Fernando Ruiz de Azúa: “25 años después, hoy haría un pabellón muy similar”

El arquitecto Fernando Ruiz de Azúa lideró la construcción del pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza, que cumple mañana sus bodas de plata.

El arquitecto Fernando Ruiz de Azúa, en su oficina.
El arquitecto Fernando Ruiz de Azúa, en su oficina.
Guillermo Mestre

El pabellón Príncipe Felipe cumple 25 años. Junto a José Jesús Fau y Juan Forés, usted fue uno de los padres de la construcción.


En el proyecto también colaboró mucha gente del Servicio Municipal de Deportes. Recuerdo que existían dos condicionantes: el edificio debía contar con al menos 8.000 espectadores, que luego se amplió a 11.000; y además tenía que costar muy poco dinero. Estamos orgullosos del resultado.


Pese al tiempo transcurrido, sigue siendo una instalación muy útil.


Para eso fue creada. Las obras se realizan para sigan funcionando bien y para tengan la mayor utilidad posible. En este sentido, el edificio está cumpliendo perfectamente con su cometido. No se ha quedado obsoleto.


¿Se construyó pensando únicamente en el baloncesto?


Ni mucho menos. De haber sido así, no hubiéramos apostado por una cancha tan grande. Incluso nos hubiéramos asemejado más a los pabellones americanos, donde el graderío prácticamente está pegado a la pista. El baloncesto fue el motor, pero queríamos que se pudieran desarrollar otro tipo de actividades.


Sin embargo, la instalación ha superado todas las expectativas.


En aquella época, no se concebía que una instalación deportiva pudiera servir también para otros usos, como la celebración de espectáculos o conciertos de música. Ynosotros, en principio, tampoco lo veíamos así. Se trató acústicamente el pabellón, aunque no se hizo pensando en los conciertos sino para bajar el tiempo de reverberación, para evitar los ecos tan molestos que se producían en otras instalaciones. Aunque el sonido es muy bueno, jamás imaginamos que allí actuarían músicos de tal magnitud.


Bob Dylan, Sting, David Bowie, Mark Knopfler, Julio Iglesias, Bunbury...


Eso es un acierto de Zaragoza Deporte Municipal, la sociedad que gestiona el pabellón. Solo le falta organizar una corrida de toros (bromea).


En principio, estaba previsto que el emplazamiento fuera otro.


El planteamiento inicial era construirlo al lado del Seminario. Sin embargo, con los primeros bocetos pudimos ver que el plan era totalmente inviable. Sobre todo por el tamaño de la pista y la capacidad del graderío que querían. Manolo Ramos, el arquitecto municipal, nos propuso entonces una nueva localización: al final de Cesáreo Alierta.


En este sentido, el edificio fue utilizado como polo de atracción.


Una forma de desarrollar las ciudades pasa por situar edificios en puntos estratégicos. En este caso funcionó, porque se prolongó la avenida Cesáreo Alierta, que entonces finalizaba en San José; y luego se desarrolló también todo el complejo de Utrillas, con el centro comercial, las viviendas...


¿El pabellón Paris Bercy fue el modelo a seguir?


Como edificio multiusos, fue el que más me impresionó. Primero por la forma del graderío, que también es octogonal, y segundo por la cubierta. Viendo esa instalación, aprendí que toda la estructura de cubierta tenía que ser como especie de enorme tramoya de teatro.


¿Qué cambiaría del pabellón Príncipe Felipe si tuviera que proyectarlo ahora?


Como concepto de edificio, modificaría muy pocos aspectos. Aunque las instalaciones deportivas han evolucionado mucho, estoy convencido de que hoy, 25 años después, haría un pabellón muy similar: un gran graderío, que sea todo muy continuo y que no haya problema de visibilidad; y sobre ese graderío, una enorme estructura de tramoya. De hecho, en el pabellón Siglo XXI, repetí en cierta forma el esquema arquitectónico del Príncipe Felipe. Aunque sí que cambiaría algo que se nos quedó en el tintero:que un trailer tuviera acceso hasta la misma pista, para descargar con mayor comodidad.