"La obra de Ruiz Monserrat es autenticidad y espiritualidad"

Presentó el jueves ‘José Manuel Ruiz Monserrat. Realidad soñada (pintura, escultura, poesía, relato)’ (Aladrada).

El crítico e historiador del arte José Manuel Pérez Lizano
El crítico e historiador del arte José Manuel Pérez Lizano
Oliver Duch

¿Qué le ha llevado a estudiar la figura de un artista, en apariencia, un tanto marginal como Ruiz Monserrat (Zaragoza, 1953)?

Marginal no, porque ha expuesto en numerosas ocasiones. Su temática es propia de los setenta pero es vigente si captamos la variedad de planteamientos formales, sin olvidar la incorporación de temas como el erotismo o una espléndida arquitectura que inventa en muchas ocasiones. Todo dentro de una muy depurada técnica, un espléndido sentido del color cercano al pastel y un apabullante dominio de la línea como gran dibujante.


¿Cómo lo definiría, cuál sería su importancia en este momento? ¿Por qué debemos recuperarlo?

En la obra que le representa es un pintor con mezcla de Buda, el Nirvana y altas dosis neosurrealistas con formas que inventa y otras de carácter simbólico que ubica en interiores o en el espacio dividido en dos planos. Lo cual remarca un tono mágico lleno de fantasía.


Se le ve, al menos en sus inicios, integrado en el mundo de los grupos pictóricos, tan importantes y tan activos en Zaragoza, ¿no?

Su primer gran amigo fue el pintor zaragozano Antonio Cásedas, que se distingue por su imaginación, y al mismo tiempo los miembros del rompedor grupo Forma. Ruiz Monserrat, por entonces, años setenta, terminó 34 esculturas, de las que diez eran abstracciones y las restantes expresionistas figurativas, junto con temas como el desnudo femenino y el paisaje. Pudo seguir con dichas líneas o con una, pero decidió abordar y profundizar en el budismo y en el Nirvana, de tanta complejidad simbólica en una vía hacia la espiritualidad.


Analiza su poesía. ¿Qué tipo de poeta es y cómo evoluciona? Le vemos preocupado por la pintura misma y luego por el budismo...

Su poesía, desde 1971 hasta 2014, plantea temas dentro del espíritu budista, línea de la espiritualidad, pero también profundiza en temas de la realidad humana. Sus poemas, sin duda, están vinculados con la pintura en cuanto a los temas. A veces vibra una especie de extraña lejanía.


¿Qué vínculos tiene con el Nirvana y el budismo?

Sus vínculos son absolutos. Su pintura refleja diversos ecos o influjos: la pintura medieval y renacentista de iconografía religiosa, Dalí, Delvaux...


¿Cómo la ve usted, tiene períodos muy distintos?

Ruiz Monserrat conoce de memoria a los grandes surrealistas históricos, basta ver su amplia biblioteca, pero no copia. Lo que sí hace es terminar un pequeño número de cuadros que son homenajes a un grupo de pintores que admira, de ahí que en los títulos figure el pintor admirado.


¿Cómo definiría su espiritualidad, sería un pintor místico?

Es un pintor místico con numerosos temas lejos de éste, pues basta ver las formas inventadas, el palpitante erotismo, el paisaje y la arquitectura.


¿Había, hay, algo en él de fragilidad, de pintor que huye, escurridizo?

Nada de nada. Todo autenticidad sentida desde hace años.


Creo que es el crítico Alejandro Ratia quien dice que sus figuras parecen que van a desaparecer de un momento a otro... ¿Es así: son leves, etéreas, oníricas?

Correcto.


Gracias. ¿Cuáles serían para sus hitos decisivos como pintor y poeta?

La autenticidad sea cual sea el tema.


Después de todo este tiempo trabajando sobre él, ¿qué es lo que le ha deslumbrado, cuál sería su rasgo característico más importante?

Técnica, color, campo formal e imaginación.


Es amigo de Antonio Cásedas, Eduardo Laborda o Iris Lázaro. ¿Se sentía cómodo en ese grupo?

Cómodo total y con otros artistas de la época. El día de la presentación del libro estaban Antonio Cásedas y Gregorio Villarig, autor de un retrato sobre el pintor de 1972, así como Paco Rallo y Fernando Cortés, miembros del grupo Forma años setenta.