El pensamiento vital

Javier Gomá publica ‘Tetralogía de la ejemplaridad’:una ‘summa’ de sus ensayos capitales.

Javier Gomá, director de la Fundación Juan March, es uno de los mejores y más vitalistas pensadores de la España moderna.
El pensamiento vital
Archivo Gomá/March

Javier Gomá nació en Bilbao en 1965, es filólogo, filósofo y jurista, con una obra ya consolidada y con una actividad cultural creciente, ya que es el director de la Fundación Juan March, siempre latido importante de actividades culturales que, con la dirección de Gomá, ha ido in crescendo.


Estamos de enhorabuena, porque Taurus ha publicado cuatro ensayos fundamentales de Gomá, ‘Imitación y experiencia’, ‘Aquiles en el gineceo’, ‘Ejemplaridad pública’ y ‘Necesario, pero imposible’, estudios esclarecedores, que ahondan en la existencia de la democracia, sus ventanas al mundo y los compromisos del ciudadano consigo mismo y con los demás, desde la adolescencia, etapa de inmadurez a la vida adulta, donde el ser humano cobra conciencia de la existencia en todo su sentido, con los deberes y derechos que este tiene ante sí mismo y ante el mundo que lo rodea. Son cuatro ensayos articulados con el nombre de ‘Tetralogía de la ejemplaridad’, de eso trata este singular libro que recoge cuatro propuestas sobre el hombre y el mundo que lo rodea, un entorno que le obliga a medirse siempre con otros, afianzando en la dureza del mundo, su forma de ser y de ver la vida.


En ‘Imitación y experiencia’ (fue Premio Nacional de Ensayo 2004), vemos al hombre a través de su deseo de unirse a los otros, pero también de afianzar su personalidad, en esa clara disyuntiva entre lo individual y lo colectivo. Javier Gomá nos habla de una imitación de los ejemplos para vivir en sociedad. Nadie existe autónomamente sino en su relación con el mundo, que le marca desde la niñez.


En ‘Aquiles en el gineceo’, expone Gomá, con precisión y estilo brillante, el paso de lo estético a lo ético en el individuo, la idea del joven como un ser descomprometido con el mundo al adulto, paso que le lleva al mundo de la familia y del trabajo, donde ha de cumplir unas expectativas. Ya no es un ser que se satisface a sí mismo, hedonista, sino que debe de cumplir con los demás, con la sociedad, en el mundo laboral, también con los hijos, como modelo y ejemplo para ellos. Estas dependencias hacen que lo estético, lo hedonista, quede ya en un segundo plano y lo ético cobre relevancia, protagonismo absoluto en su contacto con el entorno y el mundo de los demás.


En ‘Ejemplaridad pública’, late el mundo de los adultos, donde el filósofo reflexiona para darse cuenta que vivimos apegados a leyes que nos asfixian, que reducen nuestra libertad, que modifican nuestras ilusiones iniciales al iniciar la vida, produciendo el desencanto que habita en nuestro mundo actual.


En la cuarta y última, ‘Necesario, pero imposible’, vive el impulso de otra vida, porque Gomá es consciente de nuestra muerte y, por ende, de nuestra caducidad, el esfuerzo por salvarnos a través de la fe, como un leit motiv que purifique nuestras vidas, late en este último y esclarecedor ensayo, donde vemos la postura cristiana de este excelente ensayista. El hombre contemporáneo, que ha perdido la fe, globalizado ante un mundo que lo cosifica y lo ve como un número más, ha de recuperar, por la intimidad de las creencias, su lugar en el mundo, salvarse, a través de la ética y de la fe, no excluyentes, de ese lugar ínfimo que hoy tiene el hombre moderno, desde que Robert Musil lo viera claramente en su libro ‘El hombre sin atributos’, donde la realidad del mundo contemporáneo no deja salida al hombre profundo, banalizando todos sus actos, al igual que lo hizo Kafka en sus obras, un individuo que ha perdido sus atributos, un individuo que ya no es importante, solo ocupa un espacio ínfimo en el Universo, absolutamente reemplazable por otro.


Gomá se atreve, con valentía, a exponer que el hombre ha de recuperar un lugar en el mundo, no rompiendo literalmente con lo colectivo y con el mundo de la técnica, tan igualador de individuos, pero sí racionalizando ese mundo, para poner el yo como una base esencial y recuperar, a través de la fe, lo que este mundo agnóstico, en gran parte, ha perdido.


Más allá de la cuestión de fe o no, lo que me parece brillante de estos ensayos es la forma de exponerlo todo, clara y bien escrita, sin abusar del mundo filosófico, que nos llevaría a un metalenguaje, difícilmente comprensible, para el no iniciado.


Esta claridad expositiva se agradece porque facilita la comprensión del mensaje, la luz que quieren irradiar estos estudios: somos seres que debemos combinar lo colectivo y lo individual, sin adocenarnos, mostrando siempre, en nuestra vida laboral o intelectual, nuestras posiciones, aunque parezcan anacrónicas, sin desdeñar la tecnología, hacer buen uso de ella, sin despreciar el mundo contemporáneo, reivindicar las buenas maneras, la educación y la cultura humanista. Un esfuerzo que Gomá transmite en la ‘Tetralogía de la ejemplaridad’, la fusión de lo ético y lo estético en estos cuatro ensayos que Taurus ha tenido la fortuna de publicar conjuntos para deleite del lector inquieto que, sin ser filósofo, sí quiere entender mejor el mundo.