Del laboratorio al cine de un soplido

Universidad l Javier Pérez Valero es uno de los 16 sopladores de vidrio científico que quedan en España. La dirección artística de la nueva película de Paula Ortiz lo descubrió y su trabajo se convirtió en parte esencial del decorado. Diseñó desde un horno hasta las dagas del largometraje ‘La novia’

Javier Pérez diseñando un matraz en el departamento de soplado de vidrio de la Universidad.
Del laboratorio al cine de un soplido
asier alcorta

Javier Pérez Valero es el soplador de vidrio científico más joven de los 16 que quedan en España. Tiene 42 años y trabaja en la Facultad de Ciencias, donde elabora junto con su colega Arturo Laguarta las piezas que le van pidiendo los investigadores. Ellos le cuentan el problema que tienen y él los asesora, idean el sistema idóneo para hacer el experimento y luego enciende el soplete para crear las piezas. Pero Javier tiene una vida profesional que va mucho más allá de la Universidad. En Alfamén, lugar en el que empezó a aprender el oficio en 1990, tiene su propio estudio donde da rienda suelta a su creatividad y hace piezas artísticas. Una vida de trabajo y pasión por el vidrio que, de repente, se ha visto más reconocida que nunca cuando hace unos meses la dirección artística de la nueva película de Paula Ortiz –‘La novia’, aún por estrenar– se puso en contacto con él para que les echara una mano. Se entendieron a la perfección y la relación fue tan fructífera que su trabajo pasó de restringirse a solo unas piezas a ser parte esencial del decorado del largometraje. E incluso, acabó siendo el doble del actor Carlos Álvarez-Nóvoa.


El nuevo largometraje de Ortiz está basado en ‘Bodas de sangre’ de Federico García Lorca. El padre de ‘La novia’ lo interpreta el propio Álvarez-Nóvoa, que es precisamente fabricante de vidrio. En realidad, el personaje está jubilado, pero el cristal siempre ha sido su vida y por ello sigue trabajando en su taller. "El vidrio o lo odias o te engancha. Los primeros años son de un sacrificio tremendo porque tienes que enfrentarte al estrés térmico que supone soportar 100 grados en la cara. Pero cuando te acostumbras, ya no puedes parar y acabas siendo un apasionado de tu oficio", cuenta Javier, quien recuerda que su trabajo es esencial para la labor investigadora: "José María Fernández Navarro, científico del CSIC, decía que el nivel de investigación de un país se puede medir por el número de sopladores de vidrio científico que hay.


Tenemos una gran carga de trabajo, nos llegan encargos de otras muchas universidades porque este es el único departamento de vidrio que hay en todo el norte de España. Pese a ello, en cuestión de 5 o 6 años quedaremos solo 7 sopladores porque la mayoría están a punto de jubilarse".

Doble del actor Álvarez-Nóvoa

En la película, Javier se encargó de diseñar el horno para fabricar vidrio del padre de la novia. Lo hizo utilizando ladrillo refractario, entre otros materiales, y consiguiendo un fuelle de 150 kilos y dos metros de largo. Todo para que se asemejara lo máximo posible a un auténtico horno de principios del siglo XX. Se encargó también de asesorar a Álvarez-Nóvoa, de explicarle cómo debía actuar cuando estuviera trabajando con el cristal. Pero en escenas puntuales, como cuando había que sacar la pieza del horno, acabó siendo el doble del actor. O más bien, sus manos. "Hay un momento en el que retiro la figura de un caballo a medio hacer, que también fabriqué. Era mejor que la sacara yo para evitar accidentes", añade.


Recuerda cuando empezó todo y se acercó a Etopía –donde el equipo instaló la oficina durante la preproducción– y vio la cantidad de vidrio que necesitaban. Figuras que eran muy difíciles de conseguir si no era pagando una gran cantidad de dinero a alguna empresa. Y a veces ni con esas. Así que acabó diseñando también desde unas dagas hasta unos cristales que difuminaban el ambiente durante los barridos. Otras piezas que se ven en la mesa del taller de Álvarez-Nóvoa corresponden a la colección de Alba Martín, que trabaja en la escuela taller de La Granja.


Enamorado de su oficio ("mi mujer y mis hijos se han acostumbrado y también les encanta"), Javier trabaja a veces con música de fondo en el departamento de soplado de vidrio de la Facultad. Allí han decidido abrirse también a la iniciativa privada para que la Universidad de Zaragoza consiga algún ingreso más.

Una colaboración que continúa

Básicamente, el proceso de fabricado consiste en elegir el cristal que más conviene para cada caso (depende de la cantidad de sílice, aunque usa sobre todo vidrio pyrex y de cuarzo), para después encender el soplete (que llega a ponerse a 2.800 grados) e ir dándole forma con las manos y con el aire. "La gente que viene aquí se queda alucinada de que apenas tengamos herramientas. Pero el 95% del trabajo son las manos. Con ellas, el vidrio y el soplete haces casi todo. Luego depende de lo bueno que seas y la creatividad que tengas. Solo nos ayudamos de un torno, que suple las manos, cuando tenemos que trabajar con un cristal que pesa mucho y se hace complicadísimo mantenerlo recto o girarlo como necesitamos", explica.


Paula Ortiz quedó tan satisfecha con el resultado que acaban de volver a colaborar en el rodaje de un anuncio para la marca Dark Seduction, que protagoniza la actriz Elsa Pataky. Allí aparecen unas bolas que cuelgan del techo que también hizo Javier. "A Paula le encanta el efecto que genera el vidrio. Buscaba que a través de las bolas se viera a la misma persona en pequeñito y al revés. Eso solo se podía hacer con cristal macizo, pero costaba un dineral. Así que me llamó y decidimos hacer unas bolas de cristal llenas de agua y con una gota de lejía. El resultado fue el mismo", recuerda.