Zaragoza se convierte en vanguardia y referente internacional de la inteligencia emocional.

El II Congreso Internacional de Inteligencia Emocional y Bienestar reúne a más de 600 profesionales.

Intervención de Pablo Fernández, de la Universidad de Malaga.
Zaragoza se convierte en vanguardia y referente internacional de la inteligencia emocional.
C. Muñoz

Más de 600 profesionales, procedentes de España, Europa y América, se dieron cita en Zaragoza, desde el 21 hasta el 24 de mayo, para participar en el II Congreso Internacional de Inteligencia Emocional y Bienestar (www.congresointeligenciaemocional.com), organizado por la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía, con la colaboración de otras entidades públicas y privadas. Cuatro intensos

días, en los que la capital aragonesa se ha convertido en referente internacional y vanguardia para dar a conocer las principales investigaciones sobre la inteligencia emocional y las competencias básicas; su aplicación en los ámbitos educativo, social, sanitario y laboral; y el intercambio de experiencias en talleres interactivos, comunicaciones y pósteres.


Reconocido prestigio


Al congreso, que se desarrolló en nueve espacios simultáneos, ubicados en la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza y en el Patio de la Infanta–Ibercaja, han acudido personalidades de reconocido prestigio internacional, como Pablo Fernández Berrocal, de la Universidad de Málaga, para hablar sobre ‘La inteligencia emocional en tiempos revueltos’; Albert Alegre, de la East Stroundsburg University (Estados Unidos), que aportó sus experiencias acerca de ‘La inteligencia emocional en EE. UU.’; y Francisco Mora, de la Universidad Complutense de Madrid, que disertó sobre ‘La neuroeducación’. Mientras Moïra Mikolajcak, de la Universidad de Lovaina (Bélgica), se centraba en ‘Las competencias emocionales y la salud’, José Antonio Muñiz, de la Universidad de Loyola de Sevilla, eligió el tema ‘Comunicación positiva: comunicar para ser y hacernos felices’.


Expertos en la materia, como Rafael Bisquerra, Gabriele Sofía, Juan Carlos Pérez­–González, Javier García Campayo, Marta Ligioiz o el Lama Sönam Wangchuckhan, entre otros, han debatido en alguna de las cuatro mesas redondas del congreso; 7 simposios, 160 comunicaciones, 52 pósteres y 21 talleres interactivos sobre la aplicación de inteligencia emocional en los diferentes ámbitos de la vida, completan esta intensa y extensa nómina de actividades programadas.


Talleres interactivos


Los 21 talleres interactivos desarrollados en el congreso han tenido como eje vertebrador la necesidad de la educación emocional para el desarrollo personal, social y profesional en los distintos contextos vitales. Durante cuatro días, los congresistas han podido asistir a talleres sobre la influencia de las TIC en la gestión de las emociones y en las estrategias para buscar recursos en la Red. Especial interés han despertado los talleres dirigidos a docentes de todas las etapas educativas, en los que se han propuesto distintos espacios para la reflexión en torno a las prácticas educativas, facilitándoles herramientas y estrategias para el manejo adecuado de las emociones, así como otras temáticas: el despertar de la creatividad, la motivación, el vínculo profesor–alumno... Tampoco han faltado los talleres destinados a profesionales de la salud y del mundo socio laboral, sin olvidar la importancia del humor tan necesario para conseguir un equilibrio emocional óptimo. No podemos dejar de citar a los protagonistas de estos talleres; una lista larga, pero imprescindible, por su prestigio y profesionalidad: Carlos Hué, Alejandra Cortés, Norberto Cuartero, Delia Sáez, Beatriz Marcos, Agustín Caruana, Esperanza Cid, Conchita Casales, Fermín Carrillo, Delia Sáez, Conchita Berruete, Juan Carlos Pedrosa, Eduardo Felipe, Pilar Íñigo, José Lis Azón, Maribel Riezu, Arthur Verburg, Fermín Carrillo, Carmen Ferruz, Juan Martínez, Consuelo Casas, Antonio Reloba, Clara Aladrén, Silvia Oria, María Rubio, Marta Soro, Pilar Arranz y Rafael Bisquerra.


No cabe duda de que la educación emocional y la psicología positiva van a constituir la verdadera revolución educativa en los próximos años. De ahí, la importancia de este congreso y de las publicaciones, investigaciones y proyectos de innovación educativa que de él se deriven, y, sobre todo: sus conclusiones.


Haciendo balance


Una de las principales propuestas surgidas aboga por instar a las diferentes Administraciones educativas y agentes sociales a que se incluyan las referencias a la inteligencia emocional en la normativa educativa; así como la formación permanente del profesorado; sin olvidar, por supuesto, su importancia en el ámbito social, el deporte, la salud, en la empleabilidad y, en definitiva, en todas las áreas relacionadas con el bienestar de las personas. En nuestra sociedad actual, y aún más en la del futuro, las habilidades sociales serán determinantes para el desarrollo de cualquier profesión, por lo que habrá que preparar a la ciudadanía para esas nuevas exigencias.


La familia se convierte en un entorno propicio y necesario para trabajar la educación socioemocional desde una perspectiva preventiva en cada uno de sus miembros. Es preciso seguir potenciando la colaboración de las familias y los centros educativos, servicios sociales... para que la participación siga mejorando la comunicación y el propio desarrollo de las competencias socioemocionales entre familias y profesionales. Además, es fundamental poner en valor el protagonismo de los niños para crearles espacios y ámbitos propicios para su desarrollo emocional, cognitivo y social. Y, por último, debemos impulsar la investigación científica que contribuya a integrar la inteligencia emocional en los distintos ámbitos de la vida de un modo adecuado.