando el partido se decide por músculo, pero sí lo es cuando el equipo requiere pausa, cuidado, mimo en la posesión. Así lo ha utilizado Paco Herrera este año y con esa intención salió de titular en el encuentro de ida en Valladolid. El técnico no ha desvelado si saldrá en el once de esta tarde, aunque es más que probable que pise el rectángulo de juego en algún momento. "Ha sido un ejemplo. Lo voy a llevar siempre en el recuerdo por su saber estar al servicio de los entrenadores. En este ‘play off’ le está tocando participar y lo único que tengo que decidir es si sale antes o después", comentaba ayer Herrera.


Si sale o si entra, la afición de La Romareda, que entiende de este juego, le brindará una sonora ovación como ya hizo el 31 de mayo en el último antecedente entre el equipo aragonés y el canario. Es el hechizo de Valerón, del apodado Mago de Arguineguín: ha encandilado a propios y extraños, por su trayectoria y todo lo que le ha dado al fútbol. El mismo que lo ha retenido a él, otra temporada más, con su propio encanto.

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