Un experto plantea analizar el grado de exposición de la población al lindano

Nicolás Olea propone estudiar la cuenca del Gállego y alerta del riesgo de este y otros tóxicos acumulativos.

"No podremos demostrar nunca que el lindano se pueda asociar a una enfermedad maldita, pero por pura lógica, tiene más posibilidades quien está más expuesto a él". Así lo explicó ayer Nicolás Olea, experto en toxicología química y director del grupo de investigación sobre contaminantes ambientales de la Universidad de Granada, quien aboga por adoptar medidas que permitan disminuir la exposición de la población de la cuenca del Gállego y por monitorizar a sus habitantes para comprobar si las acciones de descontaminación que se pongan en marcha son realmente efectivas.


Olea recaló en Zaragoza invitado por CC. OO., Ecologistas en Acción y la Asociación para la Defensa de la Salud Pública para ofrecer una charla en el centro Joaquín Roncal en la que trató de aclarar si los residuos de lindano entrañan un riesgo para la salud. Esta cuestión inquieta especialmente a los habitantes de las localidades ribereñas, que en los últimos meses han visto cómo se incrementaba la presencia de este pesticida en el río Gállego hasta niveles que obligaron a Salud Pública a prohibir beber del grifo durante semanas en nueve pueblos. Pese a ello, el Gobierno de Aragón en ningún momento ha admitido un problema de salud pública.


Horas antes, Olea –que también es catedrático de Radiología y Medicina Física en la Universidad de Granada y oncólogo del Hospital Clínico de esta ciudad– aseguró en rueda de prensa que la exposición crónica tanto al lindano como a otros compuestos organoclorados se va acumulando en el tejido adiposo (grasa) de los humanos y persiste al no metabolizarse. Una vez en el tejido graso, interfieren en el sistema hormonal incluso a dosis bajas. Y en base a sus hipótesis de trabajo en las investigaciones desarrolladas durante más de 25 años, afirmó que los compuestos persistentes y acumulativos pueden relacionarse con la aparición de cáncer de mama, diabetes, problemas de tiroides y de fertilidad.


"El problema es que son muchos compuestos", advirtió el experto, quien añadió que "ningún sitio está libre de ellos", si bien se encuentran más expuestos los que trabajan con estas sustancias y quienes viven en el entorno de su lugar de producción. A este respecto, recordó que el DDT, que una empresa química vertió al río Cinca en Monzón hasta 2007 "es tan peligroso" como el pesticida que fabricó Inquinosa en Sabiñánigo.


Pero "el efecto difícilmente va a ser atribuible a un compuesto concreto. Es lo que llaman efecto cóctel por la combinación de todos", expuso. Criticó que el sistema de la UE para establecer valores seguros "está basado en el efecto individual de cada uno", en vez de en su suma. "El lindano contribuye con el resto y puede tener una participación más alta en ese cóctel, pero no provoca una enfermedad específica", aclaró. Y citó el embarazo, la lactancia –"también está en la leche materna", dijo– y la pubertad como "momentos críticos de exposición", si bien "el factor más determinante es la edad".


Olea, que pidió "mucha cautela" ante este problema, reclamó "hacer lo posible por disminuir las exposiciones para reducir el riesgo". Y apostó por impulsar un estudio que "monitorice" a la población de la cuenca del Gállego por grupos de edad (con análisis de sangre) y de forma continuada durante años para conocer sus niveles de exposición y "ver si las medidas de remediación funcionan". Según algunas series de datos, el 75% de la población española tiene lindano en su organismo, mientras que otros compuestos alcanzan al 100%, detalló