La torcaz vuelve para quedarse

Las torcaces ya han emprendido su regreso al norte de Europa y están de paso por la capital aragonesa, con desagradables consecuencias. Las calles y los parques de Zaragoza están plagados de los excrementos de estas aves.

Los bancos de la plaza de los Sitios sufren las consecuencias de la presencia de las torcaces.
La torcaz vuelve para quedarse
Oliver Duch

Cuando pasee por zonas verdes y parques preste especial atención en evitar los árboles: las palomas torcaces están de paso por Zaragoza y pueden sorprender desagradablemente a más de un transeúnte. Estas aves migratorias vuelven al norte de Europa, durante los meses de marzo y abril, después de pasar un cálido invierno en el sur de la Península y las consecuencias de su regreso se pueden apreciar en bancos, aceras y terrazas.


La torcaz es una de las palomas más grandes que existen, como también lo son sus excrementos. Y si hasta hace unos años solo estaba en la capital de paso, ahora ha venido para quedarse. El servicio de Biodiversidad del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón ha detectado que desde hace tres o cuatro años estas aves tienen una mayor presencia en la ciudad, si bien su hábitat siempre ha sido el medio rural. Además, hay que diferenciar a las que son migratorias –es decir, que solo están en España durante el invierno– de aquellas que son sedentarias y, por tanto, anidan, se emparejan y se reproducen en la Península (y también en Zaragoza). Estas son minoría.


El paso del medio rural al urbano y los movimientos propios de la migración hacen que sea muy difícil controlar a las torcaces e intentar evitar sus molestas deposiciones. Desde la Unidad Verde del Ayuntamiento de Zaragoza señalan que con las palomas domésticas –esas que reinan en la plaza del Pilar– se puede realizar un trabajo de control estable, pero con las torcaces no. Aun así, las consecuencias de su presencia en el entorno de la ciudad son eliminadas por el servicio de limpieza municipal dentro de las tareas de mantenimiento habituales.


Censo con tendencia positiva


"Al contrario que otras aves, las torcaces han experimentado durante los últimos treinta años un crecimiento positivo", explica Juan Carlos Atienza, director de Conservación de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/ Birdlife). Se calcula que cerca de tres millones de ejemplares entran y salen de España y se ha apreciado un aumento del 2% anual en la población de torcaces. Es una especie cinegética, es decir, que se puede cazar, aunque está prohibido hacerlo durante sus movimientos migratorios o en época de reproducción.


Estas palomas son "el doble de grandes" que las normales, apunta Atienza, y son "salvajes", lo que significa que si uno se acerca a una torcaz con un trozo de pan y la intención de darle de comer, esta declinará el ofrecimiento. "Aun así –añade– son confiadas y se les puede ver muy bien en los parques".


Las áreas verdes y calles arboladas son zona de riesgo, ya que "jamás anidan en estructuras humanas, lo hacen en árboles", apostilla el director de Conservación. La plaza de los Sitios, de San Pedro Nolasco, el paseo de la Constitución y otros viales como Jerónimo Zurita sufren la presencia de estas aves y están llenas de excrementos. La misma suerte corren los vehículos aparcados en estas zonas, con el agravante de que las deposiciones de la torcaz corroen la pintura de los coches y los asientos de las motos están desprotegidos.


El azote de las terrazas


"Es horroroso". Los dueños de bares y cafeterías, que aprovechan el aumento de las temperaturas para ir colocando las terrazas, no saben qué hacer. En San Pedro Nolasco, sentarse fuera del establecimiento es visto como acto de valentía por los hosteleros. "Miedo me da cuando la gente se sale fuera a echar el cortado", confiesa una de las trabajadoras del bar Le Kir. La camarera explica que, además de que te pueda caer encima, pisar una de estas deposiciones también tiene su peligro: "El domingo una señora casi se mata porque los excrementos resbalan cuando los pisas".


Aunque intentan poner una sombrilla para prevenir sorpresas, toda la zona de las mesas y las sillas está llena de suciedad. En el Quiosco comparten la misma opinión:"Hacen faltan chubasqueros, paraguas y de todo para poder sentarte". Acaban de montar la terraza y, aunque en teoría las torcaces están de paso, suponen un problema "tanto para los clientes como en lo económico". En Le Kir critican que los servicios de limpieza "no pasen más a menudo" y que deberían hacerlo a "primera hora de la mañana", cuando la plaza está vacía.


Los hosteleros están "desesperados" pero tampoco saben qué soluciones pueden poner para aliviar las molestias que causan las "ratas voladoras", como se refieren a ellas en el Quiosco. Aunque se muestran resignados hasta que las torcaces den por finalizada su estancia en la capital, preguntan por qué no se toman medidas para hacer más llevadera su presencia. Por el momento, solo queda extremar la precaución cuando se camine por parques y evitar los árboles.