El artista oscense Javier Codesal desvela en el Musac su visión íntima y social del cuerpo

El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León dedica una retrospectiva al creador aragonés con 20 obras de entre 1988 y 2015.

Javier Codesal, en el Musac de León, junto a una de las primeras fotografías de la serie 'Ponte el cuerpo' que da título a la retrospectiva.
Javier Codesal, en el Musac de León, junto a una de las primeras fotografías de la serie 'Ponte el cuerpo' que da título a la retrospectiva.
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Cuando aún era estudiante, Javier Codesal (Sabiñánigo, 1958), considerado uno de los artistas pioneros en la introducción del videoarte en España, trabajó como peón de albañil en el montaje del Patio de la Infanta en la sede de Ibercaja en Zaragoza. Tiempo después, en 1988, rodó en este marco ‘Centauro’, una especie de "musical jotero" de cerca de ocho minutos donde el tema de la identidad sexual es fundamental. Tres joteros caracterizados de estas criaturas míticas cantan letras compuestas por él "guardando la métrica de estilos antiguos", acompañados por un coro de mujeres que se marca una jota a capela.


Esta pieza, que hacía muchos años que no se presentaba, es una de las 20 que conforman la retrospectiva que el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac) dedica a Javier Codesal, una de las más amplias hasta la fecha, bajo el título ‘Ponte el cuerpo’, que toma su nombre de un verso del poema ‘Los desagraciados’ de César Vallejo. "Es una frase que al escucharla nos remite al discurso de género e identidad sexual tan recurrente en el arte hoy en día, pero el poeta la pronunció en París en los años 30 con el trasfondo del drama de la guerra civil. Tiene un gran poder evocador y, al mismo tiempo, funciona como un disparo y tiene una lectura contemporánea", cuenta Codesal acerca de la elección de este verso. La exposición, que ocupa la sala 3 del Musac, estará abierta al público hasta el 6 de septiembre.

Una mirada pausada y clásica

A partir del hilo conductor del cuerpo, un tema presente en su extensa producción tanto como manifestación y vehículo privilegiado del ser como por su carácter social, la muestra abarca desde las obras más antiguas, fechadas en 1988, el ya mencionado ‘Centauro’ y ‘Sábado legionario’, en el que retrata entre la emoción y el borreguismo esas ceremonias que son los himnos y los desfiles militares, hasta una serie de 25 imágenes que bajo el mismo título que la exposición ha creado expreso para esta cita. Pueden verse tanto vídeos, cortometrajes, instalaciones y fotografías, como ejemplos de hasta ahora sus menos conocidos producción poética (el libro ‘Feliz humo’) y de dibujos. En todo momento utiliza el cuerpo como metáfora de la existencia humana.


En la nueva producción creada para el Musac, ‘Ponte el cuerpo’, Codesal se ha recreado "en la demora de la mirada y el trabajo pausado" a la hora de retratar a un modelo como si posase para una clase de pintura. "Hace años que estaba dándole vueltas a hacer un trabajo clásico, algo que no me permite el ritmo rápido del mundo audiovisual". Para ello convivió con un modelo en un hotel de León durante cinco días. El resultado es una serie de 25 imágenes. A esto se añade una instalación titulada ‘La ropa por el suelo’, compuesta por dos elementos: la ropa que usó el modelo durante las sesiones de fotos y un texto leído a dos voces entre ambos.

Visibilizar el sida

Codesal fue uno de los primeros artistas en visibilizar el VIH y en esta retrospectiva se pueden contemplar obras que tienen como objeto esta enfermedad, su contagio, la fragilidad y la muerte. Es el caso de las series fotográficas ‘Días de sida’, una de 1989 y otra de 1996. "El sida aparece como una gran pandemia y realidad a mediados de los 80 y me afecta porque socialmente se explica como una maldición", cuenta el artista. En la instantánea de 1989 presenta una espalda en la que sustituye los sarcomas por las flores rojizas de un mantón de Manila. Mientras, en la sucesión de 1996 retrata a un amigo que falleció.


Acerca de los seis libros de dibujo que se incluyen, Javier Codesal apunta que "tienen que ver con una intimidad casi de alcoba, son muy sencillos y pequeños". "Al igual que me ocurre con la poesía, siento cierto pudo a la hora de mostrar esa parte tan privada de mi trabajo", concluye.

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