El recuerdo de los Sitios sigue muy vivo

Una forma de rememorar el comportamiento heroico de los zaragozanos llega cada año con la entrega de los galardones de la Asociación Cultural los Sitios.

El recuerdo de los Sitios de Zaragoza sigue muy vivo a pesar de que las celebraciones del bicentenario quedan muy atrás. Pero más allá de aniversarios, para la Asociación Cultural los Sitios lo que de verdad importa es que aquellos acontecimientos históricos no caigan en el olvido.


Una forma de rememorar el comportamiento heroico de los zaragozanos llega cada año con la entrega de sus distinciones. El acto se celebró el miércoles en el Aula Magna del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, presidido por el vicerrector José Antonio Mayoral. Estuvo acompañado por el presidente de la Asociación los Sitios, Gonzalo Aguado; el general Juan Ramón Sabaté y el director general de Gestión de Personal, Alfonso García Roldán.


En la categoría individual, la medalla de honor la recibió el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, por el apoyo en la conmemoración de los bicentenarios relacionados con los Sitios, pero no la recogió él. El vicealcalde Fernando Gimeno disculpó su ausencia y puso el acento en la estrecha colaboración con esta entidad. El mismo reconocimiento, pero a nivel colectivo, lo recibieron la parroquia de Nuestra Señora del Carmen y el centro comercial Aragonia. El párroco Fructuoso Aísa recogió el galardón. En su parroquia se conserva un legado muy importante: el Cristo de los Sitios de Damián Forment, y también se destacó la labor social que desarrolla. En el caso de Aragonia se ha valorado el patrocinio de la exposición ‘Zaragoza, ocupación Francesa’ y del I Salón Fotográfico Napoleónico. A continuación, se entregaron los diplomas de méritos al catedrático José Antonio Armillas y a los técnicos de Zaragoza Cultural, Ángel Marrón y Javier Ramírez.


Pero el premio más singular fue el de investigación histórica al trabajo ‘Zaragoza bajo la ocupación napoleónica (1809-1813)’ de la francesa Sophie Galofaro. Resultó simbólico y hasta emocionante comprobar cómo 200 años después de la invasión napoleónica, desde los dos lados de los Pirineos se sigue estudiando la historia común, reforzando lazos y diluyendo fronteras. Sophie, desde luego, estaba encantada y orgullosa de poder contribuir a ello.