Acusa a la trabajadora que cuidó a su padre de quedarse con joyas y dinero

Solicita tres años de prisión por robo y estafa pero la Fiscalía no aprecia delito alguno y pide la absolución de la empleada.

Una mujer que trabajó como empleada de hogar para un viudo hasta que este murió en abril de 2013 será juzgada en la Audiencia Provincial por un presunto delito de robo y otro de estafa. La acusación la ejerce la hija del fallecido, ya que al repasar la documentación de su padre una vez muerto se enteró de que entre enero de 2011 y marzo de 2013 había adquirido nueve joyas del club del Coleccionista por importe de 9.491 euros y que esas piezas no estaban en su casa. Al comprobar las cuentas del banco también observó que entre enero de 2010 y julio de 2012 su progenitor había ordenado distintas transferencias desde su cuenta corriente a personas del entorno de la empleada por un total de 11.497 euros.


Para la Fiscalía, dado que durante la instrucción de la causa no se ha encontrado ninguna prueba que demuestre que el fallecido no dio libre y voluntariamente tanto dinero como joyas a la empleada de hogar en agradecimiento a sus cuidados, entiende que no se ha cometido ningún delito. En su escrito recoge que la imputada, Mercedes M. H., reconoció que había recibido ciertas joyas (no las nueve) y una cantidad de dinero fuera de su salario, aunque explicó que fue en gratitud a sus servicios y a trabajos que hacía cuando le requería para tareas fuera del horario laboral.


La abogada defensora de Mercedes M. H. mantiene lo mismo que la Fiscalía y añade que durante el tiempo que su cliente trabajó para él, entre 2004 a 2013, la relación fue muy buena y que ni el fallecido, ni su familia ni la vecina que la recomendó para el trabajo manifestaron que faltasen joyas o cualquier objeto valioso. Resalta que el hombre podía hacer con sus bienes lo que quisiera pues estaba "plenamente capacitado" para tomar sus propias decisiones. Subraya que del mismo modo que adquirió las joyas voluntariamente, regaló las que quiso "en ejercicio de su arbitrio" y que es extraño que un viudo compre joyas femeninas para simplemente conservarlas. Recuerda también que el padre de la denunciante se veía en su domicilio con "señoritas de compañía" y que le pedía a Mercedes M. H. que estuviese atenta a que le llamase para avisarle de que se encontraba bien. Respecto a las transferencias bancarias, la letrada alega que fueron cantidades adelantadas voluntariamente que luego su cliente compensó.


La acusación particular, por su parte, discrepa de todo lo anterior y afirma que la imputada prometió al viudo que le devolvería el dinero prestado "a sabiendas de que no iba a cumplir con la promesa de pago". Recuerda que la acusada admitió que tenía en su poder cinco de las nueve joyas y que una prima del fallecido y una vecina para la que trabajaba habían echado en falta objetos de valor. Por todo ello, solicita dos años de cárcel por un delito de robo, uno más por estafa y la devolución del dinero y las joyas.