Quinto gana la batalla tras 20 horas de lucha contra el Ebro

Otra noche en vilo l La muralla de tierra levantada por los agricultores de Quinto logró contener el agua. La zona de huerta más próxima al pueblo no se había inundado desde la histórica avenida de 1960, pero esta vez el río volvió a entrar y provocó que todo el pueblo se volcara a ayudar

Si esta la hemos ganado, tenemos narices para ganar todas", resumía ayer emocionado Manuel Porroche. Apenas había dormido una hora tras casi un día entero de duro trabajo para intentar que el agua no entrara en el casco urbano de Quinto. Sin embargo, los nervios y la tensión acumulados le impedían conciliar el sueño, así que a media mañana volvió a la huerta baja junto a su hijo para ver cómo evolucionaba el nivel del Ebro.


"En cuanto el Ayuntamiento echó el bando para pedir ayuda olvidamos las rencillas y trabajamos todos a una –destacó este veterano agricultor–. Sin comer, sin cenar, poniendo la maquinaria que tenemos cada uno... hubo gente que estuvo 20 horas seguidas en el tractor".


"No sé cómo no tuvimos ninguna desgracia con tantas personas y tantas máquinas moviéndose por la huerta de noche y con solo las luces y los focos... al final íbamos como sonámbulos –recalcó por su parte el concejal de Agricultura de Quinto, José Fano–. Empezamos a trabajar a las once de la mañana del lunes y hemos acabado a las siete de la madrugada de hoy (por ayer), cuando hemos visto que el nivel del agua no solo no subía más sino que había bajado un palmo".

En realidad, la desgracia estuvo a punto de producirse el lunes, cuando se intentaba reforzar la mota del río y la defensa cedió al paso de un camión de arena. El vehículo cayó al Ebro con la suerte de que quedó volcado sobre un costado y el conductor pudo salir por la ventanilla. "Si llega a volcar del todo, no lo cuenta", coincidieron Fano y Porroche.


Después de ese susto se decidió que seguir trabajando en la mota era demasiado peligroso y que lo mejor era levantar una muralla de tierra para intentar para el agua en una segunda línea de defensa –la tercera habría sido la vía del ferrocarril–.


Durante casi un día entero, decenas de máquinas estuvieron transportando arena desde una cantera cercana hasta la huerta baja –la más próxima al casco urbano–. "En diez minutos pasaban 17 tractores con sus remolques, pero además estaban las palas que los cargaban, las que levantaban la nueva mota, la gente que traía agua, café y bocadillos, la que organizaba el tráfico... todo el pueblo se volcó", subrayó el edil de Agricultura.


En Quinto, la huerta baja no se había inundado desde la histórica avenida de 1960. Entonces se logró parar el agua en la vía del tren, pero ni durante la riada de febrero de 2003 ni en las de abril de 2007 se temió por la parte más baja del municipio. Esta vez no ha sido así, y aunque al final la batalla se ganó, Fano calculó que se han inundado unas 1.500 hectáreas agrícolas. "El pueblo se ha salvado, pero las pérdidas en los cultivos y en las infraestructuras agrícolas van a ser millonarias –lamentó este concejal y agricultor–. Parece que por fin se han dado cuenta de que hay que limpiar el río, pero ya ha sido tarde".