Medio Ambiente acelera las obras para sellar Bailín antes de la época de lluvias

Ya se han colocado dos barreras de filtros en el barranco antes de llegar al río. Se harán sondeos en el vertedero viejo para poder extraer el residuo más peligroso e incinerarlo fuera.

Las barreras y los filtros construidos en el barranco de Bailín para evitar que el lindano llegue al río Gállego estarán operativos antes de la primavera. Los trabajos se desarrollan contra reloj y a finales de marzo la consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón habrá ejecutado todas las obras de emergencias programadas para recoger y tratar las escorrentías que circulan por las 30 hectáreas de suelo contaminado del vertedero de Sabiñánigo y su entorno.


El calendario de obras se planificó para acabar antes de la época de lluvias, confirmó el jefe del servicio de Control Ambiental, Juan Carlos Rabal, aunque las últimas precipitaciones "no se han notado en el río", pues en los análisis ya no se aprecian elevadas concentraciones de lindano.


Los trabajos comenzaron en noviembre, una vez declarada la emergencia. En el tramo final del barranco hay colocada una barrera de grava para detener los sedimentos y otra de carbón activo. Desde una arqueta se bombeará el agua a la depuradora que se está construyendo cerca del cauce. Los filtros adicionales funcionarán cuando aumente el caudal por encima del que se puede tratar en la planta. Además, aguas arriba se han retirado las tierras contaminadas y se han abierto caminos para poder trabajar en el angosto barranco. Por último, está previsto hacer una caseta para ubicar los aparatos de toma de muestras (se coge una cada 15 minutos).


Con estas medidas se considera que el barranco estará controlado, aseguró Juan Carlos Rabal, y también preparado para otros momentos críticos, como el que se producirá cuando se reabra la celda de seguridad del vertedero para almacenar en ella los residuos extraídos de la propia fábrica de Inquinosa.


Este cauce que desemboca en el Gállego no es el único frente de trabajo en Bailín. La actividad también es intensa en el vertedero, a pocos metros. Aquí están construyendo el nuevo tanque de tormentas, que permitirá pasar de una capacidad de almacenamiento de 3.000 m3 a más de 5.000. Además está pendiente duplicar el volumen del tanque de aguas, al que van a parar las tratadas en la depuradora y que, una vez analizadas, se vierten al río; y se harán unas reformas en esa planta para optimizar su rendimiento.


Todas estas acciones, ejecutadas por la empresa pública Sarga con ayuda de subcontratistas, forman parte del plan de emergencia, presupuestado en 4,6 millones de euros y que debe finalizar el próximo verano. Pero en paralelo siguen adelante los trabajos contemplados anteriormente para el seguimiento hidrogeológico del vertedero desmantelado entre mayo y septiembre de 2014. Fue precisamente el traslado de los residuos desde aquí a la nueva celda de seguridad lo que provocó la contaminación del río.Sondeos para sacar el lindano


A lo largo de las cuatro hectáreas del antiguo vaso, se han abierto caminos y se han marcado puntos de sondeo para iniciar la extracción de lo que los técnicos consideran "la preocupación número uno", la fase densa de los residuos, donde está la mayor carga: cada litro puede contaminar un hectómetro cúbico de agua. Enterrada bajo la montaña que antes estuvo cubierta de basura tóxica, se captará y dirigirá a la depuradora para tratar de segregarla de los arrastres de la lluvia.


En una semana comenzarán los sondeos, que profundizarán hasta 30 metros. Luego los agujeros se equiparán con bombas de aire comprimido y a través de una red de tuberías se conducirá el desecho a un punto. La fase densa líquida no acuosa del lindano se está extrayendo desde 2005 con un sistema de control repartido por todo el vertedero de Bailín, aunque ahora por primera vez se sacará de debajo del vaso.


En 2014 se extrajeron 2.000 litros y la estimación es sacar en dos o tres años de 10.000 a 15.000, previsión que podría quedarse corta. "Habrá una parte que no podremos bombear y que trataremos con compuestos químicos en el acuífero", precisó Jesús Fernández, geólogo de la dirección general de Calidad Ambiental. Este residuo se lleva a incinerar a Francia, con un coste de 3.000 euros cada 1.000 litros, lo mismo que el lodo de la depuradora y el carbón activo cuando se agota.