Los ciclistas ven “disuasorio” el continuo cambio de normas y temen que las bicis vuelvan al trastero

Instan a que se señalicen las calles peatonales por las que excepcionalmente pueden circular. El Ayuntamiento lleva "meses esperando" que el Gobierno apruebe el reglamento de tráfico.

No se sabe cómo acertar. Lo que ayer estaba prohibido, hoy se permite, o no, o solo en algunas circunstancias, o únicamente de determinadas maneras. El continuo cambio de normas respecto a la circulación ciclista no solo está generando confusión entre los amantes de los pedales sino que también está lastrando el auge de las bicis en la ciudad. Los colectivos instan a que se evite este "efecto disuasorio" e instan al Ayuntamiento a señalizar debidamente las calles peatonales por las que, desde hace unas semanas y de forma excepcional, se les permite circular. El Consistorio, por su parte, recuerda que ya ha modificado los artículos de la ordenanza que puso en jaque el Supremo (lo referente a la circulación por las aceras) y que sigue a la espera de que el Gobierno de España defina y apruebe el reglamento de Tráfico.


El pasado 25 de febrero Movilidad publicó un listado "provisional y ampliable" con 213 espacios restringidos al tráfico pero que se consideran ciclables (incluye, por ejemplo, la plaza del Pilar) pero aún no se ha implantado la señalización adecuada.


"Es cierto que desde entonces no se ha multado a nadie por circular por estas calles pero es una situación extraña, parece que estemos en una especie de limbo porque predominan en todas estas calles las señales R-100, que prohíben la circulación", explica Alberto Lorente, uno de los portavoces de Pedalea. Desde el colectivo, además de solicitar que se coloquen señales de ‘Excepto bicis’ que les liberen de la prohibición, también apuntan otro inconveniente: muchas de estas calles (véase Pabostría, Contamina o San Pablo) son de una sola dirección porque, con sus estrecheces, no caben dos coches juntos. Así, aunque las bicis puedan pasar por ellas han de hacerlo solo en un sentido, arriesgándose a ser multados los ciclistas si van en dirección contraria. Pedalea cita como botones de muestra las calles de Heroísmo, Palafox o la propia Cinco de Marzo, por donde –en principio– solo podrían ir de Independencia hacia Salamero y no al revés.


De cualquier forma, y como también solicitan desde la plataforma Acera Peatonal, lo más urgente es que se clarifique por qué calles pueden ir las bicis y cuáles siguen vetadas porque "los usuarios no son una suerte de taxistas tecnológicos capaces de memorizarse un callejero colgado en una web". De momento, con el afán de "no añadir más confusión", los 213 espacios ciclables apenas se han difundido en la página web del Ayuntamiento de Zaragoza y, aunque no se descartan campañas informativas, Movilidad prefiere esperar a que Tráfico establezca unas normas "claras y comprensibles" que se están haciendo de rogar. Por su parte, el presidente del Observatorio de la Bicicleta, Pablo Muñoz (IU), considera que "el reto es conseguir el respeto a los ciclistas en la calzada y, para ello, hay que educar a los conductores para que no los atosiguen y compartan el espacio de forma amable".


De momento, tímidamente, se han ido ofreciendo charlas como la del pasado día 11 en el palacio de los Morlanes, organizada por el Cipaj, para resolver dudas sobre el uso urbano de la bicicleta. Ahí –con representantes del Ayuntamiento, La Ciclería y Recicleta, entre otros– se pusieron de manifiesto "anomalías o contradicciones" como que en la plaza del Pilar haya una estación Bizi pero, hasta ahora, no se pudiera acceder a ella salvo a pie. También se trató el siempre peliagudo tema de por qué está prohibido a las bicis ir por la traza del tranvía en el Coso, entre la plaza de España y César Augusto. Se arguyen motivos de seguridad, no tanto porque pueda haber accidentes con el tranvía (los convoyes apenas van a 10km/h) sino porque los ciclistas pueden meter sus ruedas en los raíles y caer.


Se recordó que hay aceras vetadas porque no ofrecen la más mínima duda (denuncien a quienes vean circular por Don Jaime, Bretón o la avenida de América, por ejemplo) y se puso en duda la efectividad de que las bicis puedan ir por los incómodos bulevares de Constitución o Sagasta.


No obstante, y para concluir con buen sabor de boca, es de justicia reconocer que también ha habido soluciones ‘salomónicas’ que han contentado a todos. Por ejemplo, el borrado de la acera bici en Independencia liberó el paseo para los peatones e hizo regresar a los ciclistas a la calzada, donde se benefician –además– de los semáforos en permanente ámbar que les permiten pasar sin detenerse ni generar riesgos.