Por San Blas... la cigüeña verás

Apenas había en Aragón 59 parejas en los noventa, y ahora se cuentan por miles. Sinónimo de primavera y fertilidad, ayuda a controlar las plagas agrícolas, pero sus enormes nidos pueden deteriorar el patrimonio y suponer un peligro.

José A. Pinzolas
Por San Blas... la cigüeña verás
En el silo de Ejea de los Caballeros viven en comunidad una veintena de parejas de cigüeñas.

Decían que traían a los niños de París, que si llegaban por San Blas, 3 de febrero, es que haría buen tiempo y la primavera sería adelantada. Y que si la primera semana de febrero no surcaban los cielos, el invierno traería más nieve, lo que era otra alegría para el campo. "La cigüeña ha pasado de ser un pájaro de buen agüero a convertirse, a ojos de muchos ciudadanos, en una plaga. Un cambio de percepción que no corresponde con la realidad, porque la cigüeña es un ave increíblemente beneficiosa para el hombre, que ha convivido con él durante cientos, miles de años, y nunca ha significado un problema", destaca José Antonio Pinzolas, miembro de la asociación ecologista Ansar y pionero en la protección de la cigüeña blanca en Aragón.


Todavía resuena el conflicto entre el párroco de Alcolea de Cinca (Huesca) y los ecologistas, después de que el religioso desalojara 39 parejas de cigüeñas de la iglesia la primavera de 2013 justo en el momento en el que estaban realizando la cría. Tras poner SEO/ Birdlife una denuncia, se le impuso al párroco una multa de 500 euros, cantidad que los grupos ecologistas calificaron de "insuficiente". Y menos de un año después, ha sido el Obispado de Barbastro quien se ha visto envuelto en la polémica tras solicitar la retirada los seis nidos de la catedral, alegando razones de seguridad y destacando los daños que producían al inmueble, declarado Bien de Interés Cultural (BIC). "Son los conflictos más mediáticos, pero hay muchos cada año, porque la especie se ha recuperado y nos acercamos a las 2.000 parejas -destaca Pinzolas-. En los 90 todo estaba tranquilo porque apenas había cigüeñas, ahora muchos la ven como problema. Y eso que Aragón está lejos de las cifras de regiones como Extremadura, donde residen más de 11.000. El problema es que algunos municipios en lugar de apreciar su importancia ecológica, entender los beneficios agrícolas, o aprovechar su reclamo turístico, intentan arrasar con todo y mandarlas a anidar a otra parte". Para Pinzolas, lo de Barbastro ha sido "un empecinamiento por parte del Obispado, que ha rechazado todas nuestras propuestas y se ha enrocado en la retirada de los nidos". No ha sido fácil llegar a un acuerdo, y finalmente el Obispado retirará cuatro de los seis nidos, aunque asociaciones como Ansar proponían una solución menos drástica. La polémica se inició después de que el Ayuntamiento de Barbastro sufragara en 2013 obras de reacondicionamiento del interior de la torre con el fin de que fuese visitada por el público, visitas que fueron suspendidas en enero de 2014 por indicación del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga), que depende de la DGA y es el encargado de controlar las especies protegidas por la Comunidad. El Obispado recurrió la decisión y pidió la retirada de los nidos, sin atender las propuestas de Ansar. "Si lo desean, la torre puede visitarse, solo hay que dejar el nido tranquilo unos meses. Incluso se podrían ver por una pequeña ventana la pareja de cigüeñas y sus polluelos. Se podría haber convertido en reclamo turístico, y los gastos sufragados con una campaña de apadrinamiento", señala Pinzolas.


Protección necesaria


Alcolea de Cinca y Barbastro no son los únicos lugares donde Ansar ha tenido que intervenir o se han recibido denuncias por parte de vecinos. La última procede de Ejea de los Caballeros (Zaragoza), donde el Ayuntamiento considera un "auténtico problema" la presencia de cigüeñas en edificios como la iglesia de San Salvador o la torre de Santa María; critica el gasto que suponen las tareas de limpieza y restauración y califica de "plaga" el aumento de ejemplares de este ave en el municipio.


