Una húngara en la trinchera
La profesora Lisa Pelizzon dedica una monografía a Kati Horna (Budapest, 1912-México, 2000), una reportera de guerra que realizó 270 fotos de la contienda y estuvo en Monte Carrascal, Monte Aragón y Teruel.
Un libro, Kati Horna. Constelaciones de sentido de (Ediciones Sans Soleil), redactado por Lisa Pelizzon, reconstruye su trayectoria vital y su obra. Ella solía decir: "Me hice fotógrafa en París y fotorreportera en España". Nació en Budapest en el seno de una familia burguesa y su niñez coincidió con la caída del Imperio Austrohúngaro. Frecuentó el Corona Café, donde oficiaba el pensador Lajos Kassak, que le recomendó que marchase a Berlín, a la Bauhaus. Regresó a Budapest para estudiar fotografía (su madre le compró una Rolleiflex) con József Pésci durante un curso de verano; debió intimar con Endre Friedmann. Richard Whelan, biógrafo del gran corresponsal de guerra, define a Kati Horna como "una mujer guapísima, rebelde y una de las amigas más íntimas del fotógrafo". En 1933 le tomó un elegante retrato a Capa que es una de sus primeras fotos. Se marchó a París, "alquiló una habitación en rue de LArmorique y buscó trabajo". La contrataron en la Agence Photo y en noviembre de ese mismo año firmó su primer reportaje sobre El Mercado de las Pulgas, una obra que era una apología de los objetos y las pequeñas cosas, desde una órbita surrealista. Aquellos años de París fueron decisivos: "Observa y documenta. Vagabundea por las calles", escribe Lisa Pelizzon.
También hizo un gran reportaje sobre los cafés parisinos a la vez que se inclinaba hacia el anarquismo. Se dice:"La lucha de Horna contra el nazismo y el fascismo se concretizó en 1937, cuando el Ministerio de Propaganda Exterior de España le encargó crear un álbum de fotografías" para la CNT.
Llegó a España en marzo de 1937 y su primer encargo fue testimoniar "la vida cotidiana" en el Frente de Aragón, zona que llegó a conocer muy bien ya que fue enviada entre 1937 y 1938". Estuvo en Monte Carrascal y en Monte Aragón. Documentó algunos instantes de combate en la trinchera y las rutinas de retaguardia: el momento en que se come el rancho, se cuentan historias o se toca un instrumento. En Teruel captó la plaza del Torico, con soldados y en solitario, y la evacuación de los vencidos, con niños, en mitad de la nieve. Publicó algunos de sus reportajes en Mujeres libres o en la revista Umbral, donde trabajaba su futuro marido José Horna, pintor y escultor. Estaría también en Valencia, en Madrid, en Alcázar de Cervantes, registraría los bombardeos de Barcelona. Finalmente logró partir a Francia.
Su marido fue encerrado en un campo de concentración; al salir, ambos embarcaron en dirección a México. "La pareja se instaló en una casa en la calle Tabasco de la Colonia Roma", dice Pelizzon. Allí se especializó en fotomontaje y en retrato, hizo muñecas y creó nuevas series fotográficas, vinculadas a la tradición mexicana como Historia de un vampiro, Sucedió en Coyoacán, Fetiches de S.nob y Mujer y máscara. Su casa se envolvió en magia. Frecuentó la amistad de pintoras surrealistas como Remedios Varo y Leonora Carrington, y fue madre de una niña, Norah.
Poco a poco se fue recuperando su obra cívica, que ya se ha expuesto varias veces. Hoy se estudia a la luz de las aportaciones de especialistas como Roland Barthes o Walter Benjamin y se le sitúa muy cerca de Gerda Taro, Robert Capa o Agustí Centelles.