A la caza y captura del silencio cósmico

El Laboratorio Subterráneo de Canfranc muestra sus exploraciones del Universo a los jóvenes ‘científicos’ del Xavierre.

El grupo, en el interior del laboratorio de Canfranc.
A la caza y captura del silencio cósmico
Comunicaciones Mil

Están parados ante las dos puertas superblindadas que separan el Laboratorio Subterráneo de Canfrac (LSC) del mundo exterior. A 850 metros bajo tierra. Sobre sus cabezas, el pico pirenaico El Tobazo. Dentro ya de la ‘fortaleza’, montones de dígitos llenan los paneles que controlan temperatura y cantidad de oxígeno en las instalaciones. Los alumnos de ciencias de 2º de Bachillerato del Colegio Cardenal Xavierre de Zaragoza se quitan el polvo de sus zapatos para entrar en el único laboratorio de España que horada las profundidades de la Tierra en busca del silencio cósmico. ¿Pero qué es eso del silencio cósmico? "Bajo tierra hay menos radiactividad", explica a los estudiantes Alberto Bayo, responsable de Electrónica del laboratorio. Todo en el mundo es radiactivo, todo emite partículas radiactivas; y de ellas huyen los investigadores del LSC, porque, en ese vacío cósmico, solo quieren detectar neutrinos y materia oscura, convencidos de que estos guardan mucha información del Universo. Así que los técnicos de Canfranc cortan el paso a la radiactividad del exterior con parapetos de papel, cobre, aluminio, plomo, polietileno y bloques de agua y hormigón. Con estos materiales blindan sus detectores, a la espera de pillar in fraganti a los neutrinos y la materia oscura, "astropartículas primigenias difíciles de detectar porque, aunque nos atraviesan continuamente, pasan sin apenas interaccionar", cuenta Bayo.


Por eso, también la Universidad de Zaragoza, responsable de este centro, ha elegido los antiguos túneles –carretero y de ferrocarril– que unen España y Francia para instalar sus detectores de germanio. Ahí, a medio camino entre ambos países, se encierran técnicos y científicos que efectúan mediciones para sus proyectos de investigación. Todo está monitorizado. Tres veces a la hora, se mueven en el LSC 25.000 metros cúbicos de aire. Comparten el tendido eléctrico de las pistas de esquí que discurren en la superficie, aunque, para los experimentos en marcha, tienen sistemas eléctricos alternativos por si se va la luz. Casi 300 investigadores de diferentes países realizan aquí sus experimentos. Su gran proyecto: Next, un detector de alta sensibilidad, podría estar terminado en 2017.