Los sotos de Zaragoza, el otro gran pulmón verde

Una charla analiza hoy estos 22 espacios naturales, con una superficie equivalente a todos los parques de la ciudad

Son el otro gran pulmón verde de Zaragoza. Los 22 sotos del término municipal de la capital aragonesa se enclavan en 16 kilómetros aguas arriba de la Basílica del Pilar y otros 16 kilómetros aguas abajo.


A orillas del Ebro, suman entre todos más de 700 hectáreas, el equivalente a todos los parques de la capital aragonesa. En ellos crecen chopos, álamos, fresnos, tamarices, olmos y sauces, algunos de ellos con troncos de cuatro metros de diámetro; y por ellos pasan 220 especies de aves, además de jabalíes, tejones, zorros, nutrias y corzos. Aunque algunos gozan de cierta fama –como el del galacho de Juslibol o el de Cantalobos–, la mayoría son grandes desconocidos para el gran público. La asociación Volunta-Ríos ha organizado esta tarde una charla en el centro Joaquín Roncal (19.00) para darlos a conocer, después de un intenso trabajo de análisis de los 22 sotos zaragozanos, que el naturalista Joaquín Araujo incluyó en su selección de 33 bosques españoles.


Las conclusiones a las que se han llegado es que no hay un soto igual que otro, y que su estado ecológico, en general, es bueno –se llevan una nota media que roza el 7–. De las 700 hectáreas que suman desde Alfocea hasta La Cartuja, aproximadamente la mitad son inaccesibles por lo tupido de la vegetación. Sin embargo, el resto bien merece un buen paseo. Para tratar de animar a quien lo desee, un equipo de amantes de la naturaleza ha elaborado fichas en las que se explica cómo llegar en coche, en transporte público y andando o en bicicleta. Además, se incluye su localización, una foto aérea, sus características y se valora la dificultad y accesibilidad de la ruta. Las fichas se colgarán en la web del Ayuntamiento e, incluso, se podrían descargar en el móvil. "Paisajísticamente es una de las zonas más bonitas del valle medio del Ebro", asegura el ecologista Mariano Mérida, el coordinador del equipo de trabajo.


Pretenden dar a conocer los sotos a la ciudadanía, a pesar del riesgo que supone para los espacios naturales el paso de los visitantes. Sin embargo, bajo la premisa de que "lo que no se conoce no se puede proteger", Mérida insiste en la necesidad de que lo importante es "educar en el respeto y en la conservación". Por eso, en su trabajo han incluido una serie de prohibiciones y recomendaciones. Por ejemplo, sugieren a las administraciones que coloquen aparcabicis en lugares cercanos a los sotos, para que los visitantes que llegan dando pedales puedan atarlas y entrar a pie, ya que en general es mejor evitar la entrada de ciclistas.


Además, alerta de la suciedad que ya se detecta en algunos espacios, consecuencia de la basura que dejan los pescadores furtivos o de los restos que expulsan los colectores de Zaragoza cuando se saturan algunas tuberías.