La ciudad se vuelca con sus Amantes

La escena sobre las nupcias medievales llenó de público la plaza de la Catedral. Música y danzas arroparon a los actores aficionados en los primeros momentos del drama.

Escena cómica en el atrio de la catedral
La ciudad se vuelca con sus Amantes
Jorge Escudero

Una plaza de la Catedral abarrotada de público se emocionó ayer ante la escenificación de unas nupcias al más puro estilo medieval. El atrio del templo fue el escenario de uno de los principales episodios de la recreación teatral de las Bodas de Isabel, la fiesta basada en los Amantes que se celebra este fin de semana en Teruel, como es el casamiento pactado entre la protagonista femenina de la leyenda y el malvado del trío amoroso, Pedro de Azagra, dos personajes interpretados por Eva Vázquez y Raúl Cardona. El drama desencadenado en esta primera escena inundó de tristeza el ambiente, y el público pareció identificarse con la historia de amor imposible de una apesadumbrada Isabel, envuelta en seda dorada y rojo coral.


En torno a los dos actores principales desfilaron personajes variopintos, representantes del tejido social de la época: monjes de la abadía de San Arnoldo, caballeros y nobles, que completaron un montaje aderezado con la música de las gaitas de boto, los tambores y bombos.


Uno de los momentos más emotivos fue protagonizado por el pequeño Guillermo, que recreando la figura del hermano de Diego de Marcilla –el despechado protagonista masculino de la leyenda– se presentó ante Isabel con la espada de aquel. Fueron unos segundos tensos, que traspasaron el escenario y alcanzaron de lleno al público.


Pero, sin duda, la secuencia más efectista fue la del vuelo de un halcón sobre el cielo de Teruel, en cuya patas portaba una bolsa con los anillos nupciales. El ave planeó unos segundos sobre las cabezas de los presentes hasta posarse en el brazo del halconero. El apartado faunístico se completó con dos suricatos, pequeños mamíferos que, según el guión de la obra, formaban parte de un regalo de boda para los desposados.


El punto cómico corrió a cargo de un grupo de juglares, con la música y la poesía como armas principales. Con un tono picante, los actores fueron recreando diversas escenas con los siete pecados capitales como protagonistas. Los aplausos inundaron la plaza de la Catedral.


Besos robados, brindis con cerveza de la Abadía de San Arnoldo y arcos con guirnaldas floreadas precedieron a un corto trayecto de Isabel de Segura y Pedro de Azagra a lomos de sendos caballos con destino a la plaza de la Marquesa. El recorrido de una comitiva arropada por caballeros y lacayos transcurrió por las principales calles del Casco Histórico, incluida la céntrica plaza del Torico.