Altarriba y Keko: ecos de maldad

Antonio Altarriba, ganador del Premio Nacional del Cómic con ‘El arte de volar’, cambia completamente de registro en ‘Yo, asesino’, cómic en el que nos invita a viajar por la mente de un asesino en serie.

Portada de 'Yo, asesino'.
Altarriba y Keko: ecos de maldad
Norma Editorial

La dedicatoria "…este libro donde el crimen se justifica con el arte, y el arte funciona como un crimen" en mi ejemplar de ‘Yo, asesino’ resume a la perfección el último cómic del aragonés Antonio Altarriba. Así comienza, "Matar no es un crimen. Matar es un arte". Sin darnos cuenta, el primer asesinato. Un corte certero cercena una anónima yugular, en una calle llena de testigos, a plena luz del día. La sangre mana y tiñe de rojo el negro de las ilustraciones de Keko. En tres viñetas quedamos atrapados en el oscuro mundo de Enrique Rodríguez Ramírez, catedrático de la Universidad del País Vasco, miembro del grupo de investigación Arte y Crueldad. Antonio Altarriba es guionista, escritor, crítico y profesor, como el personaje, en la Universidad del País Vasco. El ganador del Premio de la Librería Cálamo y del Premio Nacional del Cómic con ‘El arte de volar’, cambia completamente de registro en ‘Yo, asesino’, cómic en el que nos invita a viajar por la mente de un asesino en serie, que convierte el acto de matar en una obra de arte. Un artista que "trabaja con la materia más preciosa y difícil de manipular, la vida". Y como artista que es, Altarriba le concede la libertad de expresarse libremente con sus obras.


El arte está muy presente en ‘Yo, asesino’. Son varios los cuadros de los que se valen Altarriba y Keko para formar el discurso que va punteando la historia cumpliendo una funcionalidad narrativa.


Pero ‘Yo, asesino’ esconde mucho más. Con su guión Altarriba recupera el debate sobre la maldad y la naturaleza humana y el acto de matar. De fondo, la cuestión vasca. Enrique Rodríguez y otros compañeros de facultad deben lidiar con los simpatizantes de ETA que son quienes llevan las riendas del departamento al que pertenecen. A partir de aquí surgen varias preguntas sobre qué necesita el ser humano para matar. Enrique Rodríguez sin embargo es rotundo: "matar por nada es un acto revolucionario". Así, de esta manera deja al descubierto lo artificial, lo pueril de las razones que pueden justificar el acto de asesinar. Él mata por nada, "matar es el acto trascendente por excelencia".


La elección de Keko como ilustrador es todo un acierto. Keko crea una tensa atmósfera con su impecable uso del negro. "La tinta, esa negrura de la que sale una luz" es el título de una exposición que visita Enrique Rodríguez. Es lo que hace Keko, crear un acertado juego de luces y sombras, manchado por el rojo intenso de la sangre logrando unas efectistas páginas en cada uno de los asesinatos cometidos. El cómic gana en luminosidad cuando se trata de recrear la vida profesional y sentimental del asesino. Y en su trabajo, sale airoso también del reto de dibujar espacios urbanos conocidos. Resulta escalofriante ver la cara del asesino. Para los que nunca hayáis visto a Altarriba ni en foto ni en persona, sabed que cuando Keko buscaba la imagen para el personaje principal siempre se le aparecía Altarriba (Fotos: Oliver Duch). El tándem Altarriba y Keko logra así una obra redonda con la que han ganado el Gran Premo ACBD de la Crítica en Francia y el Premio Zona Cómic de los libreros especializados en cómic de CEGAL (Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros).