El museo de las maravillas

Viaje a una casa encantada o el secreto de los orígenes del cine, la foto, la física y la óptica.

Inventario de joyas visuales y tipográficas: libros clásicos, bellamente encuadernados; los pop-up; manuales de proyección y una colección de películas fotográficas.
El museo de las maravillas
Guillermo Mestre

En casa de Paco Boisset y de Stella Ibáñez no hay una habitación sin libros. Visitar su biblioteca, que se extiende por toda la casa, es como recorrer la historia de la fotografía, del cine y el precine, de los juguetes ópticos y las artes gráficas. La palabra biblioteca, aquí, adquiere un significado más amplio: Paco y Stella no sólo tienen una importante colección de libros –unos diez mil– sino que además tienen una excelente y extensísima colección de objetos relacionados con estas artes: cámaras fotográficas y de cine, proyectores, linternas mágicas, zoótropos y un sinfín de cosas más. Su colección y su biblioteca son un proyecto de vida que iniciaron hace más de treinta años y que siguen completando en sus viajes por Europa, en sus búsquedas por rastros y librerías de viejo de Francia, Bélgica y Holanda y en las ‘villas de los libros’ que tanto les gustan.


Todos los libros que tienen son de uso. No le dan importancia a que la encuadernación esté perfecta o a que su estado sea impecable porque lo que Paco y Stella valoran en un libro es su contenido, su capacidad para informar y transmitir conocimiento, lo que pueden aprender con él. Sus libros están llenos de papelitos con anotaciones señalando páginas. Son las huellas de horas de lectura y trabajo que les han servido para identificar algunos de los objetos de su colección, poder datarlos correctamente y obtener información técnica precisa. Una fuente importante de información para sus investigaciones es su amplia colección de revistas ilustradas de divulgación científica del siglo XIX, como el ‘Magasin Pittoresque’ de 1839 –donde aparece la primera mención al daguerrotipo, con su descripción y la forma de operar– o ‘La Nature’, que en 1895 dedica un artículo al cinematógrafo de los hermanos Lumière antes de que se hubiera realizado la primera proyección pública: "estas revistas cuentan el nacimiento de lo que somos justo en el momento en que ocurría", dice Paco.


La biblioteca cuenta con un buen número de libros pop-up. Uno de los más antiguos es un libro de teatro del neerlandés Joost van den Vondel, el ‘Palamedes of Vermoorde Onnozelheit’, una edición de 1707 que cuenta la caída en desgracia y ejecución de Jan van Oldenbarnevelt, hombre de estado holandés. Los grabados de Jan Luyken muestran escenas alegóricas y tienen partes móviles que dejan ver detalles y retratos ocultos. Los primeros libros móviles fueron cartas de astros, libros de medicina y de ciencia. Una de las piezas más curiosas de la biblioteca es un ‘belorcio’ -un atlas del cuerpo humano por planos de disección- de finales del siglo XIX con una producción exquisita: con unas pinzas vamos levantando capas de piel, músculos y huesos de una elegante figura masculina hasta llegar al corazón.


Sorpresas en el armario


Cada armario que se abre, cada cajón, están llenos de sorpresas. En ellos hay objetos con nombres tan sugerentes como sombras chinas, fisionotrazos, litofanías o sombras sediciosas. Dentro de un precioso mueble de hilaturas -de los muchos que hay repartidos por la casa- están los folioscopios, flipbooks o cines de mano. Los hay con dibujos y con fotografías; algunos servían como reclamos publicitarios, como el que anuncia el pasaje ‘El Ciclón’ en los años 30; otros mostraban escenas del folclore popular, como la serie de ‘Fotografías Animadas’. Dedicados a la jota aragonesa, al baile andaluz, al baile fantástico y a un divertido duelo de damas, son los más antiguos y especialmente curiosos: "Es cine cuando prácticamente no existía el cine", explican Paco y Stella. "Están hechos en 1898, tres años después del nacimiento del cine, y lo curioso es que el formato coincide exactamente con el negativo fotográfico de esa época, por lo que seguro que tuvo que hacerse con una cámara de cine con un paso muy lento".


La curiosidad de Paco y Stella es enorme. No se limita a los objetos que coleccionan, les interesa también la representación de estos objetos en cromos, estampas e ilustraciones. Tienen una extensa colección de tebeos donde han aparecido reproducidas cámaras fotográficas y cinematográficas. "Me gustan los márgenes de las cosas, lo que hay alrededor", dice Paco.


Mires donde mires hay un libro interesante con una historia detrás. Las paredes de su estudio están cubiertas de libros sobre fotografía y cine, tratados de física y óptica. Uno de los más especiales es un tomo de ‘Leçons de physique experimentale’ del Abad Nollet, de 1761. A través de grabados explicativos muestra el funcionamiento de lentes y prismas y su utilización para fabricar cámaras oscuras, linternas mágicas y demás aparatos ópticos. También son curiosos los catálogos y muestrarios de películas fotográficas, como el de ‘Pathé-Cinéma’ editado en los años 20, con muestras de negativos y su reacción a distintas exposiciones, temperaturas, tinturas y virajes.


Tipografía, cromos, estampas...


Como no podía ser menos en una pareja de impresores apasionados por su oficio, los libros sobre tipografía constituyen una parte importante de la biblioteca. Además de tratados y libros técnicos, conservan folletos, catálogos promocionales y toda suerte de materiales. Algunos son muy hermosos, como los catálogos de los años 30 de la Fundición Nebiolo de Turín con tipos de letra, orlas, adornos, filetes y demás ornamentos para las imprentas.


Además de las disciplinas mencionadas, hay otra que ocupa gran parte de su interés: el ferrocarril.


Aunque parezca alejado de las artes anteriores, Paco explica que no es así: "nos movemos en el transporte de información, en el transporte de ideas... el ferrocarril tiene que ver con la imprenta, con el cine; al fin y al cabo, en el ferrocarril transportas personas y objetos; en un libro transportas ideas e imágenes. En el cine, transportas movimiento y narración. Todo es lo mismo".


Atesora libros de rutas, los itinerarios de los maquinistas con los horarios exactos al pasar por cada punto kilométrico y la velocidad a la que deben ir. Les acompañan cromos, estampas, calendarios y barajas alusivas al tema.


Les pido que me enseñen un libro especial. Aunque no consiguen elegir uno que destaque por encima de los demás, finalmente me muestran un libro de imágenes ocultas de 1817 que sólo habían visto en catálogos de coleccionistas hasta que lo encontraron en una librería holandesa. A primera vista es un libro de teatro inglés con el corte de las páginas tintado en oro, pero al colocar el corte en una posición determinada se forma una escena de teatro imposible de ver de otra manera.


También son muy especiales los libros de cronofotografía de Muybridge, que llevan por títulos ‘Animals in motion’ y ‘The human figure in motion’, que estudian el movimiento humano y animal. "Teníamos una edición facsímil, y cuando encontramos esta primera edición fue una alegría", señalan.


"Los libros nacen de la necesidad. Son una fuente de información, de conocimiento y de entretenimiento. Nacen de la necesidad de tener un caparazón en el cual te sumerges para poder vivir", dice Paco. Su caparazón, su biblioteca, es un refugio y el mejor antídoto contra la falta de curiosidad.