Memorias de fin de curso

En el Archivo Municipal de Zaragoza se conservan varias memorias de la segunda década del siglo XX, en ellos los maestros aragoneses planteaban algunos debates que hoy siguen vigentes.

Memorias de fin de curso
Memorias de fin de curso

En el Archivo Municipal de Zaragoza se conservan varias memorias presentadas en la segunda década del siglo XX por maestros de la ciudad a la junta local de primera enseñanza. Esta valiosa documentación permite entender los nuevos rumbos que cobraba la educación. Los maestros pretendían desterrar la rutina, dar una orientación más práctica a la enseñanza, aprovechar todos los recursos que les brindaba el entorno para que la vida penetrara en la escuela. Así, Ana Mayayo, directora de la Escuela de Graneros, destacaba el valor de las excursiones escolares que habían disfrutado porque desarrollaban en las niñas la capacidad de observación. Orencio Pacareo recordaba que los niños asistieron a sesiones de cine en el Alhambra y en el Victoria. En Alfocea, los alumnos de Emilio Ruiz criaron gusanos de seda. Manuela Juarrero, maestra de la escuela del Buen Pastor, se mostraba muy crítica con la educación que recibían las niñas. Denunciaba que muchas veces los maestros sucumbían ante el gusto de las familias por los "efectos de relumbrón". Esto se traducía en el predominio de actividades rutinarias que no enriquecían personal ni intelectualmente a las alumnas y, al mismo tiempo, se dejaban de hacer cosas esenciales como "infundir en las niñas el hábito de la reflexión":


"... mucho libro, muchas lecciones, mucho encaje, mucho bordado y ninguna aptitud para ser una mujer fuerte, ninguna iniciativa para resolver los problemas de la vida, ninguna traza para conjurar tempestades domésticas, ninguna varita de virtudes para convertir las pesetas en duros, ni don ninguno para mejorar la condición económica de la familia".


Maestros con los deberes hechos


También estos días en las escuelas aragonesas los maestros hacen memoria del trabajo realizado durante el curso, de las palabras compartidas, de las dificultades superadas y de la ilusión que iluminó cada una de las jornadas. Saben, como escribía Pedro Arnal Cavero, que lo más importante casi nunca se puede contar: "la mayor labor no se puede mostrar; es lo que queda a manera de sedimento en la inteligencia, en el recuerdo, en el corazón de cada niño después de oír una explicación, una crítica, una charla o una lección".


Para los maestros no hay mayor satisfacción que llegar a estas fechas con sus deberes bien hechos. Como padres y como ciudadanos solo podemos darles las gracias por el trabajo realizado y desearles felices vacaciones y fructífero descanso.