¿La era diésel toca a su fin?

París prohibirá los vehículos con este combustible antes de cinco años. En España no ha prosperado aún ninguna ley, y ciudades como Zaragoza ven complicado legislar por conflicto de competencias.

Uno de los muchos atascos que tienen lugar en una céntrica calle de Zaragoza.
¿La era diésel toca a su fin?
E. Casas/Heraldo

Los coches de gasóleo, dos de cada tres de los que se matriculan en España, se enfrentan a un porvenir incierto. La creciente suciedad del aire en las grandes ciudades los sitúa en el punto de mira de políticos y ecologistas. La decisión del Ayuntamiento de París de prohibir su uso en un plazo de un lustro va a marcar un antes y un después en la política contra la contaminación de las áreas urbanas europeas. El ejemplo empieza a cundir en otras grandes capitales de la UE: Londres ha habilitado ayudas a los conductores que sustituyan su vehículo de gasóleo por otro menos contaminante y los socialistas madrileños han pedido que se adopten medidas similares a las de París para que desaparezcan del tráfico urbano en 2020.


España, sin embargo, mantiene su carácter de ‘different’ y no solo tolera la presencia de esos vehículos, sino que impide a los ayuntamientos legislar por su cuenta materia medioambiental. En Aragón, de los 808.492 vehículos del último censo de 2013, circulaban con motor diésel 310.776 coches, 132.051 furgonetas, 7.736 tractores y 1.506 autobuses. Un total de 467.015 vehículos diésel que mantienen el mismo estatus que los de otros combustibles. Y parece ser que seguirán así en los próximos años, porque ninguna de las leyes nacionales impulsadas a finales de 2010 ha prosperado. El Plan Nacional de Calidad del Aire, concretado en 2013, preveía un control en el acceso de los vehículos más contaminantes al centro de las ciudades, y ponía una fecha, 2015. Pero la ley no llegó a materializarse. Actualmente, ciudades como Zaragoza solo pueden aplicar el impuesto de circulación, y otorgar ayudas a los coches eléctricos gracias a un plan del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía.


En Francia, las leyes sí han prosperado. El país ya ha anunciado la introducción de nuevos impuestos sobre el gasóleo. De momento serán dos céntimos por litro aunque nadie duda de que la tasa marcará una tendencia que no tardará en colocar su precio por encima del de la gasolina. El mercado del automóvil del país ya ha intuido la jugada y el porcentaje de ventas de los diésel, que alcanzó el 73% en 2012, se redujo hasta el 65% el año pasado.

Los concesionarios y los fabricantes hacen sus estimaciones y dan por descontado que el fin de la hegemonía de los propulsores de gasóleo está a la vuelta de la esquina.


Boina de polución


Dado que la única contaminación que por entonces preocupaba era el dióxido de carbono (CO2) y dado también que los diésel emitían un 20% menos de ese compuesto que los gasolina, las administraciones mantuvieron una política de precios favorable al gasóleo. La combinación de avances tecnológicos y rentabilidad encaramó a los diésel al primer puesto de la lista de matriculaciones. Aún hoy representan el 66% de las ventas en el mercado español (datos de 2014), lo que abre un interrogante sobre el futuro a medio plazo de ese ingente parque automovilístico de once millones de unidades sin contar buses ni camiones. Su caída en desgracia obedece a sus malos humos, sobre todo a las partículas (PM) y óxidos de nitrógeno (NOx), dos contaminantes que no están presentes en la gasolina y que son los principales responsables, junto a las emisiones de las calefacciones, de las boinas de polución que se forman en muchos núcleos urbanos durante los anticiclones en invierno.


Buena parte de los que están en circulación son coches veteranos. "Los estudios de contaminación demuestran que la apuesta de las administraciones por los motores de gasóleo fue una equivocación monumental", reflexiona Luis Murguía, asesor del Real Automóvil Club. Está convencido de que el nuevo marco legislativo que prepara la UE jugará en beneficio de los híbridos y penalizará el gasóleo. "Nos metieron en la cabeza que los diésel eran mejores que los gasolina y ahora, cuando se ha descubierto el error, el que va a pagar el pato va a ser el automovilista".