Los sueldos millonarios del Ibex

La mediana de lo que cobra un ejecutivo es de 2,2 millones, 100 veces más que un asalariado.

Ignacio Sánchez Galán, consejero delegado de Iberdrola, tiene la retribución más alta del Ibex.
Los sueldos millonarios del Ibex
Efe/Iberdrola

El sueldo más habitual entre los 14,5 millones de asalariados que hay en España ronda los 15.000 euros brutos anuales. Pero el sueldo medio supera los 22.726 euros al año por el efecto de quien cobra salarios mucho más elevados, entre ellos los principales directivos de las empresas del Ibex.


La brecha entre un trabajador y un alto ejecutivo de una cotizada es enorme. La retribución mediana (la que divide al número de altos cargos en dos partes iguales, los que tienen una remuneración superior y los que la tienen inferior) es de 2,2 millones de euros frente a la mediana de 19.040 euros de un asalariado. Es decir, 100 veces más.


En las cifras analizadas se han incluido todas las retribuciones: sueldo, aportaciones al plan de pensiones, indemnizaciones y otros conceptos, como obliga la CNMV. El año pasado, los ejecutivos mejor pagados fueron los que habían sido cesados, gracias a los blindajes de que disfrutaban.


En primer lugar aparece Juan María Nin, consejero delegado de Caixabank hasta finales de junio de 2014. Percibió casi 16,5 millones de euros, por la indemnización de 15 millones de su cese.


Otro ejecutivo que se fue con la mochila llena es Andrea Brentan, consejero delegado de Endesa hasta octubre, cuando dejó el cargo tras cerrar la venta de los activos de Endesa en Latinoamérica a Enel, accionista mayoritario. Su ‘premio’ fue de 12,5 millones de euros, de los que 11 millones fueron la indemnización.


Ana Botín, presidenta del Banco Santander desde septiembre tras el fallecimiento de su padre, recibió 8,8 millones de euros, un 41% más que lo que percibió el año anterior como consejera delegada de Santander UK y, a la vez, casi el triple de lo que ganó Emilio Botín en 2013.


Según el último informe sobre salarios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la diferencia de ingresos entre los más ricos y los más pobres ha aumentado un 50% durante la crisis y España es precisamente el país desarrollado donde más se ha incrementado esta desigualdad.


La crisis ha puesto encima de la mesa las altas retribuciones de los ejecutivos de las grandes empresas. Sobre todo porque, en algunos casos, mientras se deterioraban los resultados de las compañías, sus máximos responsables seguían engordando sus bolsillos. "Toda una perplejidad ante la que ya se ha comenzado a actuar", explica Fernando Peñalva, profesor del IESE. Considera que "la remuneración debe ir ligada al desempeño personal del consejero, los resultados de la empresa y también los ajustes necesarios por la situación del mercado o del sector".


Unos suben, otros bajan


Dejando a un lado las indemnizaciones, la retribución más alta del Ibex es la del presidente y consejero delegado de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, con más de nueve millones de euros, un 22,6% superior a la del ejercicio precedente. La más baja corresponde a Ana María Llopis, presidenta no ejecutiva de DIA.


La presidenta de FCC, Esther Alcocer Koplowitz, y el presidente de Jazztel, Leopoldo Fernández Pujals, no perciben remuneración, aunque tampoco son cargos ejecutivos y sí accionistas relevantes.


Quien más se ha subido el sueldo es el consejero delegado de IAG, Willie Walsh, un 223%; bien es cierto que los beneficios del ‘holding’ que engloba a British Airways, Iberia y Vueling aumentaron un 555%.


Otro dato curioso es que el presidente y el consejero delegado de Abengoa cobraron lo mismo: 4,48 millones.


En total, una decena de consejeros vieron congelada su retribución, y para otros seis bajó. La remuneración fija del presidente de Repsol, Antonio Brufau, se redujo casi un tercio por los cambios en el consejo de la petrolera, que supusieron el nombramiento de un consejero delegado, Josu Jon Imaz.


Los expertos consideran que, en general, las retribuciones de los altos ejecutivos resultan elevadas. "Muchas son muy altas, eso es seguro, aunque tampoco se puede generalizar", afirma Carlos Losada, profesor de Esade. Esas remuneraciones, según él, deberían incluir "una competitividad externa para atraer directivos y, a la vez, una equidad interna respecto a la cultura de la organización y de sus órganos de dirección".


Mario Lara, socio de PwC, destaca que, además de la evolución del mercado y de los resultados de la propia compañía, también debe influir "el desempeño personal". "Existen parámetros cuantitativos para calcular esa implicación del consejero con la empresa -explica-, aunque también elementos importantes que no son estrictamente financieros y que antes no tenían tanta presencia".