Los secretos del Ministerio del Tiempo

La entrada a las puertas de la serie de TVE está en el madrileño barrio de La Latina. El pozo, sin embargo, no existe, lo han recreado en un suelo verde.

Imágenes del rodaje de la serie, uno de cuyos capítulos se emitió ayer en La 1 y que acaba de renovar por una segunda temporada.
Los secretos del Ministerio del Tiempo
RTVE

Oficialmente es un secreto... pero lo vamos a desvelar. En un lugar discreto del barrio madrileño de La Latina, tras el portón del antiguo palacio de la Duquesa de Sueca (plaza Duque de Alba, 2), se halla la entrada a ‘El ministerio del tiempo’, una institución fundada en tiempos de Isabel la Católica que da nombre a la serie de los lunes de TVE (22.00). Pese al aspecto de abandono hay cientos de funcionarios en su interior, solo hay que llamar al telefonillo... o pillar al conserje despistado, para acceder a un pozo infinito cuya escalera de caracol comunica con puertas que llevan al pasado.


La entrada, la plaza y el palacio que se ven en televisión son reales y están en el centro de Madrid. El interior, sin embargo, es ‘atrezzo’. Las puertas, que por cierto van a quedar abiertas para una segunda temporada tras el éxito de crítica que ha cosechado, son el origen de todo. Y Javier Olivares artífice de la idea junto a su hermano Pablo, fallecido el año pasado, se muestra muy prudente al hablar de esto. "En el guión no está especificado cuántas puertas hay, pongamos que son cientos y cientos. Optamos por las puertas para viajar porque en el caso de haber utilizado una máquina del tiempo tendríamos que haber explicado su funcionamiento y esta serie no es de ciencia ficción, es fantasía. Queríamos tirar más hacia lo mágico que a lo explicable. Todavía hay gente que me dice que esta serie no tiene lógica porque lo de las puertas no se sostiene. ¡Lo que no tiene lógica son los viajes en el tiempo! (risas)".


Para poder darse una vuelta por el pasado, Olivares reclutó a un equipo de creativos que han recibido siete premios Goya y más de 30 nominaciones, así que algo saben de esto. Además, dispone de más de 3.000 metros cuadrados de decorados construidos en tres platós, varias localizaciones urbanas en Madrid y un escenario natural en los alrededores donde se recrean siglos diferentes, desde la Salamanca del Lazarillo de Tormes hasta la corte de Isabel II, capítulo que se emitió anoche y en el que se puede ver cómo Amelia, Julián y Alonso deben viajar 172 años atrás para impedir que un funcionario rebelde huido de la cárcel asesine a Isabel II, regente con 14 años.


La magia del ‘chroma’


El resto de la magia televisiva corre a cargo del ‘chroma’, una pared verde sobre la que se puede proyectar por ordenador cualquier imagen, que se vuelve real a los ojos del espectador. El pozo que alberga las puertas es en realidad un trozo del suelo forrado de verde, sin agujero que dé profundidad, de los Estudios Infinia de Boadilla del Monte. Tampoco son reales las columnas y los arcos del vestíbulo donde todos los novatos preguntan qué ministerio es ese. Y también fue cosa de la tecnología la recreación de la construcción del acueducto de Segovia.


Otros escenarios sí son reales. Como el piso franco del Ministerio que aparece en distintas épocas. Está situado en un rincón del Madrid de los Austrias. Igual que la puerta que usan los funcionarios para salir a fumar, y que da a los camerinos de un teatro de Vitoria de los años 50, para que nadie sospeche al ver a gente disfrazada de épocas diferentes. "Estos detalles y bromas nos gustan mucho porque dan a ‘El Ministerio’ un toque berlanguiano, de ‘Atraco a las 3’, que no siempre se le ha homenajeado bien. No descartamos ninguna idea por absurda o loca que sea, nuestro único límite es el presupuesto".


Lo más difícil de rodar


¿Qué es lo más difícil de rodar? "Recrear épocas como la romana o la prehistoria es complicado porque aquí no tenemos muchos decorados de esos, no como de la época de ‘Isabel’, que los hemos aprovechado. Además, los romanos hablarían en latín y tendríamos que hacerlo así, no traducirlo al castellano o inventarnos el ‘chiripitiflaútico’. Aunque no descartamos darnos una vueltecita por ahí o por América la próxima temporada", cuenta Javier Olivares.


Pero lo más difícil de todo fue rodar con frío, que era final de año. El actor Nacho Fresneda reconocía en una entrevista que se tenía que meter un trozo de hielo en la boca para que no saliera vaho y estaba tan helado que hasta tartamudeaba al hablar.