Réplicas del Cretácico a escala real

El arte de la reproducción de dinosaurios, una variante del paleoarte, está cobrando una gran importancia en la Fundación Dinópolis, uno de cuyos restauradores se ha encargado de esculpir piezas que han sido expuestas en la recién inaugurada sede de Valcaria, en Ariño.

Placas. Las centenares de placas que cubren el Europelta, esculpidas una a una a tamaño natural, se insertaron en el lomo del animal.
Placas. Las centenares de placas que cubren el Europelta, esculpidas una a una a tamaño natural, se insertaron en el lomo del animal.

En Valcaria, la nueva subsede de Dinópolis abierta en Ariño el pasado mes de marzo, llama la atención un diorama a escala 1x10, en el que se reproducen con gran realismo la flora y la fauna de la zona de hace 111 millones de años. La secuencia muestra como de las aguas de un pantano surge un cocodrilo que se dispone a atacar a una cría de dinosaurio Proa, una especie nueva descrita a través de los fósiles descubiertos en la mina Santa María de esa localidad. Las salpicaduras de agua producidas por el ágil movimiento del cocodrilo o los rasgos contraídos de los animales en actitud de ataque y defensa han quedado plasmados, como en una foto fija, en esta escena que traslada al cretácico, diseñada y ejecutada íntegramente por personal de Dinópolis.


La labor de restauración ha sido desde los orígenes de la Fundación Paleontológica Dinópolis un elemento clave para el funcionamiento interno de esta institución científica. Los numerosos fósiles localizados en los yacimientos de la provincia deben ser sometidos a un arduo trabajo de recuperación. Pero desde hace cuatro años ha cobrado una importancia similar una actividad, a medio camino entre el arte y la ciencia –paleoarte–, con la que se han producido algunas de las más sorprendentes réplicas expuestas, sobre todo, en el nuevo complejo paleontológico de Ariño. El arte de plasmar la reconstrucción corpórea de un espécimen que vivió hace cientos de millones de años esconde un complicado proceso.


Daniel Ayala, un restaurador especializado en escultura, ha dejado su impronta en Dinópolis en la cabeza de un Turiasaurus –el gigante europeo–, cuyos restos fosilizados fueron localizados por primera vez en Riodeva.

Un ecosistema completo

Fue la primera réplica made in Teruel, si bien la más sorprendente, y también una de las más complejas, es la que reproduce un ecosistema de Ariño en la época del Cretácico, una maqueta que se expone en Valcaria. La escena reproduce, además del paisaje, cinco animales: tres cocodrilos, uno de ellos saliendo del agua en actitud de ataque, un pequeño dinosaurio Proa, víctima de la embestida del reptil, y su madre. "Fue difícil configurar el paisaje, pero generar el efecto de las aguas cristalinas y de las salpicadura fue, sin duda, lo más complejo", explicaba Daniel Ayala.


En el proceso de creación de una réplica de dinosaurio hay una perfecta sintonía entre los paleontólogos y los restauradores. Es preciso recabar la máxima información posible del animal para tener una aproximación de su morfología. Y por eso, a partir de los fósiles, y con el asesoramiento de los científicos, se realizan cientos de esbozos de sus huesos y de su musculatura, para finalizar con un boceto en 3 dimensiones con la postura en la que se quiere exponer, estática, en movimiento, pacífica o en ataque. "Se busca una posición que sea lógica y que resulte impactante para el público", comenta Ayala.


Cuando el trabajo se acumula, tanto que no puede ser abarcado por el equipo de Dinópolis, la producción de réplicas se encarga a artistas externos; es el caso de la reproducción a tamaño real del Turiasaurus Riodevensis, una figura de 30 metros de longitud, expuesta recientemente en el recinto exterior del parque turolense. La escultura fue realizada por Adolfo Cuétara, un habitual colaborador del complejo turolense.


Con poliespan o materiales blandos –plastilina y barros–, y resinas para los detalles, se esculpen, en un largo proceso, los dinosaurios. El Europelta Carbonensis –sus huesos fósiles se encontraron también en el yacimiento de Ariño– fue concebido en dos meses y medio. No estuvo exenta de complejidad la reproducción de este dinosaurio acorazado de cinco metros de longitud. La parte superior del animal está recubierta por centenares de placas, muchas de las cuales salieron a la luz en las excavaciones de la mina Santa María de Ariño. "Pero no había ninguna pieza igual, y las tuvimos que repartir a lo largo de los cinco metros de largo del Europelta", explicaba el restaurador.


Los abundantes fósiles que han arrojado los yacimientos de la provincia permiten hacerse una idea aproximada de la morfología de los dinosaurios, pero sigue siendo una incógnita el color de la piel. En Dinópolis se opta por reproducir las tonalidades de la fauna actual. No obstante, avanzan los estudios para descifrar las pigmentaciones aparecidas en algunos fósiles, por lo que no a muy largo plazo, el color de los dinosaurios dejará de ser un misterio.

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