Antepenúltimo Asalto

El Real Zaragoza visita al Valladolid. uno de los grandes de la categoría . obligado a sumar para no poner en riesgo la promoción de ascenso.

Antepenúltimo Asalto
Antepenúltimo Asalto

La pelea por la última plaza de promoción de ascenso a Primera División, en la que el Real Zaragoza es púgil estelar desde hace varios meses, está ya próxima a su fin. Hoy, en Valladolid (18.00/La Sexta), el equipo aragonés afronta su antepenúltimo asalto a título particular, un momento tan importante y decisivo como delicado, ya que cualquier error, del tenor del cometido el miércoles en La Romareda ante el Mirandés, puede dar al traste con tanto trabajo y sufrimiento como se ha invertido en el cometido al lo largo de este duro año.


La cita de esta tarde en el estadio José Zorilla es la más complicada de las tres que restan. Por un lado, porque el rival es de enjundia, de lo mejor de la categoría desde el principio del torneo. Y por otro, porque es el Valladolid el que juega de local, con el ambiente a favor, y con hambre de victoria dado que aún aspira a mejorar la 5ª posición que ocupa al inicio de esta 40ª jornada, empatado a puntos con LasPalmas y a cuatro de distancia del 3º, el Sporting. Los blanquivioletas quieren quedar lo más arriba posible para ganar factores favorables de cara los ‘play off’: el orden de campos en los cruces, la prevalencia clasificatoria en caso de empate en una eliminatoria (es lo que cuenta, ya que no hay tandas de penaltis) y, quién sabe si, en la última jornada, el próximo día 7 de junio, hasta la posibilidad de elegir rival.


Inequívocamente, por todo esto, el Real Zaragoza va a encontrarse hoy con un contrincante de órdago a la grande. Un toro miura de 650 kilos, astifino y con una arboladura de pitones descomunal. Los chicos de Popovic han de estar preparados para acometer un partido de altas exigencias que, por otra parte, va a servir de termómeto de situación contando con que, dentro de 14 días, hayan sido capaces de sujetar la 6ª posición y el Zaragoza sea uno de los cuatro aspirantes a subir a Primera por la vía promocional. Esos partidos a vida o muerte que aguardan para el cuarteto de elegidos cuando la liga regular concluya van a ser de este pelaje, de esta rugosidad, de este calibre. Choques tensos, llenos de responsabilidad, ante parte de los mejores futbolistas de la categoría.


El Zaragoza llega a Valladolid en un estado anímico raro. Lo hace tocado de ala por el daño que hizo el chasco ante el Mirandés hace cuatro días, ese inesperado 0-1 que ha sembrado de dudas de nuevo a buena parte del zaragocismo. Pero también asoma a Zorrilla con las baterías recargadas a través de los resultados de los demás aspirantes a desbancarlo de la promoción. Después de la decepción tremenda ante los mirandeses, vino a resultar que los daños definitivos de ese accidente fueron mínimos porque todos los demás también fallaron. Fue como salirse de la carretera, dar tres vueltas de campana y, gracias a los airbag y a la fortuna, salir andando tranquilamente por propio pie sin un rasguño visible.


Hoy, a orillas del Pisuerga, los de Popovic tienen la obligación de restaurar la fe de la afición blanquilla. El técnico serbio estudia seriamente repetir el esquema táctico de hace siete días en Gerona, ante otro rival de cuajo, al que se tuteó y no se acabó ganando por apenas tres minutos. Es posible que se vea de nuevo el dibujo de los tres centrales, con los dos laterales largos incorporados a la medular, con tres centrocampistas de área a área y dos puntas referenciales. En Gerona sirvió para lograr un punto de oro que, de repetirse hoy en Valladolid, se valoraría seguramente como un resultado muy positivo.


Porque la clave de esta tarde para el Real Zaragoza es sumar. Como sea. A falta de tan pocos puntos en disputa, todo lo que no sea quedarse a cero significa réditos, empujones con carácter casi definitivo para obrar el objetivo de jugar la promoción.


Viene el cuadro zaragocista de interpretar correctamente dos partidos de similar dificultad fuera de La Romareda: el citado de Gerona y el anterior en Ponferrada, que también empató 1-1 tras adelantarse en el marcador. En tiempos de crisis, con el equipo de Popovic bastante atrancado en líneas generales, los apriorismos vaticinaban sendos fracasos en El Toralín y Montilivi. Y no fue así. Los augurios negativos se toparon con un buen Zaragoza en ambos casos. Hoy, el sueño de la afición aragonesa es que suceda este efecto por tercera vez. Que regrese el bloque competitivo, aplicado, concentrado y atinado que logró sintonizar Popovic en las dos últimas salidas, tan difíciles o más que la de hoy. Sumar es acercarse al éxito. No hacerlo, quedar a expensas de los vientos en buena medida.