Preocupado y muy nervioso, Félix Bartolomé trataba de cruzar ayer el cordón policial para dirigirse al número 25 de la calle de Navas de Tolosa, donde viven sus padres y se encontraba su hija, de solo cuatro años."Han disparado con una pistola a mi madre, le han metido una bala y no me dejan pasar", se quejaba amargamente, tras su frustrado intento de acceder a la vivienda. Después, algo más sosegado, explicaba que había podido hablar con su madre y que le había dicho que la estaban curando en el Clínico.

"¿Pero con quién está mi pequeña, porque mi padre tiene 79 años y está muy enfermo?", seguía preguntándose en la esquina con la calle de Pablo Sarasate, mientras aguardaba que le permitieran pasar a recoger a la niña. Pero no fue hasta las 20.45, cuando la Hermandad de la Sangre de Cristo se llevó el cadáver del joven dominicano, cuando el Grupo de Homicidios le permitió entrar a la casa de sus padres. "Quiero ver a la yaya, quiero ver a la yaya", se escuchaba decir después a la menor entre sollozos al salir a la calle.

"Esto se veía venir. Mi madre se quejaba siempre del ruido y la bulla que salía de ese piso, de día y de noche", se lamentaba Félix Bartolomé. Sin embargo, él mismo reconocía que nunca había tenido que acudir la Policía y que tampoco se habían producido altercados graves en este rincón de un barrio tan multicultural como el de Las Delicias.