Impotencia y desplome
REAL MADRID Las dudas invaden a un equipo merengue desnortado, que en 2015 ha perdido hasta su temible pegada. El técnico Carlo Ancelotti habla de errores en ataque, Isco admite "sensaciones muy negativas" y Kroos y Cristiano Ronaldo ofrecen signos de asfixia
El argumentario de Carlo Ancelotti, técnico cada vez más criticado por un sector ventajista que añora el mourinhismo, no calma el entorno. Es cierto que el Real Madrid está "confuso arriba", a pesar de contar con la famosa BBC en el frente de ataque, pero los problemas son más de fondo. Los números, como el algodón, no engañan. Este Madrid está a años luz de ese equipo de los récords que se proclamó campeón del mundo de clubes el pasado diciembre. Los primeros meses de 2015 han dejado al eire las carencias de un plantel potente pero bloqueado y en algunos casos, como los de Toni Kroos y Cristiano Ronaldo, asfixiado o tieso. A los jugadores se les ha bajado la persiana y el técnico tampoco ve la luz a la hora de encontrar recursos, dar con la tecla del cambio y mostrar un plan B.
Las dudas invaden a un Real Madrid que, después de 22 victorias seguidas, en los últimos 14 partidos ha sufrido dos empates y cuatro derrotas. Sólo ha marcado un gol, y de penalti, en los dos compromisos ligueros recientes. Y eso que tanto el Villarreal como el Athletic habían jugado entre semana duros compromisos de Europa League y semifinales de Copa del Rey, respectivamente. Urgen los regresos de Sergio Ramos, por su carácter y liderazgo, y de Modric, aunque, tras cerca de cuatro meses de baja, al croata no se le pueda exigir que responda en plenitud.
Tras una arenga de Ancelotti en el vestuario de San Mamés, Isco confesó: "Las sensaciones son muy negativas. Teníamos la Liga de cara y se ha vuelto a igualar mucho. Ahora estamos cabizbajos, pero mantenemos la confianza de siempre porque dependemos de nosotros. No hay excusa, ni problema físico, pero tiene razón el míster. Nos falta un poco de frescura arriba para dar el último pase antes y con más precisión".
A diferencia de ese equipo profundo, que combinaba rápido y volaba en los últimos meses de 2014, a este Madrid no le corre el balón. Lo juegan al pie y la circulación es muy lenta. Hay pocos desmarques y apenas se juega al espacio. Más pelotazos que pases en profundidad. Benzema ya no es ese delantero que baja a recibir y hace de pivote en ataque. Recuerda al francés errático e indolente al que abucheaba el Bernabéu.
Gareth Bale sorprende siempre con alguna genialidad, como ese lanzamiento a la madera con Iraizoz adelantado, pero no mezcla bien con sus compañeros. Suma siete jornadas sin marcar, elabora poco y se niega a defender como un centrocampista. Quizá mejorarían con un centrocampista más y el galés algún partido en el banquillo, pero Ancelotti quedó preso de sus palabras al asegurar que los tres de arriba jugarían siempre que estuvieran bien.
Criticado por su mano blanda, la misma que le ha llevado a conquistar tres Champions, como recordó él mismo en la previa de San Mamés, Ancelotti se muestra previsible en los cambios. Suele quitar a un medio y sacar a Jesé para pasar del 4-3-3 al 4-2-4, aún más desequilibrado. El cuerpo le pide usar a Khedira, pero choca con el club, convencido de que el alemán se irá en verano. Y volver seguramente al 4-4-2 para ganar consistencia y juntar más las líneas. El Athletic le cerró las bandas, gracias al enorme partido del joven Iñaki Williams y del veterano Andoni Iraola, y el Madrid volvió a ser de lo más previsible. Pero nunca se puede dar por muerto a este equipo, y más a sólo un punto del líder y con pie y medio en cuartos de la Champions.