Teletrabajo, en lo público

Programa piloto en el Gobierno de Aragón.

El Gobierno de Aragón realizó en 2012 un ‘Encuesta de clima organizacional’ que respondieron 5.000 de sus trabajadores. En ella, según explica Ignacio Murillo, director general de la Función Pública, es donde "se detectó la necesidad del teletrabajo". Murillo explica que aparecían cuestiones como "los problemas de desplazamientos" en las ciudades o de quienes tienen que ir de una localidad a otra a trabajar, la necesidad de atender "niños pequeños u otras cargas familiares" o las dificultades para "incorporar a discapacitados" si el entorno de trabajo no estaba suficentemente adaptado. Para paliar esos problemas, y siguiendo la ‘Declaración de Luxemburgo’ sobre mejora de la salud y el bienestar de las personas en el lugar de trabajo, teletrabar se perfilaba como una sistema útil. Pero "había que ver cómo flexibilizar las condiciones de trabajo sin afectar a la eficacia y la eficiencia" del trabajador, dice Murillo.


Puesto que otros gobiernos autonómicos lo tenían ya implantado (Castilla y León tiene 182 teletrabajadores, el País Vasco, 100, y La Rioja, 38), se estudiaron sus casos y en el Plan anual de inspección de servicios 2014 del Gobierno de Aragón se incluyó la puesta en marcha de un programa piloto para probar la posibilidad de permitir teletrabajar a los funcionarios.


Del más de medio centenar de empleados que se presentaron candidatos para forma parte, se seleccionaron 30. Tuvieron sesiones de formación sobre la herramienta tecnológica que iban a utilizar, sobre salud y riesgos laborales y también sobre qué parámetros de su desempeño se iban a medir y cómo para evaluar los resultados. También se formó específicamente a sus supervisores.


Con respecto a los medios, los trabajadores pusieron la conexión a internet y el equipo informático, mientras que la herramienta informática específica (un escritorio virtual conectado por una línea segura a la red de la DGA) fue implementada por Aragonesa de Servicios Telemáticos. Se buscaba que "pudieran trabajar de la forma más parecida posible a como lo harían en su puesto habitual de trabajo y con la máxima seguridad de que no hubiera escapes ni pérdida de información", detalla el director general de la Función Pública.


Por otra parte, se limitó el teletrabajo a un 50% de la jornada en cómputo semanal. Se partía del supuesto de que "no das teletrabajo a un puesto, sino a una tareas, porque no todas las de un puesto son teletrabajables", aclara el director general, y de que mantener el contacto presencial con los compañeros mejora la integración.


La experiencia comenzó el 3 de noviembre y concluyó el 31 de enero. Resultado:"Funcionó muy bien", asegura Murillo. Aunque hasta dentro de unos días no presentarán los resultados, adelantó que la satisfacción ha sido muy alta. Los teletrabajadores le han dado una nota de 9,5 sobre 10, sus supervisores, de 7,8, y sus compañeros, de 7,7. Entre las principales conclusiones está que el teletrabajo es "una herramienta poderosísima", por un lado para "la motivación" del trabajador, al permitir una "conciliación" de su trabajo y su vida familiar, y por otro para mejorar el propio funcionamiento de la organización y la calidad del servicio, pues obliga a definir tareas y marcar objetivos, establecer unos estándares de actividad y unos indicadores para medir los resultados.


Con este panorama, Murillo avanza que se va a recomendar a los máximos responsables del Gobierno la adopción del teletrabajo con ciertos parámetros: universalidad (para cualquier trabajador, en aquellas de sus tareas que lo permitan), voluntariedad, reversibilidad y temporalidad (por periodos de duración limitada y con varios meses entre un periodo y otro).