Unos Óscar en busca de autor
El cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu puede repetir la hazaña de su compatriota Alfonso Cuarón el año pasado y recoger la estatuilla al mejor director
Birdman y Boyhood se disputan la próxima madrugada unos premios que apuestan por un cine personal, alejado de las superproducciones de los estudios
Alejandro González Iñárritu parte con ventaja en las casas de apuestas. Ha ganado todos los premios de los sindicatos y de los críticos por su divertidísima crónica del estreno teatral de una obra en Broadway, con la que un actor que años atrás triunfó como superhéroe quiere ganarse respetabilidad. Rodada en un único (falso) plano-secuencia y casi sin salir del teatro, Birdman se ríe del ego de los intérpretes, de los críticos amargados y de Hollywood. También es un recital actoral de su protagonista, Michael Keaton, que acaricia ya el Óscar por enfrentarse a este juego de espejos: al igual que el protagonista, Keaton también vivió su decadencia tras ser el primer Batman a las órdenes de Tim Burton.
El Premio del Sindicato de Directores le asegura en cierta medida el Óscar en esa categoría a Iñárritu. Repetiría la hazaña de su compatriota Alfonso Cuarón la edición pasada con Gravity en un nuevo triunfo de cineastas mexicanos en Hollywood. En 67 años de historia, el ganador del Sindicato de Directores se ha hecho siempre con la codiciada estatuilla.
Los 20 millones de dólares que costó Birdman convierten el filme en una superproducción si lo comparamos con su principal rival, Boyhood. Su director Richard Linklater la rodó en sus ratos libres durante doce años con la ayuda de amigos actores que hacían un hueco en sus apretadas agendas y cobraron el sueldo mínimo establecido por los sindicatos: cuatro dólares y medio la hora. Era la única manera de capturar la vida y asistir al crecimiento en pantalla del chaval protagonista. Linklater ha conquistado el corazón del público con un drama colosal, profundamente emotivo y humano, un relato muy americano que no sería nada improbable que coronase a Richard Linklater esta noche.
Michael Keaton llegará ensayado su discurso de agradecimiento. Solo pueden aguárselo los dos protagonistas de sendos biopics, historias de superación basadas en hechos reales, tan del gusto de los académicos veteranos. Benedict Cumberbatch y Eddie Redmayne, que encarnan, respectivamente, a dos héroes torturados en The Imitation Game y La teoría del todo: Alan Turing, el matemático que descifró las comunicaciones nazis durante la guerra pero que acabó estigmatizado por su homosexualidad, y Stephen Hawking, el físico que vivió una historia de amor en Cambridge cuando le diagnosticaron una enfermedad degenerativa.
Entre las actrices, la ganadora está más clara: Julianne Moore, una mujer enferma de alzhéimer en Siempre Alice. Los Óscar este año no recaerán en ningún español, más allá de que la argentina Relatos salvajes, candidata a la estatuilla de habla no inglesa, está producida por los hermanos Almodóvar. La favorita es la rusa Leviatán, cuyo triunfo no verán en su país porque ningún canal emitirá la ceremonia.