Vilas o una inquisición

‘Arde el sol sin tiempo’ es la última antología de su obra periodística, bellamente editada por Cristina Gutiérrez Valencia.

Manuel Vilas
Vilas o una inquisición

¿Por qué me gustará la literatura de Manuel Vilas? Me lo pregunto al comenzar la lectura de ‘Arde el sol sin tiempo’, última antología de su obra periodística bellamente editada por Cristina Gutiérrez Valencia. Porque es divertida, me respondo. Pero al instante surge otra pregunta: ¿y por qué es divertida? En las primeras páginas de la compilación afirma Manuel Vilas (foto Asier Alcorta) que "sin humor no se va a ninguna parte", y ciertamente sus páginas son un dechado de risas. Todavía sonrío al recordar las definiciones del aragonés: señor a quien malhumora no salir jamás en los telediarios, salvo cuando dan el parte meteorológico; o de Teruel: provincia bíblica en la cual por mucho que uno rece no se le aparece ni una cabra.


A menudo mi compulsión lectora me obliga a leer en lugares insospechados: en medio del pasillo de casa; andando por la calle; en cafeterías desiertas al amanecer. Hace pocos días estaba en una de ellas leyendo a Vilas cuando entraron dos señoras. Lucían permanentes y abrigos de paño y pidieron sendos roscones de San Valero. Yo iniciaba los artículos que Vilas dedicó a la Expo de Zaragoza, publicados por Heraldo en 2008. Leía, por ejemplo, que el día de la inauguración Vilas estuvo en Ranillas, y caminando entre riadas de turistas tras el reguero de perfume de doña Letizia, llegó hasta la Torre de Agua, donde encontró a un enigmático aragonés que le explicó a quién servimos… "Servimos a una suerte de política ficción, de política publicitaria, que, en general, nos viene bien a todos". La revelación del aragonés enigmático me produjo una risa estentórea. Hasta tal punto que las damas de los roscones me miraron como si fuera un lunático.


Aun con todo, no creo que sea sólo el humor el motivo por el cual seduce la literatura de Vilas, ¿lo será tal vez una combinación de éste con esa rebeldía, esa irrespetuosidad de sus textos? Afirma el autor en el razonado epílogo que todo su articulismo del siglo XXI "representa una inesperada pérdida de respeto a las cosas que le dijeron que debía respetar. Porque si respeto, me aburro". Y ciertamente, los artículos de Vilas podrán molestar a la clase política, a los nacionalistas, a los turolenses, a los herederos de Pérez Galdós… Pero tampoco creo que sea esta la razón por la cual me agrada su literatura, pues articulistas provocadores abundar por doquier sin interesarme en lo más mínimo.


Lo que hace distinto a Vilas es la forma literaria. El estilo. Vilas es ante todo un poeta. Escriba en verso o en prosa; ejerza la poesía, la novela o el periodismo, lo lírico predomina en todos sus textos. Sus frases cortas, que especulan sobre la frase anterior, avanzan como escalones que ascienden, como capas que penetran en el absurdo o en la ironía. Pueden ser frases narrativas, frases ensayísticas, frases poemáticas, simples vulgarismos. Pero siempre tienen ese dinamismo especulativo que nos lleva de una oración a la otra y nos obliga a seguir leyendo. Este es, definitivamente, el motivo por el cual me gusta la literatura de Vilas. Y casi da igual que escriba sobre Lou Reed o García Lorca, sobre Paulina Rubio o Vicente Aleixandre, acerca de Franz Kafka o de J. Alberto Belloch