​En 1860, Zaragoza tenía 239 calles, la mayoría, estrechas y polvorientas

La ‘Guía de Zaragoza’ de 1860 nos habla de una ciudad pequeña, mal iluminada y escasamente rotulada.

Según la ‘Guía de Zaragoza’ de 1860, la capital contaba entonces con 239 calles, la mayoría de ellas estrechas, mal pavimentadas y polvorientas. Y como cuando llovía se convertían en auténticos lodazales, en la década de los cincuenta se había comenzado a adoquinarlas y a enlosar las aceras. También fue por esos mismos años cuando se instalaron faroles de reverbero, que funcionaban con aceite. Sin embargo, no faltan los numerosos testimonios de los viajeros de la época que atestiguan lo mal iluminadas que estaban las calles zaragozanas, por lo general desiguales y tortuosas, debido a su remoto origen. Un poco más adelante, en 1863, comenzaron a cambiarse los nombres de las calles, excepto en el casco antiguo, donde se han conservado hasta nuestros días. De ese mismo año data la numeración de las casas y la obligación de rotular el nombre de las calles, que se hacía en negro sobre una baldosa blanca. Una Real Orden de 1858, en los albores de la estadística con rasgos de modernidad, fue la causa del nomenclátor moderno.