Cristina Nerín "Me siento muchas veces como Agustina de Aragón"

Catedrática de Química Analítica, es una de las mayores especialistas en Medio Ambiente y en la batalla contra el lindano.

Cristina Nerín "Me siento muchas veces como Agustina de Aragón"
Cristina Nerín "Me siento muchas veces como Agustina de Aragón"
Guillermo Mestre

Cuenta que hace unos años en Costa Rica se quedó espantada de la cantidad de plástico impregnado de pesticidas que se desechaba y que veía impregnado por todas partes en una enorme plantación de banana, "y yo supongo que ya habrá desaparecido, porque además era un negocio norteamericano. Ahora se respetan las leyes y se controla mucho el medio ambiente, aunque desgraciadamente solo en el primer mundo". Cristina Nerín pasea el nombre de Zaragoza por el mundo y se le ilumina la cara al decirlo, "porque me siento muy orgullosa". Catedrática de Química Analítica de la Facultad de Ingenieria, tiene uno de esos currículos interminables y un sinfín de distinciones, aunque puede que entre todas ellas haya dos algo más especiales, como la medalla de Los Sitios y haber sido Dama de Honor de las Fiestas del Pilar en 1971. Hija de una madre química que le enseñó a luchar y a batallar por todo aquello que merece la pena, es directora del Grupo Universitario de Investigación Analítica (GUIA) y una de la mayores especialistas en Medio Ambiente y en lindano, un pesticida prohibido en toda Europa y contra el que se batalla desde hace más de 25 años en Sabiñánigo por los restos de Inquinosa. Recuerda que le tuvo la suerte de que le diera clase Grande Covián cuando éste regresó de Estados Unidos; que se casó joven, una semana después de acabar la carerra con otro químico, un apasionado también, junto a sus tres hijos (dos de ellos ingenieros), de la montaña y la nieve y cuenta con orgullo cómo holló los 4.810 metros del Mont Blanc.


-Recibió la medalla del Bicentenario como ‘defensora de la ciudad’ del Patronato de la Fundación 2008.

Me sorprendió, porque pensaba que si habría que destacar a una investigadora las hay con más peso o renombre. Sí, me sorprendió, pero la llevo con mucho orgullo no solo por lo que suponía de reconocimiento sino también porque era la medalla de Los Sitios de Zaragoza y me siento muchas veces como Agustina de Aragón, porque soy luchadora en todo, y mucho en mi trabajo, porque me gusta hacer las cosas bien y que salgan bien.


-Usted es química, da clases en Ingeniería y es especialista en Medio Ambiente.

Yo hice la tesis en la facultad de Ciencias y sobre Analítica Básica, que era de lo que se hacía en aquel momento. Me presenté a la oposición para la Escuela de Ingenieros recién creada porque fue la primera que salió cuando acabé la tesis y uno de los catedráticos de mi tribunal me animó mucho, y mi marido también. Yo quería quedarme en Zaragoza porque ya tenía dos niños, aunque pensé que tenía pocas posibilidades porque entonces las oposiciones eran para toda España y, claro, solo era una plaza. Además, porque era un ámbito en el que no había trabajado y ni conocía ni me conocía nadie. La saqué. Estaba todo por hacer, no había laboratorio, ni siquiera teníamos edificio, porque estábamos de prestado en el Interfacultades. Empecé de cero.


-Siempre es muy satisfactorio.

Para mí fue un salto de gigante porque venía de un ambiente muy diferente donde el contacto con el mundo exterior era mucho más intenso que en Químicas, aunque ahora las cosas han evolucionado mucho y a mejor, pero en aquella época Ciencias estaba muy encerrada en la investigación más pura, más básica y había muy poco contacto con la industria.


-Y coincide con la mayor concienciación con el Medio Ambiente.

Afortunadamente en estos últimos años se ha evolucionado mucho, porque cuando yo empecé no había casi nada. Era como la parte más fea, la peor en la interacción con la industria el Medio Ambiente, porque era más de boquilla que en realidad.


-Es usted una de las personas que más sabe del lindano.

No diría yo tanto. Me ha tocado estudiarlo mucho y mi primer contacto con él, con los HCH e Inquinosa fue a través de la DGA, del Departamento de Transportes, porque me había movido en el campo del Medio Ambiente. Lo hicieron porque tenían un contencioso con Inquinosa, porque transportaban lo que ellos llamaban un ‘residuo inerte’ y lo hacían en un camión caja abierta.


-De eso hace más de 20 años y seguimos con el problema.

Desgraciadamente sigue estando. Comenzamos a trabajar en ese campo, aunque un poco antes ya había empezado con los pesticidas organoclorados, los compuestos organoclorados, y no sé exactamente cómo se inició la relación como investigadora con Inquisona, pero desde hace muchos años, en general a través de proyectos de investigación financiados por la Comunidad Autónoma. Empezamos a analizar la influencia de la producción de fábricas de lindano y todo lo que llevaba consigo en Sabiñánigo y fuera de su entorno, porque a la atmósfera no se le pueden poner puertas, ni barreras, porque hay un trasporte atmosférico. Allí tenían el polvo en el patio de la empresa amontonado, yo lo he visto, como si hubiera sido cemento o sal, y es algo que afecta a todo.


-Cómo se soluciona?

No podemos hablar de plazos porque es persistente, está muy metido en terrenos, rocas, en sus grietas... Es un grave problema que desgraciadamente nos va a durar muchos años. En el momento en el que se selle el nuevo vertedero hay un seguimiento por ley de 30 años. Los límites que se ponen para el agua de bebida, que son los más restrictivos, están basados en toxicidades de epidemiología, y se han ido bajando. Por beberse un día un vaso de agua del Gallego no pasa nada, pero no es para hacerlo de continuo.


-Hizo un informe sobre la influencia del tráfico en la contaminación de los Pirineos, y es curioso porque durante muchos años hemos pensado que el aire se lo llevaba todo.

Claro que se lo lleva, pero nos limpia en un lugar y contamina en otros. Ese fue un estudio con la Comunidad de Trabajo de los Pirineos, con varios grupos de Navarra, País Vasco, y franceses y escogimos el valle del Aragón y del Aspe francés para determinar cómo contaminaba el tráfico el hecho de tener el túnel del Somport. Vimos que había afecciones importantes en la zona más transitada, de trafico más pesada, y en los entornos de la carretera. Hicimos el seguimiento de una serie de hidrocarburos poliaromáticos, que son cancerígenos y que vienen de los tubos de escape, los combustibles...


-¿Por qué estudió Químicas?

Porque siempre me ha gustado. Mi madre era química, algo inhabitual en su época en la que solo había 4 mujeres en toda la facultad en Zaragoza. Ella intentó que no lo estudiara, pero a mí me apasionaba la química y tuve un magnífico profesor en el colegio, en el Sagrado Corazón, Alfredo Sanz, que es catedrático también de Química Analítica, en Oviedo. Daba clases mientras hacía la tesis doctoral. Mi madre me lo intentó quitar de la cabeza, porque me decía que era una carrera muy dura, muy difícil..


-Son carreras vocacionales en las que las ganas de saber suplen su dureza...

Y además es eso, las ganas de saber y yo siempre tengo ganas de saber y todavía las conservo intactas, porque el día que me falte la ilusión por saber, por conocer, estaré muerta.