Suspenso en Madrid

El CAI exhibe su peor versión en la pista del Estudiantes y compromete aún más sus opciones de acceder al ‘play off’. Los zaragozanos carecieron de acierto exterior.

Henk Norel, pívot del CAI Zaragoza, es defendido por Pietro Aradori.
Henk Norel, pívot del CAI Zaragoza, es defendido por Pietro Aradori.
acb media

El desenlace fue justo y premió al más tenaz: venció el Estudiantes, el equipo que más méritos acumuló para el triunfo, tras un partido decepcionante del CAI Zaragoza. El cuadro aragonés, lastrado por su desacierto ofensivo, no alcanzó la altura requerida en Madrid. Sólo Norel, en el primer acto, y Landry y Jelovac, en los minutos posteriores, parecieron cuestionar la victoria de los madrileños. El resto de la plantilla apenas ofreció resistencia ante un oponente menor, anárquico, por momentos confuso y desordenado. El Estudiantes acudió a la cita sin Van Lacke, uno de sus jugadores más incisivos, lo que mermaba drásticamente su línea exterior. Mientras, el CAI presentaba una superioridad manifiesta en la pintura, en talento y en centímetros, que sólo aprovechó en los 10 primeros minutos. Después, cuando su rival cerró filas bajo los aros, fió toda su suerte al perímetro, una solución siempre inquietante. Yen la periferia, los zaragozanos exhibieron un desatino inusual en los lanzamientos. Especialmente Goulding, quien finalizó la contienda con -11 de valoración, después de errar sus siete tiros de campo.


El partido –loco, enredado, agitado– fue un concierto de errores e imprecisiones. Se desarrolló, precisamente, en el escenario que quería proponer el Estudiantes, un conjunto que se maneja con una facilidad sorprendente en el desgobierno y el caos. Sin las pausas preceptivas, el CAI se desplomó sin remisión. Con un juego intermitente, entrecortado, sin apenas fluidez, los aragoneses quedaron permanentemente expuestos en ataque. De hecho, presentaron unos porcentajes muy bajos de tiro y acumularon hasta 12 pérdidas de balón. El CAI perdió, incluso, la batalla bajo los aros. El Estudiantes, el equipo que menos capturas realiza de toda la competición, acabó el partido con 9 rebotes más que los zaragozanos. Para el conjunto aragonés, el resultado fue un nuevo paso en falso, quizás ya irreparable, en su andadura hacia el ‘play off’.


Y eso que el CAI, de inicio, interpretó la contienda a la perfección, hurgando en las debilidades que presentaba el rival en la pintura. En los primeros minutos, el equipo aragonés fue un bloque estructurado, solvente atrás y convincente en ataque. Así, encontró numerosas situaciones ventajosas bajo los aros que Norel, aprovechando su mayor estatura, culminó sin excesiva oposición. El holandés anotó 8 puntos en el primer acto (12-14); luego se marchó al banquillo, cuando llegaron las rotaciones, y apenas hizo acto de presencia en la segunda mitad. Sólo jugó un cuarto de hora. Yde nuevo permaneció en el banquillo todo el último cuarto, cuando el partido se estaba resolviendo.


En el segundo periodo, y sin Norel en la pista, el CAI perdió su referencia en el juego interior. Los aragoneses enseguida dejaron de anotar, lo que aprovechó el Estudiantes para alimentar su autoestima y, ahora sí, comenzar a creer en el triunfo. Sin ritmo, sin transiciones rápidas y sin buenas lecturas de ataque, los zaragozanos se agarraron a las acciones individuales de Landry, quien facturó 10 de los 14 puntos visitantes. Al filo del descanso, Rabaseda deshizo la igualdad con una penetración y un lanzamiento triple (33-28).

El perímetro no suma

Por entonces, el CAI carecía de amenaza exterior. La aportación del perímetro era desalentadora: en los primeros 20 minutos, Lisch, Llompart, Sastre, Pere Tomás y Goulding no habían sumado ni un solo punto, mientras que Robinson contabilizaba 4 tantos. Un vacío que se prolongó hasta el final y que resultó determinante en la derrota. De los cinco triples que convirtió el CAI en todo el encuentro, cuatro de ellos fueron de Landry (3)y Jelovac (1), sus hombres interiores.


El desacierto visitante se acentuó tras la reanudación, lo que aprovechó el Estudiantes para adquirir una sólida renta (38-28). Los zaragozanos facturaron un punto en los seis primeros minutos de juego. Sin embargo, pudieron minimizar el daño, en los últimos compases del cuarto, gracias a la facilidad anotadora de Stevan Jelovac. El serbio, con siete tantos consecutivos –un triple y cuatro tiros libres–, recuperó el pulso de los aragoneses al término del tercer acto (45-41).


En el tramo definitivo, el equipo de Ruiz Lorente mejoró ligeramente sus prestaciones. Desde que Lisch igualó la contienda (50-50), el marcador estuvo equilibrado, siempre con mínimas rentas de los locales que enseguida eran anuladas por el CAI. Landry y Robinson, en dos ataques consecutivos, pudieron voltear el partido con dos triples liberados, sin ninguna oposición; pero erraron sus lanzamientos y el Estudiantes (57-56) mantuvo su ventaja. Fueron dos tiros que, de haber entrado, pudieron modificar el posterior desarrollo del choque.


Sin embargo, el guión ya parecía escrito. Más aún cuando Salgado sí acertó desde 8 metros, con uno de sus habituales triples, para dejar a los visitantes en una situación desesperada. El intento de remontada lo lideró Landry. El americano convirtió su lanzamiento desde los 6,75, a seis segundos del final (62-61), que encontró respuesta en los tiros libres de Aradori. En el último ataque aragonés (64-61), con Jelovac totalmente solo en una esquina, y con Robinson, también libre de marca, en la otra, quien recibió el balón fue Marcus Landry. El ala-pívot se elevó, en busca del triple que hubiera forzado la prórroga, pero su intento fue taponado por Jaime Fernández, quien además tuvo tiempo para sentenciar con rápido contragolpe (66-61).