Las cigüeñas gozan de una protección que otorga la Ley Nacional de Patrimonio Natural y Biodiversidad, que prohíbe retirar los nidos de sus emplazamientos. Solamente se puede intervenir en ellos si se emite una autorización excepcional y se cumplen unos requisitos: si peligra la salud y seguridad de las personas, y no existe una solución alternativa satisfactoria. En Aragón el responsable de estas autorizaciones es el Inaga (que depende de la DGA) y que solo toma medidas drásticas si no hay un consenso con los propietarios de los inmuebles donde están los nidos. En los últimos 20 años se ha apostado por crear plataformas artificiales en lugares donde no hay peligro y mover allí los nidos, así como recortar los existentes para quitar peso y volumen. El Inaga también ofrece apoyo técnico al municipio para la instalación de estas plataformas. Desde SEO/ Birdlife insisten en las ventajas medioambientales que supone tener una cigüeña en el municipio, "porque son grandes aliadas para mantener a raya a especies que son perjudiciales para las labores del campo, como por ejemplo el cangrejo americano, topillos, ratones, invertebrados... Ayudan a que las explotaciones sean más rentables y haya menor necesidad del uso de químicos en el campo", enumera la ornitóloga Maite Ríos, desde la asociación. Y José Antonio Pinzolas recuerda la reciente plaga de topillos que hubo en Utebo (Zaragoza), donde los agricultores se las desearon para controlar a estos roedores, "e incluso hubo un concejal que comentó: "Ojalá tuviéramos más cigüeñas, porque acabarían con todos". Y eso es porque la cigüeña está adaptada al regadío. Aguarda a que se inunden los campos, y los topillos salgan de sus madrigueras, y entonces los agarran y se los llevan".


Vienen de París


Contra la creencia popular, la mayoría de cigüeñas sigue alimentándose de roedores e invertebrados (langostas, lombrices). "No son tantas las que acuden al vertedero, el 75% se alimenta de la naturaleza. Por supuesto, el vertedero es para ellas clave en invierno, cuando escasea la comida -destaca Pinzolas-. En los meses más fríos se reúnen allí todo tipo de animales, y podemos encontrar no solo cigüeñas, también buitres, milanos negros, milanos reales (en peligro de extinción), alimoches, buitres negros y leonados, gaviotas o lavanderas".


Esta información se conoce gracias a las tareas de anillamiento y estudio que Ansar y SEO/ Birdlife han realizado en los últimos 20 años. Así, se han podido determinar mejor cuál es el comportamiento durante la migración, qué cigüeñas europeas eligen Aragón para pasar el invierno..., "incluso nos ha ayudado a confirmar que algunas viven más de 20 años. Y eso son muchos años para un animal en libertad, que pasa hambre o sed, recorre miles de kilómetros en su migración... -indica Pinzolas-. Y hemos comprendido mejor sus costumbres". Por ejemplo, que es cierto que las cigüeñas vienen de París, o al menos algunas de las que hibernan en tierras aragonesas: si la especie que reside en España busca territorios más cálidos en invierno, las del país vecino o incluso de lugares como Alemania, Dinamarca y Países Bajos eligen España y muchas se quedan en Aragón. Es paso obligado para cigüeñas originarias de Centroeuropa, Dinamarca, Alemania y Países Bajos, que cruzan entre finales de agosto y septiembre, un poco más tarde que los ejemplares ibéricos.


Otra información obtenida por el anillamiento es que no todas las cigüeñas regresan cada año al nido que dejaron. Según Pinzolas, "un pollo que nace en Ejea de los Caballeros puede aparecer después en Francia. Se creía que la cigüeña siempre regresaba al lugar donde había nacido, y ahora sabemos que esto no es así: los padres sí que vuelven, pero la prole elige nuevos lugares, algunos a miles de kilómetros. También sabemos que si muere uno de los progenitores, puede ocurrir que el otro encuentre una pareja diferente y se vaya a otras tierras". Desde Ansar proponen a los lectores que si ven una cigüeña la observen con prismáticos y apunten el número que aparece en su anilla, y lo envíen a la Oficina de Especies Migratorias (oem@mma.es) para comprobar en la base de datos internacional de dónde procede.


José Antonio Pinzolas confía en que la recuperación de la especie se mantenga, pero pide a las autoridades no bajar la guardia. "Me temo que cada vez veremos más tensiones, porque una especie recuperada abunda más y puede ser vista como problema. La UE exige a la DGA que informe de cuántos nidos se retiran, pero... ¿y si los tiran y no nos enteramos? Hace un par de meses un amigo iba de excursión y le propuse ver un nido en concreto. Cuando llegó a ese pueblo me mandó un mensaje: “¿De qué nido me hablas? Aquí no hay nada...”. Lo habían tirado hacía unos meses".