Juncker se apoya en su plan inversor para impulsar la flexibilización del déficit de la UE

La Comisión Europea pide a los Estados que aporten dinero al fondo inicial de 21.000 millones

Nada es lo que parece. Lo dice la Unión Europea. Ni las medidas se toman para salvar de la quema a las renqueantes Francia e Italia, ni la flexibilización de las reglas fiscales tiene algo que ver con el auge de los populismos y el extremismo en Europa. Nada de eso. Las decisiones se adoptan porque sí, porque toca, porque son necesarias. Lo dice la UE. Pero la realidad se empeña en confirmar que sí, que hay un poco de todo y que el Viejo Continente está obligado a dar un giro considerable a su ortodoxia económica. Ayer comenzó a dar ciertos pasos. Lo hará en situaciones excepcionales y con muchas salvaguardas, pero Bruselas levantará el pie de los objetivos de déficit (3% del PIB) y la deuda (60%) consagrados en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.


Fue una jornada intensa en la Comisión. Bruselas vivió un día de locos y paradójicamente lo hizo en Estrasburgo, donde se reunió el colegio de comisarios al celebrarse sesión plenaria extraordinaria de la Eurocámara. Se presentaron dos documentos de gran relevancia en la nueva era comunitaria pilotada por Jean-Claude Juncker. Se vendieron como un todo, pero si su interrelación política es total, la técnica es más bien tangencial.

El Ejecutivo comunitario aprobó las bases legales que regirán el funcionamiento del llamado ‘plan Juncker’, el nuevo Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas (EFSI, por sus siglas en inglés), con el que pretende movilizar 315.000 millones de inversión privada entre 2015 y 2017 para reactivar la economía y crear 1,3 millones de empleos usando sólo 21.000 millones de dinero público –16.000 del presupuesto comunitaria y 5.000 del BEI–. "No hay tiempo que perder. Debe estar listo en junio. Millones de europeos nos lo reclaman", recalcó el nuevo presidente de la CE.


Lo que se hizo fue concretar el qué y el cómo. Es decir, quién tomará las decisiones sobre qué proyectos serán financiados y qué papel jugarán las capitales que decidan aportar dinero al fondo. Son las incógnitas que Estados miembros como España estaban esperando para decidir qué dirección tomar sobre un proyecto en el que Rajoy ha depositado muchas esperanzas apostando fuerte por la interconexión eléctrica con Francia.


Habrá un consejo de dirección en el que estarán todos aquellos agentes que aporten fondos. De momento solo están la Comisión y el Banco de Inversiones, que se repartirán de forma proporcional los asientos del consejo en función del capital suscrito. Además, para los países que ya se encuentran por debajo del umbral del 3% de déficit, se les permitirá cierto margen (del 0,5%) a cambio de la adopción de reformas. Los Estados sometidos a un procedimiento por déficit excesivo podría recibir más tiempo para cumplir.