José Manuel Blecua: "La lengua y el estilo del Quijote son una revolución"

José Manuel Blecua, ayer, en el Pignatelli.
José Manuel Blecua: "La lengua y el estilo del Quijote son una revolución"
Aránzazu Navarro

El filólogo zaragozano José Manuel Blecua, director de la Real Academia Española hasta hace tres meses, volvió ayer "a mi casa, a mi tierra" para pronunciar una conferencia titulada ‘Notas para una lectura del Quijote’. Y lo hizo ante numeroso público, que prácticamente llenaba la sala de la Corona del palacio del Pignatelli, sede del Gobierno aragonés. Antes de iniciarse el acto tuvo tiempo de saludar a la presidenta del Ejecutivo regional, Luisa Fernanda Rudi, y a su disertación asistieron el Justicia de Aragón, Fernando García Vicente, y el delegado del Gobierno en Aragón, Gustavo Alcalde, además de Dolores Serrat, consejera de Educación, Cultura y Deporte, que cerró la convocatoria.


Blecua dio sobradas muestras de ser uno de los más prestigiosos especialistas en el Quijote –fue el responsable de la comisión que organizó en 2005 los actos conmemorativos del IV centenario de la publicación de la primera parte– y realizó un interesante repaso al proceso de publicación de esa primera parte, leyendo incluso el "informe emocionante" por el que el censor real autorizaba la publicación de una obra destinada al "gusto y entretenimiento del pueblo".


También destacó el enorme éxito inmediato que tuvo esta creación cervantina, que tuvo hasta cinco ediciones en un mismo año (algo inédito hasta entonces) y las traducciones de que fue objeto, además de difundirse rápidamente por América. Blecua se recreó imaginando las sensaciones a las que debieron enfrentarse los primeros lectores de una obra que entonces sería considerada algo así como experimental, completamente diferente a lo publicado hasta entonces. "Su lengua y estilo suponen una auténtica revolución", recalcó el filólogo aragonés, quien hizo hincapié en la audacia de Cervantes, que rompió con la tradición de la portada, el título, el prólogo y la línea dialéctica.


Después se centró especialmente en la contraposición constante entre historia y poesía que se aprecia a lo largo de la obra, en la que se asiste a una "contienda teórica entre lo verosímil y la fábula o creación literaria".


Desde el primer párrafo, Cervantes contraviene la norma de describir según manda la retórica, sin situar al protagonista en su patria o lugar concreto de nacimiento. Así, desde este "guiño de complicidad entre el autor y el lector", transcurre una obra "descomunal para afrontarla en un cuatrimestre" –como exigen los planes de estudio–, en la que hay un laberinto de espejos de los más variados estilos literarios, una riada de vocablos nuevos y uno de los triunfos definitivos de Cervantes: dotar de autonomía a los personajes de la historia.